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Coronavirus y fuentes informativas

Difícil es para cualquier persona abstraerse de la sobrecarga informativa que encontramos con motivo de la expansión mundial del virus COVID-19 o coronavirus de Wuhan, sobrenombre acuñado por el origen de la propagación en humanos. Tan difícil como saber seleccionar las fuentes adecuadas para disponer de un termómetro informativo adecuado que favorezca establecer opiniones con criterio, a partir del contraste de puntos de vista.

Sarcasmo y oportunismo en Twitter.

La cuenta creada por un oportunista que arrasa en Twitter.

Así, encontramos desde las oportunistas cuentas tuiteras vinculadas a las nomenclaturas del virus, que juegan entre el sarcasmo y la actualidad expansiva del COVID-19; hasta las de minuto y resultado que han introducido los medios generalistas de todo el planeta para dar cuenta de la evolución de los infectados; o las de las instituciones públicas, que se afanan por ofrecer rigor a través de mapeos, practicar el servicio público con datos actualizados periódicamente con el número de ciudadanos afectados, consejos sobre cómo prevenir la infección o no transmitirla, e información de interpretaciones legales, cancelaciones de eventos o decisiones políticas que afectan a núcleos poblacionales más o menos amplios.

Periodistas y coronavirus.

Experiencia de un periodista con coronavirus a través de Twitter.

También encontramos a especialistas, sanitarios, periodistas del ramo y políticos que hablan en primera persona sobre las predicciones que puede conllevar tal o cual ritmo de expansión, sobre cómo y cuándo cambiar del estadio de contención al de restricciones de movilidad o experiencias de infectados en primera persona. De estos últimos, perfiles con cierta capacidad de influencia por ser plumillas o personal de enfermería que, a modo de diario de bitácora y con la aportación de los responsables sanitarios que los auxilian, procuran erigirse en voceros de mensajes de tranquilidad y de contención en sí misma de la alarma social entre las comunidades online que los siguen.

Mapeo del virus COVID19 por instutciones públicas.

Comunicación institucional COVID19 Singapur.

Las asociaciones médicas, las cabeceras de periódicos especializados en Sanidad y otros expertos locales, regionales, nacionales o globales de la materia, completan el círculo del coronavirus en esta era de miedo contenido. Todos ellos fuentes fiables y para ser atendidas antes de caer en mensajes oportunistas que circulan por Whatsapp, fakenews que se propagan a la velocidad en que lo hace el pánico o bulos que en nombre de instituciones públicos u otras entidades se afanan por generar confusión anunciando la cancelación de actos multitudinarios o eventos.

Entidades médicas y el coronavirus.

Formas de comunicar el coronavirus en las redes sociales.

En todo caso, lo que está demostrando el contexto informativo actual pasa por una buena oportunidad para seleccionar fuentes informativas de todos los ámbitos a los que, además del sanitario, está afectando el COVID-19: el financiero, el deportivo, el social, el laboral… En cada uno de ellos, al igual que los ejemplos genéricos señalados para identificar los ejemplos de cómo circula la información en el presente contexto, podemos practicar una indagación de nombres fiables que den credibilidad a lo que nos llega de forma masiva sin filtrar por el ruido preexistente.

Newsletter coronavirus Washington Post

Newsletter coronavirus Washington Post

Así, es recomendable analizar las personas que siguen las fuentes iniciales localizadas, tales como periodistas del ramo o personal docente o sanitario, qué listas tienen creadas en redes sociales como Twitter, suscribirse a newsletters específicas como la que ha creado el Washington Post para sus lectores, practicar seguimientos específicos de los perfiles que hayamos probado trasladan información veraz, atender las alertas más rigurosas, dar credibilidad a los datos en función de quién los emite  y extraer conclusiones desde el contraste.

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La radio, antónimo de soledad

¿Dónde escuchamos la radio? ¿Cómo vemos la tele? ¿Quién lee periódicos en papel? ¿Cuántos se informan a través del dispositivo móvil? ¿Nos quedamos con la primera pregunta?

Nos quedamos con la primera pregunta por respeto. Porque el 13 de febrero es desde 2012 el Día Mundial de la Radio, como así lo declaró la Unesco. Pero también elegimos esa cuestión porque su respuesta es dinámica, sencilla y directa. La radio es el medio que históricamente mejor se ha sabido adaptar a los cambios sociales, a las modas, al consumo, al uso y abuso de plataformas diferentes a las tradicionales, a la vida y a sus aristas tecnológicas.

La radio se escucha en el coche (todavía), la radio se lleva encima (en un app, en el móvil o en un transistor –¿aún?-); la radio llega al supermercado, a la peluquería, al estadio, al barco, al tren, a la ducha (¿también?); la radio es tan inmediata como un tuit (¿o no?); la radio es una voz misteriosa a la que no hemos desenmascarado aún (¿o sí?); la radio se ve también en Youtube o en la versión web de cada estación; la radio salta a la tele (en los telediarios) o se retroalimenta con su fonoteca para sonrojar a más de uno que olvidó lo que dijo… La radio, sí, la radio es así.

La radio es el medio tradicional que mejor ha sabido leer la vida y que acompaña tanto como las redes sociales en esa nueva forma de consumir información en modo múltiplex o, lo que es lo mismo, ver mientras sientes lo que otros opinan sobre lo que estás viendo; escuchar una tertulia como lees una colección de tuits mientras se celebra la gala de los Goya o el festival de Eurovisión; mientras recuentas votos y lees encuestas; la radio es el tintineo informativo y entretenido que mantiene la llama al otro lado las 24 horas del día. La radio es el antónimo de soledad.

La radio es para siempre.

Feliz #DíaMundialdelaRadio

Viñeta de El Roto para El País

El humor gráfico en el periodismo de hoy

Las viñetas suelen funcionar como los gags humorísticos engarzados en las películas de acción: son un respiro cómico que relajan la tensión del relato sin llegar a detener el flujo de la información. Chiste con el que te alivias entre noticia de accidente y reportaje de corrupción. 

Foto publicada en El País | Debate electoral con mujeres de las cinco principales formaciones políticas

¿Cómo se está comunicando el 10N en los diarios?

A 48 horas de una nueva jornada electoral, la cuarta cita con las urnas en cuatro años, parece buen momento para analizar el papel de los medios en la preparación de estos comicios. Como garante de la democracia, el periodismo debería ser lo más ecuánime posible –ya no objetivo, el concepto de objetividad está perdiendo peso en su condición de cuasi-utópico–, pero, una vez más, es fácil comprobar que la ecuanimidad aparece quebrada en casi todas las cabeceras del país.

Paula-Corroto

“Se cruzan muchas líneas rojas en el periodismo de sucesos, pero hemos mejorado desde el caso Alcàsser”

La periodista Paula Corroto acaba de publicar ‘El crimen mediático’, un libro de Akal en el que se pregunta por qué nos fascinan tanto las noticias de sucesos. Desde aquí hemos querido conocer la razón de esa morbosidad compartida entre periodismo y sociedad, y al mismo tiempo hemos aprovechado la conversación con Corroto para adentrarnos en las prácticas más controvertidas de la esfera mediática actual.

Últimamente parece que todo el periodismo de sucesos está atravesado por el sensacionalismo. Para ti, ¿cuál es el buen periodismo de sucesos? 

Es complicado decir cuál es el buen y mal periodismo de suceso. Sí creo que muchos de los casos de los que hablo en el libro se impregnaron de sensacionalismo y amarillismo. Sucedió en las televisiones y sucedió en la prensa escrita, ésta última se vio arrastrada por algo que estaba sucediendo en las televisiones y que se vio claramente, con testimonios que no tenían nada que ver con el caso, gente llorando, gente con rabia o con ira.

¿Crees que el público se ha insensibilizado, que si no se le da esa ración de sensacionalismo tiende a cambiar de canal?

No lo creo, no creo que exista una nueva falta de sensibilidad. Diría que el periodismo de sucesos ha interesado siempre y nos ha fascinado siempre, lo que ocurre ahora es que podemos mostrar aquello que nos causan estas noticias y nuestras emociones en las redes sociales y a través del whatsapp, y al final se crea una gran conversación que antes no estaba. Todos podemos comentar y especular sobre lo que le pasó a Diana Queer o al niño Gabriel. No es que haya más fascinación, sino que la forma de consumir estos sucesos y de mostrar lo que nos producen sí que ha cambiado; todo el mundo ha  especulado siempre a raíz de los sucesos, pero ahora se genera un tsunami en las redes que antes de la democratización de estas tecnologías no sucedía.

Netflix volvió a poner en la palestra el caso Alcasser y la pornografía emocional que sirvió en bandeja el programa especial de Nieves Herrero. ¿Crees que estamos mejor que entonces?

Creo que sí que estamos mejor, se han cruzado algunas líneas rojas en algunos casos, pero lo que sucedió con Alcasser no ha vuelto a ocurrir. He visto el documental y vi en aquel momento, en los 90, la edición de ‘Quién sabe dónde’ o el especial de Nieves Herrero, cuando acababan de aparecer los cuerpos y estaban en la mesa de autopsia y se les preguntaba a los familiares cómo se sentían. Aquella pornografía del horror y de lo más terrible que le pueda pasar a una familia no se ha vuelto a alcanzar.

¿Qué líneas rojas se traspasan ahora en el periodismo de sucesos?

Bueno, por ejemplo ha habido programas de televisión que han involucrado a menores, como hizo Telecinco en el caso de Marta del Castillo, razón por la que fueron multados. Llevar a menores para que hablen de su amiga desaparecida me parece que sobra; sacar testimonios, primeros planos, gente llorando, tertulias en la que hay pura especulación porque nadie sabe realmente por dónde está yendo la investigación, todo eso sobra. Mostrar testimonios hablando del dolor que puede sentir una madre, un padre, un amigo, que muestre su ira y lo que haría con el presunto culpable, yo creo que eso forma parte de lo adyacente al suceso. La especulación crea realidades paralelas que no tienen nada que ver con la verdad.

En ‘Chavs’, el periodista Owen Jones compara las desapariciones de Madeleine McCann y Shannon Matthews, dos niñas de la misma edad que sin embargo suscitan una atención desigual en los medios. La tesis del periodista es que el caso de Madeleine se mediatiza y el de Shannon no lo hace por el origen humilde de la segunda. ¿Crees que existe un trato diferente en función del estrato social de las víctimas?

Desde luego, hay estudios sobre eso que lo atestiguan. Estoy muy de acuerdo con la tesis de que se discrimina en función del origen de cada cual, y de hecho los estadounidenses lo llaman el ‘Síndrome de la mujer blanca desaparecida’, que tiene que ver con chicas atractivas, guapas, de una familia estructurada, normalmente de clase media o clase alta, víctimas con las que el caso siempre se mediatiza muchísimo más. Si el caso afecta a una chica de familia humilde y desestructurada, aunque la víctima sea una chica –las desapariciones de chicas siempre tienen más repercusión–, ese caso va a tener menos atención mediática a causa de un sesgo cognitivo que cataloga el suceso como algo normal, esperable.

¿Hay un patrón en estos casos mediáticos explotados por el periodismo de sucesos?

Normalmente suele ocurrir que la noticia aparece en medios locales alertando de la desaparición de una chica adolescente o niños. Las víctimas casi siempre tienen este perfil. Luego se desatan las especulaciones sobre lo que ha ocurrido, lo cual suele durar unas semanas o meses, y finalmente va a desapareciendo en el tiempo y deja de salir en televisión y prensa, a no ser que el caso gire, como sucedió con Diana Queer, que de repente lo importante y lo que nos interesaba era la familia. En última instancia, los medios recuperan el interés cuando aparece el cuerpo o la persona viva.

¿El hecho de que haya un monstruo detrás del suceso hace que se mediatice aún más el caso?

Un suceso siempre es un misterio, se trata de averiguar qué le han hecho a la persona desaparecida, quién se lo ha hecho y por qué. Se trata de buscar siempre a un culpable. Por ejemplo, en el caso de Bretón era paradigmático y curioso porque siempre se le puso el ojo del huracán aunque no se tuvieran pruebas contra él –también es verdad que hubo un error de la forense al investigar los cuerpos que estaban en la finca–. Luego, una de las cosas en las que hay que andar con cuidado, y siempre lo dicen los especialistas en sucesos, es en no señalar a alguien que finalmente no tenga nada que ver con el crimen. Si señalas a un inocente en los medios le puedes arruinar la vida.

¿De qué manera las redes sociales amplifican el periodismo más sensacionalista?

Como decía en otra pregunta ahora mismo todos podemos comentar y dar nuestra opinión en las redes, e incluso señalar las penas que debería tener esa persona que igual no sabemos ni quién es, y ahí se van lanzando muchísimas especulaciones. Cuando preparaba el libro muchos periodistas me comentaron que por las mañanas se revisaban las redes sociales y que incluso algunos programas de televisión se ponían a dar noticias que estaban basadas en meras especulaciones vertidas en Twitter o Facebook.

¿Por qué suscita tanto morbo el periodismo de sucesos?

Los sucesos nos han interesado siempre, de hecho, a finales del siglo XIX hubo un crimen en Madrid, en la calle Fuencarral, y llegó a vender muchísimos más periódicos de los que se estaban vendiendo porque la gente quería saber qué estaba pasando en el caso del asesinato de una señora que, una vez más, era de clase alta en el centro de Madrid. Nos fascinan en general porque el suceso, como las series de televisión, lo tiene todo: un misterio, una víctima, un culpable, un móvil que no sabemos cuál es; no apasiona descubrir qué es lo que ha pasado y luego nos remueve por dentro, nos genera empatía con la víctima, nos genera dolor, ira, rabia y nos hace mantenernos completamente en vilo. Es decir, tiene todos los ingredientes de una buena novela. Es la gran historia y eso periodísticamente tiene mucho tirón y va a seguir teniéndolo.

Da la impresión de que los programas de televisión matinales, que son los que suelen tratar más profusamente estos sucesos, se saltan con alegría la deontología periodística, ¿es tan así? ¿Están tan lejos como parece de la ética profesional?

En esos programas hay de todo, como en cualquier profesión, también hay gente que sí que tiene un cierto respeto, una elegancia y una forma de contarlo elegante. De todos modos, sí que sabemos –y se ve nítidamente– que hay directrices para que se ponga toda la carne en el asador. En ese sentido, los programas matinales sí han cruzado muchas líneas deontológicas, tal y como ha señalado el Consejo Audiovisual de Andalucía, señalando directamente que los programas de Ana Rosa y de Espejo Público cruzaron todas esas líneas anteriormente mencionadas en los casos de Diana Queer, Marta del Castillo y Gabriel Cruz.

¿Hay alguna repercusión cuando los periodistas cruzan esas líneas?

Normalmente no, suele haber una llamada de atención y tal, pero no se termina haciendo nada. De todos modos estamos hablando de grupos muy potentes que pueden pagar la multa en cuestión. Yo cuando estaba investigando todos estos temas no recordaba que dichas televisiones hubieran tenido demandas, y eso ocurre porque ls sanciones se suelen enterrar.

 

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¿En qué consiste el periodismo de soluciones?

La periodista Liza Gross, de la Red de Periodismo de Soluciones (SJN, por sus siglas en inglés), afirmó: “El periodismo de soluciones no hace promesas exageradas ni predice el futuro. Tampoco proclama que la solución presentada es la única existente; más bien mantiene la narrativa enfocada en la evidencia y las lecciones aprendidas”. Esa sería una primera aproximación al periodismo de soluciones, una modalidad escasamente explorada en nuestro país y de la que hablaremos en este artículo. A continuación, aportaremos unas cuantas claves más para aprender a trabajar con esta interesantísima metodología periodística.

Motiva a la acción. Según David Bornstein, cofundador de la SJN, esta perspectiva “alienta a los periodistas a informar cómo responde la gente a los problemas, de tal forma que genera más conocimiento para la sociedad. Esta noción del periodismo no se conforma con el diagnóstico del problema, sino que analiza cómo se pueden solucionar los problemas o si realmente están siendo solucionados.

Así, el columnista de The New York Times y ganador del Premio Pulitzer, cree que los medios deben llamar a los ciudadanos a tomar parte en la solución de lo que está mal y participar de su propio bienestar. En ese sentido, explica: “Cuando demasiadas personas conocen un problema pero desconocen cómo resolverlo, este desconocimiento les lleva a no participar y eso no es buena para la democracia”.

Investigación de cómo se responde a los problemas. A pesar de lo que pueda parecer en el punto anterior, los expertos en esta noción periodística aseguran que este enfoque no tiene nada que ver con el activismo. Eso fue lo que explicó Tina Rosenberg, cofundadora de SJN, en una entrevista con el diario El Colombiano: “El periodismo de soluciones busca que los periodistas no solo puedan cubrir lo que está mal en el mundo sino también informar, con igual grado de rigor, sobre los esfuerzos que hacen determinadas personas u organizaciones para corregir eso que está mal”.

La periodista añade que este tipo de historias suelen conquistar a aquellos que están hartos de leer sobre los problemas, es decir, “el 100%”. Y subraya: “Una de las razones por las que alguien deja de leer noticias es porque son negativas, no quiere saber únicamente lo que se está haciendo mal, sino conocer cómo van a arreglarlo”.

El tamaño del problema no importa. La argentina Liza Gross, periodista con 30 años de experiencia y exeditora general del The Miami Herald, explica en una entrevista en Argentina que este tipo de periodista puede abordar, desde temas gruesos como la violencia o los problemas en el sistema de salud, a otros más livianos como la suciedad en las calles de una determinada ciudad.

“El periodismo de soluciones es un reportaje riguroso de las respuestas a problemas sociales y sus resultados, es decir, no deja la cobertura solo en la descripción del problema, sino que cubre también qué iniciativas están en ejecución para resolverlo”, afirma la experta Liza Gross, y cita como ejemplo del ejercicio de este enfoque un trabajo de 15 medios que se unieron para investigar sobre las dificultades de las personas que salen de la cárcel de Filadelfia y las respuestas a la necesidad de una reinserción social exitosa.

En resumen, el periodismo de soluciones no se limita en ofrecer el diagnóstico de un determinado problema, lo cual es también muy importante, sino que va más lejos y aporta una descripción de las soluciones como parte indisociable del problema que se describe. Esta información ofrece al ciudadano la posibilidad de, o bien, calibrar si se está haciendo lo suficiente para atajar el problema, o bien adscribirse a la respuesta planteada y formar parte de la solución.

 

TheNewYorkTimes

The New York Times reconfigura su muro de pago para defenderse de Google

Hace año y medio, el cambio en el algoritmo de Facebook ocasionó el reventón de la llamada burbuja de los medios digitales. Varios magazines nacidos en los años espléndidos de Internet vieron como la plataforma de Zuckerberg, principal distribuidora de su material, les cerraba el grifo de clicks al priorizar los contenidos personales frente a las publicaciones de medios de comunicación. Resultó devastador: Buzzfeed España cerró, Eslang cerró, PlayGround presentó un ERE que afectó a más de un tercio de la plantilla. Las plataformas sociales, teóricas aliadas de la prensa milenial, fueron inmisericordes con unas publicaciones a las que tenían maniatadas. Fue como ver a Internet devorando a sus hijos.

Después de aquella demolición, los medios aprendieron a sospechar de la tecnología… y ahí seguimos. Una y otra vez, la prensa busca fórmulas para resolver su crisis de indentidad ahondando en el progreso tecnológico, pero al mismo tiempo procura no verse arrastrada por la influencia de empresas como Facebook o Google, dos agentes externos que han transformado las dinámicas de acceso a la información y se han situado entre los medios y la audiencia filtrando los contenidos al dictado de algoritmos caprichosos. Pero, ¿cómo podríamos rebasar la tecnología a lomos de más tecnología? Uno de los medios que más audazmente encara esta ecuación, como veremos a continuación, es The New York Times.

El periódico neoyorkino plantó en abril un muro de pago mediante el cual los lectores tienen que suscribirse si quieren ir más allá de los cinco primeros artículos gratuitos. Es la tendencia dominante en los medios fuertes de Estados Unidos y publicaciones como Wired, Vanity Fair o Quartz ya se han sumado a ella. Ocurre que buena parte de las lecturas se realizan desde Google Chrome, y éste contempla una navegación en modo incógnito que hasta hace unos días permitía esquivar la limitación del periódico.

La ventana de incógnito de Chrome se utiliza para la navegación privada, donde los usuarios pueden visitar sitios web sin almacenar su historial de navegación. Además, este modo de incógnito bloquea temporalmente la capacidad de un sitio web para leer o escribir cookies, por lo que se ha convertido en una forma popular de sortear los muros de pago medidos, que dependen de las cookies para saber cuántos artículos le quedan a un lector.

Pero no era del todo efectivo. Medios como The New York Times eran capaces de detectar la identidad digital de los usuarios que trataban de sortear la restricción y terminaban bloqueándoles. El modo incógnito no lo era tanto, hasta ahora: Google ha implementado la versión Chrome 76 con la que impide el rastreo de los medios a los usuarios de incógnito. Y, a modo de compensación, ha regalado una sugerencia a los diarios: levanten un muro de pago duro o exijan el registro gratuito a sus lectores.

Eso es precisamente lo que ha hecho The New York Times. Desde este verano, el usuario debe registrarse de manera gratuita si quiere acceder al contenido del diario norteamericano, y éste contabiliza los artículos leídos a partir de la cuenta del usuario, no de la IP. De este modo, el periódico se garantiza un control más efectivo con el que aumentar el número de suscriptores y, de paso, amplía y segmenta su base de datos para mejorar la selección de contenidos.

Evidentemente este registro obligatorio aumenta el desgaste, pero desde el medio han argumentado que los lectores que no están dispuestos a registrarse no valen nada para la marca, mientras que aquellos que están dispuestos a compartir información a cambio de un artículo son mucho más valiosos como suscriptores potenciales. “Cuando un usuario está registrado y conectado, podemos comunicarnos con él y comprender sus preferencias y patrones de consumo de manera más efectiva que si fueran anónimos”, comentó el New York Times a WNiP en un comunicado.

Según WNiP –medio especializado en información sectorial–, The New York Times contaba en junio con 3.78 millones de suscriptores digitales. A final de año será interesante ver si el registro obligatorio gratuito a servido para acelerar o ralentizar el crecimiento de la suscripción. También veremos si esta corriente se populariza. De momento a esta lado del Atlántico hay cabeceras como El País que ya han empezado a apostar por el registro gratuito para determinados contenidos. ¿Terminará El País levantando su propio paywall?

democracia

(In)comunicación institucional

Ya no nos llamamos corruptos. Al menos no como en los 2000. España lleva años depurando a los responsables de institucionalizar políticas cimentadas en la corrupción –legal y moral–, y se diría que nuestra autopercepción empieza a sincronizar con la de países más ejemplares. Hoy, en ese pensarnos mejores, logramos espantar prácticas censurables aún cuando todavía asoman vestigios de un pasado gris que cuesta enterrar.

Sobran ejemplos de estos vestigios. Por centrarlo en el ámbito de la comunicación, rescataremos la noticia aparecida en prensa hace varias semanas con el siguiente titular: “El Ayuntamiento de Guadix encarga la comunicación a un familiar sin ser periodista”. Los regidores del municipio granadino prescindieron primero de un gabinete de comunicación profesionalizado poniendo al frente a un nutricionista, para finalmente darle el puesto de comunicación al hermano de la primera teniente de alcalde, Encarnación Pérez Rodríguez.

Resulta tan reprochable el dedazo en beneficio de un familiar como el intrusismo en una profesión tremendamente deteriorada. Tal y como critican al unísono la Asociación de la Prensa de Almería (AP-APAL), el Colegio de Periodistas de Andalucía (CPPA) y la Federación de Asociaciones de Periodistas de España(FAPE), echar mano de «personal de confianza» sin ninguna preparación ni titulación para asumir funciones de comunicación institucional «no es de recibo»: «Y, si además, se aprovechan para colocar eventualmente a familiares directos, pues flaco favor se hace a la democracia».

«El gobierno municipal de Guadix, de esta forma tan ruin, ha fulminado dos décadas de un trabajo profesional concienzudo, desarrollado y desempeñado por periodistas de forma eficaz», critican las asociaciones y piden al PP y Ciudadanos que apuesten por la igualdad de oportunidades, ya que el hecho de que la comunicación corra a cargo de «un inexperto» supone negar «a la ciudadanía el acceso a una información profesional, transparente e imparcial».

Supone, en definitiva, levantar un muro de incomunicación entre gobierno y gobernados. Buena parte de las tareas contenidas en el puesto usurpado están encaminadas a facilitar la conversación de doble sentido: por un lado abre canales para que los vecinos transmitan sus necesidades e inquietudes a un consistorio ávido de información, y por otro proporciona un altavoz institucional para que ese consistorio comunique sus iniciativas y se someta, consiguientemente, al escrutinio de la ciudadanía. 

Al segar esos canales con el negligente acto de la colocación familiar se entorpece la comunicación y se deprime la calidad de la convivencia municipal. Un ayuntamiento sordo, aislado en su burbuja de metacrilato, corre el riesgo de gobernar contra sus ciudadanos, lo cual, atendiendo a su función esencial de representatividad, no es más que una suerte de masoquismo.

Pero no solo en la falta de comunicación directa entre ciudadanos y ayuntamiento se resiente la democracia. El cargo arrebatado comprende también la relación institucional con los medios municipales y provinciales, medios cuyas funciones son las de poner coto a los excesos del poder y, en paralelo, servir de correa de transmisión entre un discurso político marketinizado y un ciudadano huérfano de certezas. La concordia entre gobierno y medios de distinto signo es necesaria en la medida en que ésta garantiza el respeto a la pluralidad del pensamiento ciudadano, ¿ayuda a la concordia la designación de la que hablamos?

Para no caer en predicciones gratuitas, veamos una hipótesis semejable: el alcalde de determinado pueblo salda una deuda personal colocando a un amigo en el cargo de comunicador oficial. Éste no es periodista, de modo que reúne los títulos de enchufado e intruso. Asumiendo que la profesión de periodista sufre una sangrante escasez de puestos de trabajos, ¿cómo leerán los medios esa designación? ¿Qué trato profesarán los periodistas a un arribista de méritos consanguíneos? La relación portavoz-medios nacerá herida, prácticamente irreparable, y serán los ciudadanos quienes paguen la factura del conflicto.

Más preguntas a la otra parte: el recién investido comunicador municipal, ascendido por la gracia de su sesgo ideológico, ¿qué valor concederá a la neutralidad? En el reparto de publicidad institucional –muchos medios sobreviven gracias a este caudal público–, ¿evitará ahogar a la disidencia? ¿Aplaudirá el rigor de quienes informan sobre el dedazo que le paga la nómina? A nivel estructural, ¿conocerá acaso cuáles son los mandatos de la deontología profesional?

Decíamos que ya no nos llamamos corruptos. Al menos no tanto. En ese sentido, aunque solo sea por la cuestión aspiracional, el Ayuntamiento de Guadix y todos los ayuntamientos con la tentación de maltratar a los periodistas harían bien en dejarse asesorar por las asociaciones del ramo y facilitar la igualdad de oportunidades. Acudir a las bolsas de periodistas. Lo contrario conduce al aislamiento y a la confrontación. Parece mentira que en pleno 2019 se siga ignorando el impacto de la comunicación profesional en el éxito de cualquier institución.

Claudio Moreno

maximo

¿Qué programan las televisiones en verano?

Durante el periodo estival, las televisiones españolas reúnen, no sin cierta audacia, una amalgama de contenidos que buscan su sitio en el desorden más absoluto: asoman a la parrilla privados de expectativas, como un libro mohoso en la biblioteca del trastero. Desde julio las cadenas españolas sacan trapos de temporadas pasadas o testan programas que no se atreven a lanzar en épocas de mayor consumo televisivo. Y a veces el experimento sale de órdago.

Dos ejemplos de programas que se consolidaron tras su puesta de largo estival fueron El Informal y Pasapalabra. El primero, dirigido por Javier Capitán y trampolín de estrellas como Florentino Fernández o Patricia Conde, fue un espacio de noticias humorísticas estrenado el 23 de julio de 1998 y cancelado cuatro años después. «Esto empezó como una historia de verano y se ha convertido en el verano más largo, intenso, emotivo y divertido de nuestras vidas», cerró Capitán. Pasapalabra, por su parte, se estrenó el 10 de julio del 2000 y hoy es uno de los buques insignia de Mediaset.

Así pues, las cadenas que se aventuran a circunvalar los temas propios del verano –véase la trayectoria de Ramón García– tienen margen para explorar contenidos potencialmente ganadores el resto del año. Necesitan valentía y originalidad; dos valores en retroceso cuando el sol atiza. Veamos: ¿qué ha preparado la televisión patria en el periodo vacacional?

En materia informativa la foto no cambia demasiado. La cadena que apuesta más fuerte por la actualidad vuelve a ser laSexta, manteniendo en parrilla todos sus programas informativos con el único cambio de los presentadores –oportunidad para los suplentes–. El resto de canales cargarán el peso de la actualidad en sus informativos, que, previsiblemente, irán tocando los temas recurrentes del verano –ya te hablamos de ellos en este blog–.

Un inciso: ¿por qué no aprovechar para encontrar enfoques originales?

Seguimos. Colindando la información, en claro matrimonio con el entretenimiento, TVE apuesta por un magazine llamado ‘A partir de hoy’ y presentado por Máximo Huerta, versión remozada del exministro de Cultura. Paralelamente ‘España Directo’ refresca las tardes con conexiones pasadas por agua. Y el Canal 24 Horas hace las veces de servicio público ciudadano actualizando la última hora de una negociación política que amenaza con privatizar el descanso estival.

Más propuestas interesantes: los docu-realities se hacen hueco en la parrilla. Por un lado, TVE estrena ‘Siete días sin ellas’, un formato feminista en el que 40 mujeres abandonan su hogar durante una semana para dejarlo en manos de los hombres. Por otro lado, Antena 3 lanza ‘Por el mundo a los 80’, un ‘road show’ conducido por Arturo Valls en el que personas octogenarias salen por primera vez de España para hacer el gran viaje de sus vidas.

Por último, las series y el deporte volverán a ser protagonistas un verano más, con estrenos como Big Little Lies en Antena 3 –viene de HBO; la tele bajo demanda tiene su propio ritmo– o The Crossing en Cuatro; o con el Tour en TVE y el Mundial de Baloncesto también en Cuatro. El histórico Valerio Lazarov decía que el verano es una época sin publicidad en la que resultaba inútil efectuar grandes inversiones en la rejilla de la pequeña pantalla. Eso fue en los 90; ahora, aunque muy lento, las televisiones empiezan a quitarle la razón.

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Twitter pone coto a Donald Trump

Parece que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, va a ser señalado por Twitter cada vez que incumpla las reglas establecidas por esta red de microbloggin. La plataforma ha anunciado que etiquetará los tweets de los personajes políticos que no sigan sus normas de conducta, una iniciativa que resulta cuanto menos curiosa, ya que aparenta haberse hecho por y para Trump.

Twitter también ha querido resaltar con esta iniciativa que estas medidas que se toman sobre un comportamiento abusivo se aplican al tweet en cuestión. De todas formas, si considera que posee un interés general, la publicación se va a mantener visible a todo el mundo; lo que va a hacer es etiquetarlo. Así pues, la medida se aplica a aquellas cuentas verificadas que aglutinen un mínimo de 100.000 seguidores y pertenecen a perfiles relacionados con la actividad política.

En este sentido, según explica la compañía, están prohibidas las amenazas, la glorificación de la violencia, la intimidación, el acoso dirigido y la incitación de otros a hostigar. También puede eliminar lo que llama “conducta odiosa” y que conlleva amenazas o acoso por motivos de raza, religión, género u orientación sexual.

El aviso que Twitter puede realizar se hará inmediatamente visible en el timeline o cuando se busque a esa persona o tweet concreto. Para ello, la red de microbloggin ha creado un equipo especial que se mantendrá alerta y estudiará este tipo de cuentas con el fin de determinar si están cumpliendo sus reglas. Entre otras cosas, la red pediría a la cuenta y, por tanto, a la persona que la gestiona, eliminar esa publicación. Cuando un perfil recibe dicho aviso, el tweet destacará menos tanto en la búsqueda, como en el timeline, así como en otro tipo de notificaciones que trata de resaltar los comentarios de personas influyentes.

A través de esta medida, la compañía quiere poner coto a las conductas abusivas de algunos líderes mundiales que no tienen pelos en la lengua a la hora de referirse a temas sensibles. Solo hace falta echar un vistazo al perfil de Donald Trump y ver que cada vez que “habla” se genera una gran expectación, llegando a influir en miles de personas de todo el mundo. De esta manera, se pretende que la responsabilidad que llevan aparejada estos políticos se puede ejercitar de una manera más prudente. Eso sí, no han faltado quejas, como la del propio hijo del presidente de Estados Unidos, dejando entrever una falta de libertad de expresión en la plataforma.

Foto: LS d’Avalonia