La ‘@’, el punto y la ‘i’

Un simple vistazo al título de este post, nos obliga a  aclarar que no hemos convertido el ejercicio de escribir en algo matemático, tampoco físico. La aparencia de fórmula que recoge es más bien empírica y se refiere a lo que desde fuera vemos cuando nos asomamos al balcón de Twitter.

TL de TwitterEl comportamiento del usuario en esta red social de la inmediatez en 140 caracteres se matiza al mismo ritmo que la popularidad de la plataforma se ha terminado de consolidar renunciando a las señas de identidad que le sirvieron, precisamente, como trampolín: conversación, interacción, opinión, transmisión, feedback… La ‘@‘ está en peligro de extinción porque ha dejado de ser seña de identidad de diálogo entre dos o más usuarios. Su uso transita más por el camino de la llamada de atención de marcas/instituciones y escaparates para que alguien lea algo, vea una foto o clique en un enlace antes que por aportar valor a un análisis de actualidad, preguntar por alguna característica técnica de una determinada aplicación o por intervenir en un debate especializado sobre marketing o comunicación en las redes sociales.

La ‘i‘ del punto es el ruido institucional. A poco que miremos atrás en alguna de las plataformas de monitorización online que han surgido al compás de la necesidad de medir el impacto de nuestra presencia en Twitter, percibiremos que los puntos fuertes tradicionales de la comunicación de las instancias oficiales (apoderarse de la agenda, convertir en titulares demagógicos la acción política,…) están también localizados en los 140 caracteres. Para muestra, el botón de las pasadas elecciones andaluzas, cuya apisonadora propagandística ha segado cualquier atisbo de conversaciones centradas en otros aspectos alejados de la agenda setting o de lo que hay que decir (lo políticamente correcto).

Lógicamente, existen aún otras temáticas de interés, pero profundizar en búsquedas para escapar del ruido no es algo que se le pueda pedir al ciudadano de a pie, es una tarea especializada que se queda en manos de los nuevos periodistas, aunque el adjetivo que acompaña en esta sentencia a los plumillas también queda en entredicho o al descubierto por la mala praxis o por el intrusismo (que también aterriza desde el ámbito tradicional al digital).

¿Abrimos la ‘@’ al debate del contenido de calidad periodística? Os esperamos en Twitter.

Posted by @os_delgado

 

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