Periodistas (del siglo XXI)

Más de 4.000 profesionales de la comunicación se han quedado sin empleo en España desde que comenzó la crisis. Si sumáramos los últimos despidos contenidos en los ERE de Prisa o Público, la incertidumbre en torno a la continuidad de la revista Don Balón o la precariedad con la que trabajan a diario redacciones basadas en la ley del máximo esfuerzo con la recompensa del mínimo sueldo, encontraríamos el panorama desolador por el que atraviesa hoy la profesión periodística en nuestro país.

El debate ya ha dejado de ser si el papel desaparecerá o si lo que ha cambiado han sido los soportes. El nuevo precepto pasa por la supervivencia individual de quienes creen en el flanco tradicional y de quienes han decidido apostar por la aventura empresarial. En los dos casos la rentabilidad sigue siendo dudosa, primero porque el papel ha perdido vigencia o porque en ámbitos institucionales o empresariales lo efímero o temporal es lo que prevalece para muchos; y, segundo, porque lo digital tiene una difícil teoría de la rentabilidad que aplicar. Entre ambos, quedan los inadaptados o, lo que es lo mismo, aquellos que aún están atados a los modelos hereditarios de la profesión o los que llegaron al tren de la tecnología tan a tiempo como para abrir camino a machetazos en la jungla de la actualidad.

La crisis es del sistema, quizás, pero en el periodismo la crisis es de un metasistema de poderes en el que los periodistas siempre han tenido un peso por encima de un sueldo. Hoy parece que el peso social de estos profesionales se equipara con el que atenaza a otros en tiempos de crisis: el del paro o el del mileurismo feroz.

El antídoto que se plantea en esta encrucijada profesional pasa por buscar oportunidades emprendedoras donde antes no las había, gracias a la eclosión y a la democratización de las nuevas tecnologías. Facilidades oficiales, siempre serán pocas, por lo que más numerosas tendrán que ser las oportunidades que de la puesta en común de buenas ideas surjan como avance de un futuro periodístico emprendedor, fresco, directo, sin esclavitudes, sin dictados ni codazos corporativos carentes de sentido que deshumanizan a quienes lo practican en defensa de aquellos que, tarde o temprano, los convertirán en carne de nuevos ERE.

 

Entradas relacionadas:

Armas periodísticas en internet

photo by @Marga_Ferrer

Deja tu comentario