CoderDojo es una expresión compuesta por la combinación de dos palabras de orígenes muy distintos. Mientras que Coder es una palabra inglesa que da nombre al profesional que se dedica a codificar, es decir, traducir la información al lenguaje del ordenador; Dojo proviene de la cultura japonesa y se emplea para referirse al “espacio destinado a la práctica y enseñanza de la meditación y/o las artes marciales”. Así, Javier Laporta (@javierlaporta), uno de los componentes de la realización del proyecto en MediaLab Prado en Madrid, la define como un “espacio de entrenamiento para programar información computacional”.

Esta iniciativa internacional surge en el año 2011 en Irlanda y busca enseñar a los niños y jóvenes a comprender y usar los ordenadores en unas sociedades donde el ordenador cada día adquiere mayor protagonismo. A los pocos años llegó a la capital española y no ha tardado en expandirse al resto del país. “Se decide abrir un intento de esa actividad aquí en Madrid, en el espacio MediaLab y enseguida aparece un grupo de gente interesada. Desde entonces llevamos ya cuatro años haciéndolo”, explica Laporta, “es una fundación internacional que tienen sedes en decenas de ciudades alrededor del mundo. En España se dan en Madrid, Barcelona, Almería…”.

Su trabajo está principalmente dirigido a niños y jóvenes con edades entre los 7 y los 17 años. Los mentores son “profesores voluntarios que vienen todos los sábados a enseñar alguno de los lenguajes de  programación. Tienen perfiles variados”. La experiencia tiene como objetivos que, a través de la programación computacional, el joven aprenda otros valores como el trabajo en equipo, trabajar en un proyecto conjuntamente en el que se ha de negociar o de llegar a acuerdos y, además, se les acerca a las posibilidades creativas que tiene la programación computacional. Laporta explica que “en un Dojo aprenderán habilidades tales como construir un sitio web, crear una aplicación o un juego, y explorar la tecnología en un ambiente informal, creativo y social”.

Los participantes están organizados por grupos, cada grupo aborda un lenguaje de programación y luego se reúnen todos los sábados por la tarde para ir aprendiendolo. Este aprendizaje se realiza a través de dinámicas, ejercicios o proyectos que tienen que desarrollar durante las sesiones. Cuando se le pregunta sobre las clases de informática que se dan en los colegios y, más tarde, en los institutos, Laporta explica que “son unas asignaturas que son muy abiertas, no están bien definidas. Creo que se debería potenciar, sobre todo al enfoque: entender cómo funcionan las  herramientas, no solo a usarlas, sino aprender cómo funciona y cómo se pueden cambiar y mejorar”.

Sharon Reguera

Foto: Marga Ferrer