Foto publicada en El País | Debate electoral con mujeres de las cinco principales formaciones políticas

¿Cómo se está comunicando el 10N en los diarios?

A 48 horas de una nueva jornada electoral, la cuarta cita con las urnas en cuatro años, parece buen momento para analizar el papel de los medios en la preparación de estos comicios. Como garante de la democracia, el periodismo debería ser lo más ecuánime posible –ya no objetivo, el concepto de objetividad está perdiendo peso en su condición de cuasi-utópico–, pero, una vez más, es fácil comprobar que la ecuanimidad aparece quebrada en casi todas las cabeceras del país.

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“Hablar por hablar es lo que marca la diferencia entre una buena pieza y otra que no deja huella”

La eterna cuestión periodística, también llevada al mundo del Derecho: ¿es mejor un abogado con nociones de periodismo para escribir sobre política y tribunales o a la inversa? En el caso de Beatriz Talegón (@BeatrizTalegon), su especialización (algo que destaca y subraya) se da en ambos campos. Actualmente es editora general de Diario 16 y colabora con medios como TV3, Cuatro, El Plural, La República, El Obrero o El Nacional.

Qué mejor ocasión que esta, en el Día de la Mujer, para charlar con ella sobre política, Derecho, tertulias, escritura periodística e, incluso, música y fotografía.

¿En qué ayuda a un periodista la formación en Derecho a la hora de analizar y de escribir sobre política?

Cuando tenía que elegir itinerario a la hora de estudiar en la universidad tuve muchas dudas. Siempre había querido estudiar Filosofía, pero también me atraía mucho el ámbito de la comunicación y del trabajo social. Finalmente, por cuestiones casuales, decidí estudiar Derecho pensando que sería una herramienta fundamental para cualquier cuestión en mi vida. Y así fue. El estudio del Derecho te aporta seguridad, conocimiento del entorno en todas las facetas imaginables y, desde luego, con el periodismo encaja a la perfección. Sobre todo, cuando te dedicas al análisis político, como es mi caso, conocer las normas, los ordenamientos jurídicos y el funcionamiento de la legislación es clave para poderlo explicar de la mejor manera posible. Un periodista al fin y al cabo ha de trasladar información y explicarla. Siempre es muy útil conocer de una materia para poder entenderla y así transmitirla correctamente.

¿Cómo valoras el panorama actual de la política de nuestro país de cara a las elecciones de abril? ¿Cómo se está comunicando a través de los medios generalistas?

La comunicación no está en su mejor momento en cuanto a la calidad que se está ofreciendo a la ciudadanía. Es una herramienta fundamental en un estado democrático, puesto que constituye un pilar fundamental para que pueda configurarse una opinión pública adecuada, que debe conformarse siempre en base a información veraz y a opiniones que tengan argumentos fundamentados. Por desgracia actualmente contamos con posibilidades que nunca antes habían existido: las nuevas tecnologías nos permiten acceder a la información de manera casi ilimitada. Sin embargo, la falta de rigor y los intereses que se esconden detrás de las líneas editoriales están generando una cantidad de “información” inexacta, manipulada e interesada que hace imposible conformarse una opinión en base a datos y a hechos contrastados. Es peligroso porque el riesgo de manipulación es muy elevado. Y esto, de cara a los comicios que se han anunciado tiene muchos riesgos y muy elevados. Blanquear formaciones que en realidad esconden intereses muy peligrosos para la convivencia o criminalizar opciones que apuestan por una mayor democratización es la principal evidencia que estamos viendo en estos tiempos. Y la consecuencia directa: el aumento y el auge de la extrema derecha. ¿Por qué? Precisamente por la falta de información veraz y por los grupos de poder que precisamente se benefician de la presencia de estas formaciones en cuanto a lo que su acceso al poder se refiere. Les financian, les apoyan, les dan voz en los medios y les blanquean para generar aceptación. En ese momento estamos y no pinta bien el futuro inmediato en lo que al acceso a la información veraz se refiere.

¿Qué no puede faltar y qué puede sobrar en un artículo de opinión de un medio generalista?

Para hacer un artículo de opinión que perdure en el tiempo, que sea de utilidad para los lectores y que sirva para una reflexión colectiva es importante informarse antes de escribirlo. Buscar datos, buscar distintas perspectivas y tratar de aportarle al lector una idea clara de tu postura. Sobre todo, argumentada, bien argumentada, aportando todos los datos que sea posible, sin llegar tampoco a aburrir ni abrumar. Es importante, al menos en mi opinión, que el lenguaje se adecúe al público al que te quieres dirigir: no caer en tecnicismos, intentar que la lectura sea amena y no olvidar qué mensaje quieres dar, manteniendo siempre la coherencia y un hilo argumental entre todos los artículos que publicas.

¿Cuáles son las claves para participar en una tertulia política para televisión a nivel periodístico y ‘no morir en el intento’?

Para mí es clave hablar siempre con educación y sin faltar el respeto de los demás tertulianos. No entrar en las provocaciones, a no ser que realmente tengas previsto dejar en evidencia algún argumento de manera contundente. Es sencillo que, si no estás acostumbrado, te apabullen y pierdas tus posibilidades de hablar (depende de la tertulia, del moderador, de los contertulios); en España es habitual que las tertulias no estén orientadas a aportar información sino a aportar disputas y la sensación de polarización. Esto, por ejemplo, en otras cadenas no se produce y es un placer tanto para el tertuliano como para el espectador poder hablar de manera tranquila, tener tiempo suficiente para elaborar tus respuestas y aportaciones y con un buen moderador, puedes realizar una aportación que sea realmente útil. Pero has de estar preparado para cualquier tipo de contexto y normalmente lo habitual es que sean terrenos hostiles donde no te dejarán hablar, tratarán de alterarte, de despistarte, de poner en tu boca lo que no has dicho y de poner sobre la mesa información incorrecta para que hables sobre ella sin percatarte de los errores capciosos.

Cómo músico, ¿deja tiempo el periodismo y la abogacía para desconectar con la música?

Hace tiempo que quiero poder sentarme al piano durante un par de horas seguidas. Hace meses que quiero conseguir unas partituras concretas para poderlas estudiar (Nora Jones). Pero, sinceramente, es algo que vas aparcando y que al final nunca llega. Estudié muchos años de piano, y si en aquellos tiempos me hubieran dicho que pasaría meses enteros sin tocar, no me lo habría creído (hablo de aquellos tiempos en los que estudiaba una media de dos o tres horas al día). Pero el trabajo, los hijos y las estancias fuera de casa hacen que la música, tan necesaria, nunca encuentre su momento. Y es una pena. La música te sirve para desconectar esas partes del cerebro que tienes normalmente hiperactivas; activas otras partes, conectas otros sentidos. Buscas sonidos, sensaciones. Lo que hago de un tiempo a esta parte, y también lo echo de menos porque querría hacerlo más de lo que lo hago, es cantar con Carlos, mi pareja, que es músico. Pero ahora que tenemos peques, por las noches procuramos ya no hacer ruido. Así que es una tarea pendiente la de retomar las notas. La música te conecta con otras personas, con sentimientos, con emociones. Es muy positivo tener esta vía de escape. La fotografía es otra herramienta que me permite evadirme y volar, pero me ocurre lo mismo: hace años que tengo pendiente poner en marcha mi cuarto oscuro. Allí el tiempo pasa, vuela, y con la luz roja todo es diferente.

¿Qué mensaje darías a aquellos y a aquellas estudiantes que llenan las facultades de Periodismo en la actualidad? ¿Hay cabida para ellos en el panorama laboral de la profesión?

Les animaría a especializarse en temas concretos. Los que consideren, y todos los que les llamen la atención. Falta gente que hable de cosas que saben. Hablar por hablar es lo que marca la diferencia entre una buena pieza de información y otra que no deja huella. Les pediría que, sobre todo, mantengan el pilar de la coherencia y la honestidad, como a cualquier otra persona, pero asumiendo la responsabilidad que su trabajo conlleva para construir una sociedad más democrática, mejor informada y, por tanto, más libre. Les propondría que vivieran mucho. Que conocieran distintas realidades y que relativizasen todo antes de escribir manejados por líneas editoriales de las que desconocen sus verdaderos entresijos.

Por @casas_castro
Foto de EFE/Paz Val

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“El techo de cristal afecta a todas las profesiones por muy feminizadas que estén”

La periodista Cristina de la Hoz (@delahozm) es un claro ejemplo de la importancia y la enorme presencia que la mujer ha tenido en la información política (y, por supuesto, también en el resto de temáticas) desde la llegada de la Democracia a nuestro país, a pesar de que, como ella misma indica, los altos puestos de las grandes cabeceras han estado reservados a los hombres durante 40 años hasta el ascenso directivo de Soledad Gallego en El País. En la actualidad De la Hoz escribe sobre esta área periodística en el diario digital El Independiente.

¿Cómo defines la buena práctica periodística?

Honestidad, curiosidad y espíritu crítico. Y, con esas herramientas, ejercer un oficio de enorme responsabilidad porque el producto de ese trabajo configura en mayor o menor medida el estado de opinión pública en las sociedades democráticas. Sirve para cualquier ámbito de la información, pero de manera muy especial para el área política. ¿Eso significa que no se pueden cometer errores? En absoluto, pero nunca guiados ni por la mala fe ni por intereses inconfesables.

¿Cómo era el periodismo que se ‘respiraba’ en las grandes cabeceras en los 80 en comparación con la actualidad?

Mi experiencia en la década de los ochenta es limitada porque no comencé a formar parte de la plantilla de una redacción hasta muy avanzada esa década. Recuerdo, quizá más por la edad que yo tenía entonces, una enorme efervescencia. Eran las cabeceras de papel las que marcaban la actualidad del día, los grandes referentes y la sensación (cierta) de que sobre ellos se sostenía el pilar de una democracia aún muy joven.

¿Era difícil para una mujer prosperar en una profesión todavía bastante masculina en aquella época?

Curiosamente la información política siempre ha tenido un fuerte componente femenino en democracia. Si se atiende a los que fueron los grandes referentes periodísticos de la Transición, los nombres más importantes son los de Victoria Prego, con la que tengo el honor de trabajar en El Independiente, y Julia Navarro. Actualmente la situación no es muy distinta. Somos mayoritariamente mujeres las que informamos sobre el Gobierno y los distintos partidos políticos. Otra cosa es que esa presencia se traduzca en la asunción de responsabilidades y cargos en el staff periodístico. No deja de ser llamativo que hayan tenido que transcurrir cuarenta años desde la celebración de las primeras elecciones democráticas para que una cabecera de papel de ámbito nacional tenga a una mujer al frente como es el caso de Soledad Gallego en El País. Pero el “techo de cristal” afecta a todas las profesiones por muy feminizadas que estén.

¿Cuáles son las claves para realizar periodismo político de calidad y que capte la atención del lector?

Fundamentalmente ser conscientes de que en política todas las fuentes responden a intereses personales o de partido, salvo que el grado de confianza alcanzado permita una comunicación sincera. De ahí la importancia de discernir la verosimilitud de la información y contrastarla. Asimismo, hay que huir de la práctica cada vez más generalizada del periodismo declarativo que tanto interesa a las formaciones políticas para vender su mensaje. Aunque es difícil sustraerse a una actualidad que nos arrolla, es necesario abandonar el carril informativo. Por otro lado, si bien el actual formato digital necesita captar la atención del lector entre la enorme oferta que hay, el periodismo político de calidad no puede centrarse en la búsqueda de visitas. Es esa calidad la que debe actuar a modo de señuelo del lector.

¿Qué reflexión haces sobre tu libro Pacto de caballeros y su influencia, 16 años después de su publicación?

Se hizo en un contexto de cierta normalidad política, si lo comparamos con lo que ha ocurrido en este país desde el año 2014 (aparición de nuevas formaciones políticas, abdicación real, repetición de elecciones, desafío independentista en Cataluña, etc.). Acontecimientos que nunca hubiéramos imaginado en tan corto periodo de tiempo. Creo que el libro retrata una época y una forma de hacer política que ahora ha saltado por los aires. Me gusta echarle una ojeada y ver lo que ha sido de esos protagonistas 16 años después: Rodrigo Rato, Francisco Álvarez-Cascos, Jaime Mayor Oreja, etc. Personas que lo fueron todo. De aquella etapa quedaron dos supervivientes: Mariano Rajoy y Javier Arenas, hoy también en retirada.

¿Qué futuro le ves a los jóvenes que en la actualidad estudian Periodismo en nuestro país? ¿La clave de su mantenimiento en la profesión se encuentra solo en el mundo digital?

Nuestra profesión ha sufrido una enorme e irreversible transformación. Ya no son sostenibles las grandes redacciones ni, por ejemplo, esas redes de corresponsales en el extranjero que daban prestigio a las cabeceras. El papel languidece y resistirse a ello es un ejercicio de melancolía. Eso afecta tanto cuantitativa como cualitativamente a los profesionales del periodismo, porque si bien han proliferado los medios digitales, es una actividad devaluada en lo económico. Ahora bien, hablar del mundo digital no es en absoluto incompatible con la calidad. Creo que un buen ejemplo es El Independiente, donde no hay una sola información cuyo único objetivo sea intentar inflar el número de visitas. Ni ‘zascas’, ni titulares-cebo, ni vídeos de supuestas celebridades. Nada de eso. Cuando me reúno con jóvenes estudiantes en la escuela de Periodismo Manuel Martín Ferrand sólo les pido dos cosas: esto es, que sean exigentes con la calidad de la información que consumen en la red, sin dejarse distraer por la gran cantidad de basura que circula por ella, y que salgan de las redacciones a buscar la información. El futuro de los nuevos periodistas es complicado, pero tampoco hay que olvidar otros formatos como la radio o la televisión, menos afectados, sobre todo el primero, por la reconversión del sector.

Por @casas_castro
inaki-ellakuria

“Podemos estar ante un periodo dorado para el periodismo”

El atentado del 11-M, la presidencia de Zapatero, la crisis del estado catalán, el reinado de Felipe y el auge de la política de Podemos y de Ciudadanos son los hitos acaecidos en nuestro país que el periodista Iñaki Ellakuria subraya como imprescindibles en su trabajo como redactor de La Vanguardia. En la carrera de este profesional de la información también destaca el Premio Internacional de Periodismo Rey de España 2006 que recibió por su investigación junto al periodista Eduardo Martín de Pozuelo sobre los ‘documentos desclasificados de Estados Unidos’.

¿Cómo define la buena labor periodística?

Informar desde el rigor y la honestidad, ya sea de un partido de fútbol, un escándalo político o un incendio devastador. Esa es la esencia, pero también intentar llevar al ciudadano todos aquellos datos y hechos que los poderes fácticos tratan de ocultar o disimular.

¿Qué balance rápido haces de tu trayectoria como periodista desde tus comienzos?

Por un lado, he vivido en primera persona la transformación tecnológica de las redacciones. Lo bueno (la rapidez y la inmediatez de las nuevas herramientas) y lo malo (una tendencia a la vulgarización de los trabajos periodísticos, la deshumanización de las redacciones, etc.). Empecé de becario en la redacción de ABC en Barcelona. Era el año 2001, un momento en el que Internet era una anécdota en el trabajo periodístico. Casi ni el correo electrónico se utilizaba, con, por ejemplo, crónicas enviadas todavía por fax. El cambio en ese sentido ha sido abismal. Por otro lado, he cubierto como redactor de política en La Vanguardia un periodo muy intenso, con el atentado del 11-M, la presidencia de Zapatero, la crisis del estatuto catalán, los gobiernos tripartitos en Catalunya, el fin de ETA, el inicio del proceso independentista, el reinado de Felipe, el auge de la “nueva política” con Podemos y Ciudadanos. Da cierto vértigo recordarlo.

¿Cuáles son las claves para la elaboración de una pieza periodística sobre política de manera eficaz y de calidad?

Primero, una buena estructura y un redactado claro, ágil y conciso. Muchas veces tendemos a olvidar que el lector no tiene por qué estar informado sobre aquello que estamos explicando. Otro error es confundir los géneros, olvidando por ejemplo que previamente a la opinión es esencial que el lector tenga todas las claves informativas. La interpretación de los hechos y su contextualización, imprescindibles en una pieza de política, no deben confundirse con la opinión. Segundo, conocimiento de primera mano, es decir, saber y conocer bien de lo que se va a escribir y utilizar buenas fuentes y, a poder ser, propias.

¿Cuál es el panorama actual de la política en nuestro país y su tratamiento periodístico?

Como sucede con la cuestión catalana o en Estados Unidos con Trump, se tiende al espectáculo. Y no es responsabilidad solo de los medios. El flujo de información permanente que generan las redes sociales empuja a los medios y a los políticos a generar contenido a todas horas, lo que reduce a la fuerza la calidad del debate político y de los productos periodísticos.

¿Crees que Puigdemont está copando demasiadas páginas de política en los medios digitales y en papel?

Sin duda, la estrategia de Puigdemont es seguir en el centro mediático. Necesita estar en el centro del debate para no convertirse en una anécdota y, hábilmente, lo está consiguiendo. Como periodista que es y experto en nuevas tecnologías y redes sociales, está con sus tuits, mensajes, reuniones y ocurrencias nutriendo a los medios.

¿Qué opinión te merece el tratamiento que se está haciendo de la política catalana en los medios nacionales?

Hay de todo. No me gusta que se trate un problema tan grave como una suerte de espectáculo deportivo, pero la tendencia de cubrir todo desde la hipérbole sensacionalista es un vicio muy extendido. Hay mucho ruido, poca reflexión. Pero en general, y al margen de las posiciones editoriales de cada medio, las informaciones sobre Cataluña que salen en medios de Madrid están hechas por grandes profesionales que son catalanes o que viven en Catalunya y, por lo tanto, conocen bien lo que pasa.

10 años después de la publicación de La guerra ignorada, ¿cómo definirías el papel que tuvieron los espías españoles que ayudaron a los aliados en la II Guerra Mundial?

Fueron en muchos casos héroes anónimos. Es muy conocido el caso de Joan Pujol, alias “Garbo”, pero, como explicamos en el libro, hubo muchos otros que participaron activamente, incluso pagando con su vida por ello, en esa guerra soterrada. Tanto con las agencias de inteligencia aliada, como la alemana y la italiana. España fue pese a su neutralidad uno de los escenarios de la II Guerra Mundial.

¿Hay futuro para los jóvenes que estudian Periodismo actualmente en las facultades españolas?

Si bien es cierto que los principales medios, tanto de prensa escrita como de televisión, están en plena crisis por la revolución tecnológica, al no encontrar la manera de conseguir los suficientes ingresos para mantener una estructura profesional que garantice sus estándares de calidad, podemos estar ante un periodo dorado para el periodismo. Las nuevas tecnologías ponen al alcance de muchos periodistas herramientas impensables hasta hace pocos años.

Por @casas_castro

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“La dependencia de la publicidad institucional prostituye el periodismo”

El periodista Agustín Rivera (@agustinrivera) trata de buscar y contar historias desde que empezó su carrera profesional en Diario 16. Desde entonces ha pasado por El Mundo como corresponsal en Tokio y enviado especial a 14 países y por El Confidencial, donde es delegado de Andalucía desde 2009. Además, es doctor en Periodismo y profesor asociado de la Universidad de Málaga. También ha escrito dos libros basados en una investigación periodística: El Cortijo andaluz. Treinta años de subvenciones, enchufismo y despilfarro (La Esfera de los Libros, 2012) y Manuel Alcántara, la edad de oro del boxeo. 15 asaltos de leyenda (Libro del K.O., 2014), junto a Teodoro León Gross.

¿Por qué decidiste ser periodista y qué te ha dado esta profesión?

Es vocacional. Desde pequeño quería serlo y tenía claro que deseaba estar en los sitios importantes y contar historias. Pude conseguirlo y, hoy en día, lo sigo haciendo.

Te defines como un periodista “que busca y cuenta historias”. ¿Cuál ha sido las que más te ha emocionado o la que más te ha costado dar?

Recuerdo cuando hice la cobertura para Diario 16 del 50º aniversario de la bomba atómica sobre Hiroshima. Tenía apenas 23 años y fue una experiencia bastante dura por conocer a algunos de sus supervivientes y su museo. Ello me impulsó a seguir contando noticias humanas. Este tipo de envíos internacionales te los permite el trabajar en medios grandes, además de poder trabajar en diferentes áreas y no anquilosarte.

¿Qué te ha aportado como periodista ser enviado especial a diversos países de los cuatro continentes?

Salir de una ciudad no muy grande como Málaga, te abre mucho la mente. De hecho, a todo periodista joven le recomiendo salir fuera para conocer otras lenguas y culturas y crecer en la profesión. Supone un valor añadido con respecto a otros compañeros que no se mueven fuera.

¿Cuál es el panorama de la prensa en Andalucía, y en Málaga en concreto?

Desde que empecé en los noventa como corresponsal en Málaga de la edición andaluza de El Mundo hasta ahora, que llevo siete años como delegado en Andalucía de El Confidencial, la situación política y socioeconómica ha cambiado mucho. En estos siete años he visto a tres presidentes de la Junta de Andalucía y hacer prensa en esta comunidad no es fácil, porque hay un “cortijo andaluz”, como indico en mi libro, que condiciona mucho el trabajo, sobre todo, la dependencia de la publicidad institucional, que prostituye el periodismo.

¿Qué sacaste en claro de tu investigación en El cortijo andaluz? ¿Y al compararlo con la situación actual?

La alternancia política es muy buena y Andalucía debe tenerla, aunque no sea obligatoria, para que haya más transparencia y apertura de ventanas, a pesar del riesgo de la inestabilidad que siempre se tiene por el cambio. En los ayuntamientos en los que se ha dado esta alternancia, tanto del PSOE como del PP, ha habido un cambio muy positivo en sus gestiones. Pero si, a nivel autonómico, los votantes quieren que siga el PSOE, con o sin Susana Díaz, que así sea. Además, el PP no es todavía suficientemente fuerte aquí, y Ciudadanos tampoco.

¿Cuáles son las claves para que una noticia se haga con calidad y no pierda interés?

Que haya un interés humano, que afecte al mayor número de personas posible y que esté muy bien contada y verificada. Es mejor tardar dos horas más en entregar un texto que hacerlo de forma precipitada e incompleta o incorrecta.

¿Cómo te enfrentas al miedo al folio en blanco a la hora de arrancar la escritura de un libro o de una noticia?

Más que miedo al folio en blanco, lo tengo al titular en blanco, porque es lo que más llama la atención y lo que más se lee. En cuanto lo tengo, además de los primeros párrafos, ya me quedo tranquilo. El vértigo todavía lo tengo y es bueno porque te genera dudas y ver las cosas desde diferentes puntos de vista. Es importante no aburrirte a ti mismo con lo que escribes para que no suceda lo mismo con el lector.

¿Alguna cosa más que quieras añadir?

No estamos en una edad negra para el periodismo, sino de oro. La crisis está en las empresas periodísticas, pero es un momento fantástico para estudiar periodismo y para ejercer. No hay tanto empleo como antes, pero quien es bueno en el periodismo, puede hacer cosas interesantes. Es una profesión maravillosa e imprescindible para que los ciudadanos tengan una información veraz y solvente.

Entrevista de @casas_castro
Foto de Carlos Díaz (El Mundo), tomada del blog agustinrivera.com