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Periodistas autónomos y el reto de la profesión

Muchos profesionales del periodismo han tenido que pasar a ser freelance o, mejor dicho, periodistas autónomos, desde que comenzara la crisis. La dificultad de encontrar trabajo como asalariados ha hecho que un 25% de los que trabaja en medios de comunicación y un 27% de los que lo hacen en gabinetes de prensa empresariales o institucionales son autónomos. Además, muchos han tenido que crear su propio medio o empresa.

Según la Federación nacional de Trabajadores Autónomos (ATA), 15.000 periodistas se dieron de alta como trabajadores por cuenta ajena en los últimos ocho años. Una cifra nada desdeñable, pues muchos compañeros se encuentran trabajando en estas condiciones de forma precaria y mal remunerada. De hecho, ATA indicó a EFE el año pasado la preocupación que existe por el crecimiento de esta figura en el sector periodístico. Por ello, indicaron que quieren trabajar para “evitar que el binomio periodistas-autónomos signifique un trabajo precario”.

Las condiciones que se ofrecen a los periodistas autónomos de los medios de comunicación son muy inferiores a si hubieran sido asalariados. Y ello pese a realizar el mismo trabajo o, incluso, mayor. Unas condiciones que denunció la presidenta de la Asociación de Prensa de Madrid, Victoria Prego, subrayando que, de esta manera, se ha expulsado “de la seguridad laboral a miles de periodistas”, dejándolos “desamparados” tanto económica como laboralmente. Por ello, en el Informe de la Situación Periodística de 2017 se hace hincapié en la idea de que el 79% de los periodistas afirma que son autónomos porque las circunstancias les han obligado.

Asimismo, el informe recoge que la edad de los periodistas autónomos oscila entre los 30 y los 44 años y se encuentran en esta situación desde hace menos de cinco años. El 37% de ellos trabaja en medios, mientras que el 42% son comunicadores. Desglosando este último punto, un 37% trabaja en medios nativos digitales, 32% en revistas en papel y un 20% desarrollan contenidos digitales en medios convencionales. A ello se añade este dato: el 50% afirma que colabora con más de una empresa a la vez, lo que viene a señalar las condiciones precarias en las que se encuentran. Esto es, el 46% de los periodistas autónomos cobra menos de 1.000 euros, un porcentaje que desciende entre los comunicadores (33%).

En definitiva, se trata de una situación que afecta, en primer lugar, a los propios profesionales del periodismo, a sus condiciones laborales y vitales. Y, en segundo, a la ciudadanía, pues la calidad de las noticias queda mermada. Parece que la máxima “sin periodismo no hay democracia” aún está muy lejos de conseguirse por las condiciones laborales tan delicadas en la que vive un sector fundamental para la sociedad. Todo un reto que, desde el sector, se espera que se solvente para poder ofrecer información elaborada por profesionales que trabajan en condiciones dignas.

Futuro y periodismo en versión 2.0

Internet ha irrumpido en nuestras vidas y, sin duda, lo ha hecho para quedarse. Hace apenas unos días leía que la publicidad online ha crecido un 14.4% en el primer semestre del presente año, situándose como el tercer soporte predilecto en nuestro país con una inversión que ya alcanza los 431.95 millones de euros. Poco después, escuché las palabras de Javier Rodríguez Zapatero, director general de Google España, Portugal y Turquía, quien remarcaba cómo la Red había cambiado el modelo de negocio de numerosas empresas y llegó a vaticinar que la desaparición de este medio supondría la pérdida del 76% del PIB del país.

Estudio Periodismo. Confío en ser licenciada en ello por la Universidad de Valencia el próximo mes de junio. Y cada vez que llegan a mí datos semejantes me pregunto cómo hay quien todavía se pregunta si hay futuro para los profesionales de la información. Y mi asombro es máximo cuando otros achacan la actual situación de éstos a los soportes de tipo digital. ¿Qué les pasa? Transmisión inmediata de información, interacción continuada con los lectores, conexión global, acceso multitudinario… Estas son algunas de las ventajas que Internet ha aportado a la comunicación. ¿No deberíamos, por tanto, acusar más bien un problema de formas que de medios? ¿No será que el único problema existente es que aún no se ha dado con la fórmula para hacer de un medio digital un medio rentable?

Los textos de poca calidad, la injerencia profesional, la escasa conciencia crítica, la baja estima de los trabajadores o la excesiva dependencia de la publicidad que tanto se denuncian últimamente no son más que vicios heredados de la que llaman ‘la última época dorada del periodismo’, ésa que tuvo lugar en los medios tradicionales. Pero ahora toca un cambio de paradigma. Comenzaba el artículo ejemplificando cómo otras doctrinas ya están en ello: publicidad, negocios… ¿Por qué no empezar nosotros también? Nadie dijo que la adaptación a un nuevo savoir faire fuera fácil, pero las situaciones de cambio son siempre idóneas para innovar, arriesgarse y probar otras recetas de éxito. El pasado mes de marzo, un valiente, The New York Times, decidió empezar a cobrar por el acceso a su edición digital. Ahora presume como paradigma del contenido de pago. Mientras, otros medios nos aleccionan acerca de calidad y éxito informativo en la Red, como es el caso de The Huffington Post o ProPublica.

Quizá sea porque estoy iniciándome en la que espero que sea mi profesión y me niego a ver el futuro tan negro como algunos lo pintan. Quiero pensar que la supervivencia del periodismo dependerá de la capacidad y del talento de quienes lo practican –o lo estamos intentando–. “Será un inmenso quiosco”, leí hace tiempo en un artículo de Maruja Torres. Me quedo con esa definición.

posted by @LaBellver

Rutinas periodísticas de verano I (Ibiza)

En Ibiza, la actualidad periodística del verano está condicionada por la afluencia masiva de famosos a la isla. Para un lugar que durante el resto del año lo único que remueve los cimientos de la rutina son los conciertos de alguna estrella fugaz de paso por Las Dalias o las incursiones de líderes políticos de gira en tiempos electorales, la importancia que se le da en las redacciones a la cobertura de los insignes famosos es máxima.

Como el periodista de sucesos, que vale lo que su agenda de contactos dentro de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado o de los tribunales; el periodista encargado de afrontar la llegada masiva de famosos a la isla desde una perspectiva periodística, la de buscar la entrevista directa más allá del ‘posado’ de revista del corazón, la de dar coherencia informativa bajo la forma de una crónica o reportaje de color, vale lo que pesan sus contactos. Una agenda que se forja el resto del año en los puntos estratégicos de afluencia de deportistas, actores, cantantes y otra gente de bien.

Ese trabajo significa para el periodista una estrategia repetida basada en hacer otro tipo de posados, los de nalgas en los taburetes (no siempre acolchados) de los chiringuitos de ses Salines durante guardias eternas, en el aeropuerto vigilando las llegadas, en tiendas del puerto de Ibiza, en el quiosco donde compran libros y prensa los personajes VIP, en el estanco donde adquieren tabaco, en el dique seco donde se revisan los yates antes de botarlos… Lo que, a su vez, requiere ir equipado de un poemario de recursos dialécticos, de contexto informativo (documentación), líquidos, sonrisas y paciencia.

Sin embargo, es un episodio que no siempre termina en buen puerto; a veces tus contactos quedan lejos en ocasiones de los del periódico de enfrente, bien porque el peso comercial que ejercen sus respectivos equipos en sitios de anunciantes pesa más que la destreza informativa (la pela es la pela), bien porque el contacto te falla en el momento en que se deja seducir por los encantos del oportunismo de quien llega antes.

Aún así, en tiempos de copia y pega, de reportajes servidos a golpe de cuestionario respondido por correo electrónico, de entrevistas realizadas mediante telefonazo, o de trajes y corbatas impuestas desde la oficialidad, siempre adereza la canícula veraniega de la profesión recordar rutinas de periodismo salvaje.

Photo by @Marga_Ferrer

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