La adquisición de Twitter por parte de Elon Musk y el ruido que ha significado su llegada, tanto social como laboral, ha perjudicado seriamente a la imagen y a la reputación de la compañía. Quizás a sabiendas de que iba a ocurrir, el magnate parece haber querido pulsar el botón de reset para reiniciar el pajarito azul. Con todo, y en esta transición incierta, ¿mantiene la red social su vigencia como canal de comunicación eficaz?
Numerosas han sido las grandes empresas que, en las última semanas, han dado la espalda a Twitter, como los usuarios que han continuado su recurrencia de mensajes e interacciones en el canal. Independientemente del factor empresarial y de sus condiciones extraordinarias, la comunicación ha seguido fluyendo y fluirá, por lo menos hasta que haya un muy improbable parón, consecuencia de que el reseteo mencionado se agudice.
De ahí que, cuestiones morales o de principios aparte, incluso las estrictamente comerciales, Twitter continúa su carrera como actor principal del tablero de la comunicación online, como influencer de las relaciones públicas o como canal de información utilizado por los principales medios de comunicación, periodistas, instituciones y empresas con una audiencia objetivo enfocada al consumidor.
Por lo tanto, mientras el estatus de la red social mantenga su influencia y capacidad de penetración entre públicos-objetivo locales y especializados, Twitter revalorizará al alza su capacidad de influencia, incluso en estos tiempos de transición hacia la nada o hacia el reinicio de toda su estructura. Quizás el Musk haya optado por la eutanasia controlada de su paciente para valorar el estrés al que puede ser sometido antes de renacerlo.
Mientras, desde este lado de la ignorancia seguiremos confiando en Twitter como la red social de la inmediatez, de la información periodística, de la prescripción ‘marketer’ y de la generación de comunidades online con valor especializado.