Viñeta de El Roto para El País

El humor gráfico en el periodismo de hoy

Las viñetas suelen funcionar como los gags humorísticos engarzados en las películas de acción: son un respiro cómico que relajan la tensión del relato sin llegar a detener el flujo de la información. Chiste con el que te alivias entre noticia de accidente y reportaje de corrupción. 

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Los partes de guerra de la #influencer Radio Villarejo

La fonoteca de RNE no está mal, la verdad, pero ni punto de comparación con las grabaciones coleccionadas por el excomisario José Manuel Villarejo en los últimos treinta años. Cuando Franco decidió montar la radio “del bando nacional” para ofrecer el parte de guerra diario desde el cuartel general de Burgos jamás sospechó que un policía cordobés perfeccionaría el poder de las grabaciones de partes de guerra como arma de destrucción masiva. Como instrumento de propaganda para desgastar al enemigo. Que en el caso de Villarejo es transversal, como el amigo.

Es cierto, todo sea dicho, que la limpieza de los audios de Radio Villarejo no es óptima. Se diría que es analógica tirando a cutre pero no cabe duda de que José Manuel está triunfando con temas de hace diez años y sin parir medio #hastahg. Y con una producción, la de colocar micros escondidos, nada fácil. Que se lo digan al detective de Método 3 que tuvo que enterrar la alcachofa en un centro floral en La Camarga durante el vis a vis entre la entonces jefa del PP catalán Alicia Sánchez Camacho y Victoria Álvarez, exnovia de un Pujol.

Villarejo es una franquicia de radio cloaca con una audiencia generalista que difunde para cualquier medio y sobre un variado contenido. Desde las “corinnadas” del Rey Juan Carlos con la princesa Zu Sayn-Wittgenstein hasta las andanzas del Pequeño Nicolás, pasando por Bárcenas, los trapicheos de Ignacio González, en porcentajes o en áticos, la guerra fría contra el procés, los fraudes de Gao Ping, interferencias entre agentes de la policía y del CNI… Al jubilado más activo de la historia reciente de España le pasa como a su amigo Balta: según cómo le va el baile al político, empresario o medio de comunicación (en sus derivadas que enlazan con los poderes fácticos que no pasan por las urnas con la prensa), así se le considera. Cuando Balta despliega operativos antidroga por tierra, mar y aire, Baltasar Garzón es un héroe. Cuando acompaña a Felipe González en listas, cuando dimite, cuando intenta despejar la X de los Gal, en la instrucción Gürtel o en su impulso del reconocimiento a las víctimas del franquismo va generando por igual olés y abucheos según el público.

Salvando distancias siderales, lo mismo le sucede a Villarejo. Cambia la percepción mediática, pero él es el mismo. Un tipo con más peligro que un Miura toreado, un policía que más que al servicio público se ha dedicado al autoservicio. A coleccionar información sacada hasta por la vía “vaginal”, que diría él, para chantajear a empresarios, políticos y al periodismo para así facturar dinero y poder.

En las dos últimas embestidas de este Cruz al Mérito Policial con distintivo blanco se ha evidenciado el bosque de intereses del ecosistema mediático. Toda fuente es interesada. Villarejo, el primero. Hay que valorar hasta qué punto distorsiana la veracidad de la información. El excomisario es tóxico, efectivamente. Más que el reactor de Chernobyl, una agencia de comunicación de fango. Pero de los audios interesa saber, sobre todo, si están o no manipulados en su edición.

La andanada sobre Corinna y las presuntas comisiones del Rey Juan Carlos en obra pública de Oriente Medio acabó siendo archivada por la Justicia por falta de indicios y por la inviolabilidad del monarca emérito. Los medios recibieron aquel serial, publicado inicialmente en el OK diario de Eduardo Inda, como un “chantaje al Estado”, en versión de La Razón o ABC o como la confirmación de las sospechas incubadas sobre silencios y tabúes de la Monarquía. En esta línea editorial militan El diario.es o Público, entre otros.

La última entrega de la cintateca Villarejo ha llegado a través del digital Moncloa.com. Con apenas un mes de vida, ha servido la exclusiva de los audios que evidencian que la ministra de Justicia, Dolores Delgado, y Baltasar Garzón son Lola y Balta para Villarejo. En la comida celebrada en octubre de 2009 en el Rianxo, a la que acudieron otros tres mandos policiales, el excomisario registró en su grabadora chismorreos (por ejemplo, sobre Marlaska) o “presuntos” de más enjundia, como las supuestas prostitutas menores de Cartagena de Indias, pero, sobre todo, se evidenció que el poder, en su versión cloaca, no entiende de partidismos.

Como siempre, unos subrayan el mensaje y otros se centran más desempolvar los trapos sucios del mensajero: Villarejo y la web Moncloa.com. Pocas veces un medio tan joven se destapa con un serial de tanto calado. Dilucidar si el mensajero es directamente Villarejo resulta clave para conocer si la filtración se enmarca en una estrategia judicial de presión por parte del excomisario encarcelado en Estremera. Digitales como El Independiente han entendido que en este caso el medio es el mensaje. Público, por su parte, ha seguido buceando en las cloacas de Interior para denunciar el juego sucio del excomisario. El País o la Cadena Ser se han empleado también a fondo. El director de la web de los audios, Joaquín Vidal, ha negado en cada aparición en La Sexta que la mano de Villarejo esté meciendo la exclusiva. El entorno de Villarejo también lo niega. Pero la Ser ha revelado que hay conexión. Moncloa.com está editada por Mercados y Estilos de Vida S.L., una sociedad constituida el 20 de septiembre de 2016. Su administrador es Alejandro Suárez, quien fue presidente del diario Qué! y de la revista Capital tiene un amigo y socio en común con Villarejo: el empresario Antonio Codías.

La supuesta conexión del excomisario de los bajos fondos con Moncloa.com para bombardear a la Moncloa offline está ya siendo investigada por el magistrado Diego de Egea, que ha pedido los audios. Mientras la mayoría de los medios jaleaba la publicación de estos registros sonoros, El País censuró que se difundiesen conversaciones privadas con intención, decía el diario, de “extorsionar al Estado”. “Nadie nos va a chantajear”, sentenciaba la ministra Delgado para jurar que no pensaba dimitir. “La libertad de expresión no lo resiste todo. Tendremos que empezar a mirar en qué tipo de regulación…”, reflexionaba la vicepresidenta Carmen Calvo. “Frente a las fake news.. algo tendremos que hacer”, apuntalaba la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá. Matar al mensajero y/o descifrar el mensaje. Esa es la cuestión.

 

Abril Antara

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El legado de Alejandro Bolaños: honestidad y pedagogía

Hay mil conversores de valor monetario y hasta de palabras para traducir equivalencias de divisas o expresiones de uno a otro idioma. Pero no se ha inventado todavía la aplicación que transforma fenómenos farragosos en explicaciones al alcance de cualquiera con una mínima capacidad de discernimiento. En el mundo del periodismo económico, Alejandro Bolaños Correa (Madrid 1971-2018) consiguió la cuadratura del círculo: poner los conceptos más alambicados al alcance de un lector generalista de perfil medio. El recientemente fallecido periodista de El País siempre consiguió que los fenómenos más complejos resultaran altamente digestivos para el lector y hasta para los alumnos de secundaria y universitarios que trabajaron sus textos para entender el mundo que les rodea. Ese es parte del legado periodístico, económico y hasta histórico que deja el redactor de la sección de Economía del diario de Prisa.

Bolaños cumplía los dos requisitos básicos para ser un transmisor de conocimiento: entender previamente en toda su profundidad aquello que se difunde y acreditar una honestidad intelectual de la que dio prueba en toda su trayectoria. La doble formación académica, como periodista y Licenciado en Económicas, le ayudaron a destripar y servir mascados para el gran público todos los vectores que condicionan conceptos como bono basura, prima de riesgo, banco malo, activos tóxicos y unos cuantos más que a partir de la depresión de 2008 entraron por sorpresa en todos los domicilios de España y acamparon sin pedir permiso. En muchos casos, desahuciaron incluso a los propietarios hipotecados de las viviendas.

Los transmitió con todo el sentido pedagógico del que hizo gala en su trayectoria periodística y sin perder rigor. Su capacidad para contar los entre bastidores de la economía sin atajos le valió el premio internacional de periodismo económico Citi Journalistic Excellence Award. Corría el año 2015. Antes se llevó el premio de periodismo Jaume Vicens Vives. Un galardón con nombre de historiador que ilustra a la perfección cómo Bolaños supo tejer un cordón umbilical entre sus artículos y su tiempo a través de explicar las raíces de los acontecimientos económicos, los porqués. Explicar el presente a partir de entender el pasado. Y explicarlo, analizarlo, diseccionarlo con gran capacidad de análisis, sentido crítico y compromiso social. Desde su militancia humanista pintó las mil caras de la crisis que puso en jaque hace diez años al mismísimo capitalismo financiero y lo hizo sin estridencias. Era su estilo. El sello Bolaños al que siempre fue fiel, desde cualquier lugar y cualquier circunstancia. Desde sus tiempos en la edición de El País en Sevilla, donde inició su singladura profesional.

                                                                                                                                                      Abril Antara

Foto: @marga_ferrer

Publicidad, información y opinión en Twitter

¿Publicidad encubierta en un tuit? ¿Opinión mezclada con información? ¿Cómo separar en 140 caracteres la publicidad, la opinión y la información? Éste es un debate heredado del acontecer y de los soportes tradicionales que hoy llega a los medios sociales tras la publicación sobre el particular de un artículo en El País y de una entrevista a José Luis Orihuela en eCuaderno.

¿Acaso El País no hace publicidad de la propia cabecera cuando comparte un tuit con su logo? ¿No se publicita una empresa que conversa con usuarios y les recomienda un producto de su almacén? ¿No es algo institucionalizado por lo que nadie debería rasgarse las vestiduras? ¿Es menos publicidad cuando un artista habla durante una entrevista en la radio del bar de su amigo en el barrio donde nació? ¿Por qué tendemos a sacar de contexto lo que ocurre en las redes sociales como si éstas fueran una representación ajena o paralela a la realidad? ¿No somos los mismos bajo un soporte que otro? ¿Aplicamos termómetros de credibilidad en función de los soportes? ¿Por qué los medios de comunicación tradicionales no informan de los sucesos internos que acontecen en El Corte Inglés y sí llenan páginas publicitarias con las mejores ofertas de los grandes almacenes?

Se podría continuar planteando más y más preguntas acerca de la idoneidad de publicar tuits de un signo publicitario, informativo o interpretativo. Si alguien quiere ofrecer un camino distinto en estos soportes al que se ha seguido en el ámbito tradicional tendrá que disponer de respuestas para cada pregunta planteada y proceder con variantes sociales al autocontrol del publicista y a la deontología profesional del periodista.

En el caso de los medios de comunicación, habrán de encontrar las fórmulas en sus guías de estilo para que los destinatarios de las informaciones que comparten vía Twitter sepan distinguir entre una intencionalidad y otra.  Para ello pueden limitar el volumen de tuits que publican sus periodistas, no dejarles opinar ni tuitear mensajes que se salgan de la línea editorial (no poniendo a parir a El Corte Inglés, por ejemplo) y, ni mucho menos, publicar un enlace de un medio de comunicación ajeno…

En todo caso, los medios de comunicación antes tendrían que poner en práctica en su representación tradicional lo que promulgan que debería hacerse en los 140 caracteres. Porque queda discordante abrir un periódico y encontrarse numerosos ejemplos de abuso por parte de las cabeceras a la hora de mezclar publicidad, opinión e información como para que cuestionen las dinámicas de intercambio de mensajes y el cariz de los mismos que se comparten en Twitter.

Paradojas…

Posted by @os_delgado Soma Comunicación

 

Artículo relacionado: La opinión y la información en Twitter

Zeen o las «revistas ciudadanas»

Hace unos días El País publicó un artículo que anticipaba la llegada de Zeen, una suerte de revista digital que, a priori y en plena fase beta, podrá editar cualquier persona que desee tener su cabecera en internet, a imagen y semejanza de sus mejores deseos editoriales, de su portada soñada o de su producción informativa más elaborada.

Una especie de Youtube de los contenidos mostrados en formato revista y que, a diferencia de Flipboard, permitirá a los usuarios maquetar y colocar los recursos de sus piezas de forma subjetiva, sin que la herramienta haga ese trabajo por ellos a partir de otros enlaces o informaciones procedentes de los canales sociales.

A bote pronto, y desde el punto más revolucionario de Zeen, cabría preguntarse (antes incluso de conocer con más concreción los detalles de la aplicación) por el sentido que tendrá para los profesionales que actualmente pagan plataformas digitales con las que editan revistas periodísticas; o por cómo afectará a estos proveedores de servicios una ‘competencia’ tan inesperada.

Asimismo, puede alimentar de nuevo el debate entre la idoneidad de que los periodistas puedan valerse de los contenidos que otras personas de distinto perfil profesional o ciudadanos inquietos publiquen con esta herramienta, al igual que ha ocurrido con los blogueros o con los materiales potencialmente informativos que las nuevas fuentes ciudadanas comparten a través de Twitter.

Es decir, los partidarios y los detractores del periodismo ciudadano quizá encuentren en Zeen un nuevo soporte para sus discusiones. Discusiones que apuntan de nuevo a qué se puede considerar periodismo, o a qué herramientas son las que en la era digital distinguen, como ocurrió en la etapa de los soportes tradicionales, al periodista cualificado para ejercer su función de atender al derecho a la información de las personas que escriben sobre algún acontecimiento, circunstancia o dilema, del que no lo es.

De una forma u otra, la música suena bien y si aplicaciones como Zeen contribuyen a mejorar las interacciones entre usuarios de las redes sociales y del espacio digital, dejaremos que el debate apuntado también fluya libremente por los recovecos de una nueva forma de editar la realidad compartida.

Posted by Óscar Delgado/Soma Comunicación