Mes de todos, días de inoperancia, relax sostenido en oficinas semivacías. Agosto se abre en el calendario como sustituto de julio, su hermano mayor, perezoso de estío que, entre canícula, salitre, verbena y papeles amontonados, masifica los nichos de ocio a la vez que deja tormentas de llamadas descolgadas por los sustitutos de la rutina.