El célebre escritor Azorín decía que “el idioma -el castellano- llega a ser para nosotros como un licor que paladeamos, y del cual no podemos ya prescindir”. El problema es cuando esa bebida espirituosa la mezclamos con otros alcoholes y le añadimos demasiados hielos, que puede que ya no sepa tan bien.
Esos fallos y excesos se convierten en faltas de ortografía en el momento en el que los trasladamos a muchos medios de comunicación. Según la Fundación del español urgente, Fundéu (@fundeu), que trata de “detectar errores y dudas habituales para ofrecer consejos y recomendaciones que ayuden a evitar los primeros y a resolver las segundas”, la mayoría se debe a equivocaciones o a simples erratas.
Pero, ¿cómo se permite que un desliz en la escritura o en la locución (previamente redactada) de una noticia pueda ser emitido o publicado cuando ha podido pasar por la lente de tantos ojos avispados? Por un lado, porque la velocidad del trabajo del periodista, “siempre bajo presión”, como indica el equipo de consulta, le impide hacer las revisiones necesarias de sus piezas. Por otro, y más importante si cabe, porque “la crisis se ha llevado por delante, con los recortes, muchos puestos en las redacciones” y, entre ellos, los de quienes se encargaban de la corrección y edición de los textos.
Problemas humanos y económicos que, en muchas ocasiones (y cuando el periodista se preocupa por ello con tiempo), se quedan en simples, pero socorridas, dudas (naturales) de la lengua y que Fundéu trabaja por solucionar. Las que más les trasladan, según afirman, son las relacionadas con extranjerismos (sobre todo, anglicismos) y con la búsqueda de alternativas en español.
Pero también otras más concretas como las diferencias entre por que, por qué, porque y porqué, entre a sí mismo, así mismo y asimismo o entre sino y si no; sobre el uso de mayúsculas; las faltas de concordancia (por ejemplo, las mejor vestidas, no las mejores vestidas); la supresión de preposiciones (por ejemplo, la mayoría de los candidatos, no la mayoría de candidatos), o la grafía de nombres extranjeros (por ejemplo, Varufakis, mejor que Varoufakis).
Lo que ha llegado en los nuevos diccionarios
Además, con la renovación de las grandes obras académicas en los últimos años, se han incluido algunas novedades que ya están trayendo quebraderos de cabeza a los profesionales de la comunicación. En el ámbito de la ortografía, ha suscitado polémica la introducción de la eliminación de la tilde en términos como guion y truhan y la posibilidad de hacerlo incluso en contextos ambiguos en la palabra solo y en los demostrativos (este, esta, etc.), o la tendencia a prescindir de mayúsculas, de las que se consideraban ‘de respecto’, en términos como rey o papa.
Cambios “de los que los periodistas deben estar informados”, bajo el apoyo de las recomendaciones diarias de Fundéu, para elaborar contenidos de calidad que sirvan de ejemplo ortográfico para lectores interesados en la buena escritura.
Foto: Marga Ferrer