Trasladarse de Alcoy a Estados Unidos con parada temporal en Madrid no es decisión fácil para cualquier persona. Pero si eres joven y te dedicas a una profesión que requiere de bagaje experimental y de sacarse las castañas del fuego como es el periodismo no te supone tanto problema. O al menos así lo considera Emilio Doménech (@Nanisimo), un periodista apasionado del cine y de la política que ha podido instalarse en Nueva York para unificar sus dos gustos temáticos y escribir sobre ellos.
¿Por qué quisiste dedicarte al periodismo? ¿Qué te atraía de esta profesión?
Siempre me había gustado escribir, pero lo cierto es que nunca pensé en el periodismo como carrera porque tenía muy metido en la cabeza que quería dedicarme a la ingeniería. De hecho, empecé la carrera de Aeronáutica Técnica y no fue hasta que empecé a escribir sobre cine y series y a aficionarme a seguir la actualidad en Twitter que supe que el periodismo era realmente mi vocación. Lo que de verdad me atrajo es el frenetismo de la información, esta idea de que cada día hay algo nuevo que contar y de que tienes que comunicarte lo mejor posible para que lo que te entusiasma o interesa pueda llegar a mucha gente de la forma más clara y concisa posible. Y si eres el primero en hacerlo, pues mejor.
¿Por qué decidiste mudarte de Alcoy a Estados Unidos para continuar tu formación como periodista?
Primero me mudé a Madrid, que es donde hice la carrera de Periodismo. Lo de Estados Unidos era un sueño que yo tenía desde niño porque mi hermana había estudiado el instituto allí y culturalmente es un lugar que siempre me ha atraído muchísimo. Una vez fui creciendo como periodista sabía que mi oportunidad de dar el salto que yo quería dar como periodista solo lo conseguiría si lograba cruzar el charco para aprender de los mejores. De ahí que quisiera estudiar en una universidad estadounidense. Además, siempre me había querido dedicar al vídeo y sabía que en Estados Unidos iban a ser capaces de ofrecerme una formación mucho más profesional y moderna en lo que refiere al periodismo digital y de vídeo que en España. Y creo que no me equivoqué. He aprendido muchísimo y todo se lo debo a mis dos años de formación en Boston University.
¿Qué significa ser un periodista millenial?
En realidad, lo de periodista millennial no es un concepto como tal, es más una forma de poner contexto a mi personalidad. Hay demasiados estereotipos sobre los millennials, pero hay muchos de ellos que me gustan y que creo que se adaptan muy bien a mí. Soy nativo digital, un adicto a las redes sociales. Me mueve crear de todo sin parar, odio hablar por teléfono y quizá mis amigos te digan que soy un pelín egocéntrico. Eso es todo muy millennial, creo.
¿Cómo se vive el cine en el país en el que se encuentra su Meca?
De forma mucho más cómoda y espectacular. Lo que más impresiona de vivir en Estados Unidos y poder disfrutar del cine es ver la cantidad de opciones que tienes para disfrutarlo. Salas IMAX, asientos reclinables, comida durante la película, el sonido más avanzado. Son todo opciones que te pueden gustar más o menos, pero que hacen que la experiencia del cine esté siempre a la vanguardia y que siga siendo una pasada compartir ese apagado de luces con más personas, aunque cada vez se hable más y se mire más el móvil. Por otro lado, hay muchos más círculos cinéfilos y programas espectaculares a los que asistir en centros culturales como Nueva York, con lo que el contacto con cineastas y actores suele ser mucho más accesible. He estado ya en decenas de pases en los que tras la película había un coloquio con el director. Y, claro, aquí los directores ganan Oscars. Es otro nivel. Quizá no creativo o artístico, pues hay directores españoles muy capaces, pero sí relevante desde el punto de vista de industria y de lo que significa el cine de Hollywood en el resto del mundo. Y a mí que me flipa la industria de los estudios siempre aprecio esos momentos como algo muy guay.
¿Qué diferencias encuentras entre el cine que se realiza en España y el de Estados Unidos? ¿Qué país gana la partida en cuanto a calidad argumental y de guion?
La principal diferencia es la económica. El poder económico de las majors de Hollywood es casi incomparable con todas las opciones que tenemos en España. Incluso a un nivel independiente, no hay color. Eso limita muchas veces las posibilidades creativas de los autores. Además, el hecho de que haya más dinero en tantos aspectos de la industria fomenta que también haya más festivales de cine, mejores escuelas de cine, más eventos a los que ir, hayas nacido en Chicago o en Brooklyn. Eso ayuda a que haya más críos interesados en el cine que después pasan a convertirse en grandes realizadores. En cuanto a la calidad argumental y de guion, no veo la diferencia. Se toman decisiones tan geniales como estúpidas sobre qué películas financiar o no en ambas partes del charco. Y creativos hay buenos en todos lados.
¿Cuáles son las claves para realizar una crítica de cine?
No escribo críticas de cine puras porque carezco del contexto cinematográfico que me permitiría hacer algo a la altura. Vamos, que no he visto tantas corrientes de cine como debería. Me gusta comentar películas para analizar el discurso narrativo, político o cultural que tienen/defienden o hacer comentarios sobre determinados aspectos técnicos que puedan haber sido mejor o peor plasmados por un realizador en la pantalla, pero no podría dar lecciones sobre cómo escribir una crítica de cine pura porque nunca lo he hecho.
¿Cómo es trabajar para un medio como Vanity Fair en su edición española desde Estados Unidos?
Es genial porque las temáticas que más me apasionan tienen que ver con la política estadounidense (y su influencia en el exterior) y la industria de Hollywood. En Vanity tengo la posibilidad de atajar ambos mundos muy a menudo como colaborador. Mis artículos siempre suelen tocar diferentes instantes políticos relevantes. Algunas veces escribo un perfil sobre la figura política del momento o busco formatos divertidos para analizar la actualidad. Y en el cine, mi principal cometido siempre ha sido la industria y cómo las batallas entre las majors y Silicon Valley están cambiando para siempre la forma en la que consumimos contenido. Es el tema que más me fascina. Sobre todo, por la influencia que acaba teniendo en el cine y la televisión que vemos y el impacto que tiene eso después en la cultura.
Desde el punto de vista de un periodista español, ¿cómo se ve la política estadounidense y su tratamiento periodístico?
Creo que seguimos anclados en el mismo periodismo de corresponsalía de hace diez años. Hay muchos periodistas haciendo un trabajo admirable, pero me gustaría que hubiera más gente como Dori Toribio. Periodistas que buscan formatos para acercarse a su público para contar historias que en otros casos no interesarían demasiado. Como las mil polémicas semanales de Trump que Toribio analiza a través de un hilo de Twitter, por ejemplo. A mí me gustaría ver a más gente haciendo contenido como lo que proponen Seth Meyers o John Oliver en los programas de late-night nortamericanos. Comentar la actualidad con un toque más cómico, pero también desde la pedagogía y el repaso de la actualidad. A mí es un formato que me gustaría explotar en mi canal de YouTube, pero ahora mismo no tengo el tiempo para dedicarme a ello tanto como querría.
¿Qué te depara tu futuro profesional? ¿Dónde te ves dentro de 10 años?
La verdad es que estoy en ese punto en el que creo que mañana puede pasar cualquier cosa. Me gustaría seguir exprimiendo al máximo las oportunidades que me han dado medios como Vanity Fair, Cinemanía o Icon y buscar formas de acercar los temas que me apasionan a la gente que le interese aprender o saber sobre ellos. Ya sea a través de vídeos, podcasts o artículos, pero siempre con la idea de innovar en la cabeza y de adaptarse. El campo del periodismo está siempre cambiando y no tiene visos de que esa transformación constante vaya a esfumarse dentro de poco, así que me gustaría estar al pie del cañón el máximo tiempo posible para ser parte de esos cambios y, si cabe, liderar iniciativas que tengan éxito. Y dentro de 10 años me veo trabajando igual de duro que ahora, pero viajando más y sin preocupaciones económicas que me esperen en casa. Claro que eso para un periodista ya sabemos que es casi misión imposible. Se intentará.