El periodista que huye del estancamiento en tiempos de transición hacia nuevos soportes, ya sea porque está en paro, porque está emprendiendo un proyecto empresarial o porque cree que puede mejorar el papel que juega dentro de la empresa informativa tradicional, encuentra en los ámbitos online numerosas excusas para especializarse, tanto desde el punto de vista de su formación como del de los contenidos que proyecta a su audiencia.
Gracias a la información que obtiene a partir de blogs de especialistas en el ámbito o sección que tenga encomendados, de las conversaciones que entabla con ellos gracias a Twitter, o de la puesta en común de pareceres que le abre Facebook o Linkedin, dispone de vías de participación distintas a las habituales. Nombres y apellidos a los que recurrir para el contraste y el enriquecimiento del contenido. En definitiva, fuentes alejadas de la oficialidad, aquellas que han trasladado siempre un punto de vista a priori especializado sobre determinados ámbitos del acontecer y que ahora difumina el periodista con nombres menos conocidos pero cuyo saber sobre las materias que le interesan son mucho más reconocidos por los lectores o receptores de las informaciones.
Los periodistas que dan este paso avanzan hacia una apuesta por la especialización y la calidad de contenidos desde un concepto bidireccional de la comunicación periodística en el que participan todos: fuentes, lectores y profesionales.