La Unión Europea sufre un claro problema de liquidez en una gran parte de sus Estados miembros, entre ellos, España. Esto provoca que muchas empresas, autónomos o jóvenes emprendedores no puedan acceder a un crédito que les permitiría desarrollar una actividad económica y salir adelante.
Por ello, la Comisión Europea (CE) lanzó en 2010 el “Progress Microfinanciación“. El programa, como su nombre indica, persigue el objetivo de facilitar el crédito -por debajo de 25.000 euros- a pymes, autónomos, mujeres y jóvenes emprendedores, minorías, emprendedores con discapacidad y comerciantes, entre otros, para fundar o desarrollar pequeñas empresas. Para poder pedir este préstamo el interesado debe ser autónomo o, al menos, tener pensado fundar o desarrollar una microempresa (menos de diez empleados), si es una empresa social mejor. También son requisitos el estar en paro o haber pasado tiempo fuera del mercado laboral y, por último, tener dificultades para obtener un crédito convencional.
Los préstamos financian, por norma general, el 50 por ciento del coste de cualquier proyecto, aunque en algunos casos puede llegar al 100 por cien. No obstante, este proyecto, gestionado por el Fondo Europeo de Inversiones y apoyado por la CE y el Banco Central Europeo con una dotación 200 millones de euros no financia directamente a los empresarios, sino que lo hace a través de terceros, que pueden ser entidades bancarias privadas o públicas, instituciones de microcrédito no bancarias y proveedores no lucrativos.
Las empresas con menos de diez trabajadores representan el 91 por ciento del total en Europa y el 99 por ciento de las empresas “jóvenes”. Además, un tercio de ellas las crean desempleados, lo que Bruselas considera clave para combatir el problema del paro, que supera el 10 por ciento en la UE y se acerca al 25 por ciento en España.