Es importante emplear el sufijo «–periodísticas» cuando se aborda el concepto de cobertura fotográfica para una empresa, institución, evento o de cualquier otro perfil que persiga obtener cierta repercusión en los medios de comunicación, ya sea en su representación tradicional o en su versión digital.
Vivimos tiempos de creación, difusión y dinamización de contenido de calidad solapado a las marcas, que han visto el potencial que presenta este aporte comunicativo dentro de sus estrategias de martketing y comunicación. En este sentido, las firmas trabajan con mucho afán los eslóganes, la imagen corporativa, los procedimientos, los objetivos, las cifras, los mensajes a proyectar a los MMCC… y habitualmente discriminan en toda esa cadena a la fotografía estrictamente informativa, más allá de las que contempla un catálogo promocional al uso o una colección de instantáneas más o menos impactantes para utilizar en sus canales corporativos y en la página web.
El eslabón que nunca ha de faltar en esa cadena de prioridades de marca, de comunicación de valores informativos y de potencialidades puestas en valor en relación a un ámbito geográfico, de influencia o potencial respecto a la competencia, pasa por la fotografía periodística de calidad. Porque más tarde o más temprano, sobre todo si el equipo de comunicación mantiene una relación fluida con los MMCC, los soportes informativos requerirán material ‘publicable’. Un perfil fotográfico que ha de reunir unos aspectos técnicos, una vocación informativa, una calidad o un encuadre que sólo saben proyectar los fotoperiodistas familiarizados con dichas rutinas.