El periodista Agustín Rivera (@agustinrivera) trata de buscar y contar historias desde que empezó su carrera profesional en Diario 16. Desde entonces ha pasado por El Mundo como corresponsal en Tokio y enviado especial a 14 países y por El Confidencial, donde es delegado de Andalucía desde 2009. Además, es doctor en Periodismo y profesor asociado de la Universidad de Málaga. También ha escrito dos libros basados en una investigación periodística: El Cortijo andaluz. Treinta años de subvenciones, enchufismo y despilfarro (La Esfera de los Libros, 2012) y Manuel Alcántara, la edad de oro del boxeo. 15 asaltos de leyenda (Libro del K.O., 2014), junto a Teodoro León Gross.
¿Por qué decidiste ser periodista y qué te ha dado esta profesión?
Es vocacional. Desde pequeño quería serlo y tenía claro que deseaba estar en los sitios importantes y contar historias. Pude conseguirlo y, hoy en día, lo sigo haciendo.
Te defines como un periodista “que busca y cuenta historias”. ¿Cuál ha sido las que más te ha emocionado o la que más te ha costado dar?
Recuerdo cuando hice la cobertura para Diario 16 del 50º aniversario de la bomba atómica sobre Hiroshima. Tenía apenas 23 años y fue una experiencia bastante dura por conocer a algunos de sus supervivientes y su museo. Ello me impulsó a seguir contando noticias humanas. Este tipo de envíos internacionales te los permite el trabajar en medios grandes, además de poder trabajar en diferentes áreas y no anquilosarte.
¿Qué te ha aportado como periodista ser enviado especial a diversos países de los cuatro continentes?
Salir de una ciudad no muy grande como Málaga, te abre mucho la mente. De hecho, a todo periodista joven le recomiendo salir fuera para conocer otras lenguas y culturas y crecer en la profesión. Supone un valor añadido con respecto a otros compañeros que no se mueven fuera.
¿Cuál es el panorama de la prensa en Andalucía, y en Málaga en concreto?
Desde que empecé en los noventa como corresponsal en Málaga de la edición andaluza de El Mundo hasta ahora, que llevo siete años como delegado en Andalucía de El Confidencial, la situación política y socioeconómica ha cambiado mucho. En estos siete años he visto a tres presidentes de la Junta de Andalucía y hacer prensa en esta comunidad no es fácil, porque hay un “cortijo andaluz”, como indico en mi libro, que condiciona mucho el trabajo, sobre todo, la dependencia de la publicidad institucional, que prostituye el periodismo.
¿Qué sacaste en claro de tu investigación en El cortijo andaluz? ¿Y al compararlo con la situación actual?
La alternancia política es muy buena y Andalucía debe tenerla, aunque no sea obligatoria, para que haya más transparencia y apertura de ventanas, a pesar del riesgo de la inestabilidad que siempre se tiene por el cambio. En los ayuntamientos en los que se ha dado esta alternancia, tanto del PSOE como del PP, ha habido un cambio muy positivo en sus gestiones. Pero si, a nivel autonómico, los votantes quieren que siga el PSOE, con o sin Susana Díaz, que así sea. Además, el PP no es todavía suficientemente fuerte aquí, y Ciudadanos tampoco.
¿Cuáles son las claves para que una noticia se haga con calidad y no pierda interés?
Que haya un interés humano, que afecte al mayor número de personas posible y que esté muy bien contada y verificada. Es mejor tardar dos horas más en entregar un texto que hacerlo de forma precipitada e incompleta o incorrecta.
¿Cómo te enfrentas al miedo al folio en blanco a la hora de arrancar la escritura de un libro o de una noticia?
Más que miedo al folio en blanco, lo tengo al titular en blanco, porque es lo que más llama la atención y lo que más se lee. En cuanto lo tengo, además de los primeros párrafos, ya me quedo tranquilo. El vértigo todavía lo tengo y es bueno porque te genera dudas y ver las cosas desde diferentes puntos de vista. Es importante no aburrirte a ti mismo con lo que escribes para que no suceda lo mismo con el lector.
¿Alguna cosa más que quieras añadir?
No estamos en una edad negra para el periodismo, sino de oro. La crisis está en las empresas periodísticas, pero es un momento fantástico para estudiar periodismo y para ejercer. No hay tanto empleo como antes, pero quien es bueno en el periodismo, puede hacer cosas interesantes. Es una profesión maravillosa e imprescindible para que los ciudadanos tengan una información veraz y solvente.