Una de las cuestiones a las que el periodista ha de saber enfrentarse en el ejercicio de la profesión en el contexto actual, de inmediatez y de información ruidosa compartida a golpe de tuit, pasa por aplicar un proceso de verificación y de filtrado de la información que recibe antes de compartirla con su audiencia o comunidad.
Por ejemplo, Bárbara Yuste y Marga Cabrera recomiendan en su libro ‘Emprender en periodismo’ detenerse en tres aspectos fundamentales: el tiempo en que algo fue compartido o publicado, las fotografías y la geolocalización. En este sentido, para verificar la fiabilidad de un tuit, la verosimilitud del hecho acontecido y la sincronización entre el espacio y el tiempo de lo publicado, las dos autoras recomiendan evaluar la fiabilidad de la fuente a partir de indicadores como la fecha en que se subió a la red, su comunidad y su TL; evaluar el contexto y la relación entre lo acontecido y el momento de su publicación; intentar establecer un contacto con la fuente fuera de la plataforma de microblogging; y recurrir a aplicaciones de verificación como Tungstene (que rastrea si una foto ha sido retocada o manipulada) antes de publicar en otro soporte falsas imágenes de un hecho.
Buscar la fuente en otras plataformas, preguntar al entorno de firmas que trabajan en la zona, tratar de contactar con otros testigos presenciales y pensárselo, con todo, siempre dos veces antes de hacer RT o de convertir en titular el tuit en discordia, son otros elementos a tener en cuenta por el periodista antes de ser cómplice o de alimentar un ruido sin verificar.