El mundo en el que nos movemos es el mundo de la inmediatez. Nunca una noticia se ha conocido tan rápido ni se ha propagado como ahora a la velocidad de la pólvora. Los medios digitales y las redes sociales han contribuido sobremanera a este fenómeno en el que, en ocasiones, uno tiene la sensación de enterarse de algunas cosas incluso antes de que pasen.
Sucede que esta inmediatez, este ‘boom’ del primer momento, esta sobresaturación de información en poco tiempo no se ve reflejada con el transcurrir de los días. Las cosas suceden, se consumen, se sufren o se disfrutan, producen angustia… Y se olvidan. El olvido es tan inmediato como la propia difusión de la noticia. Lo que ayer nos sorprendía hoy pasa a un tercer o cuarto plano superado por otros sucesos más novedosos y que también olvidaremos mañana. De la inmediatez se pasa al olvido casi sin tocar por el camino ningún estado intermedio.
Hoy parece que el terremoto de Lorca queda ya muy lejos, pero todavía no ha pasado un mes desde que la tierra tembló en la localidad murciana llevándose por el camino a nueve personas y las ilusiones de miles de sus vecinos. Las redes sociales, los informativos y los diarios nos recordarán en breve su primer mes, su primer aniversario, pero esto no ocultará que Lorca ha dejado de ser noticia. La situación sigue siendo igual de caótica, pero ahora ya no muere gente ni se derrumban como por arte de magia los edificios. Es el momento de los pepinos.
El ‘olvido’ de Lorca me recuerda desafortunadamente a otras tantas tragedias ocurridas en los últimos años. El terremoto de L’Aquila, en Italia, es el mejor ejemplo de ello. Hubo 608 victimas mortales y prácticamente todos los vecinos de la localidad de los Abruzos se quedaron en la calle y sin casa. Aquello tuvo lugar un 6 de abril de 2009 y fue portada de todos los informativos habidos y por haber. Durante una semana se apeló a la solidaridad internacional, se dijo que no se abandonaría a los damnificados, se prometió todo. Dos años después, con los focos informativos ya demasiado lejos como para ver la realidad, L’Aquila sigue en ruinas pero parece que ya a nadie le interesa. Su momento de gloria pasó dejando su lugar al olvido.
Fukushima, Haití, Indonesia, Pakistán… Suceden muchas cosas y las contamos a la velocidad de la luz. A esa misma velocidad las olvidamos. La lista del olvido es interminable.
Posted by @acordellat