La televisión está encendida. Un programa informativo está en pantalla. En otra vivienda, en vez de noticias, el televisor muestra imágenes de un concurso donde el premio es una suculenta suma de dinero. En el piso de al lado, hay quien escucha en la radio una entrevista a un cantante que presenta su nuevo disco.
-“¿Acabará el terror en Homs?”-, se preguntan los televidentes de la primera casa.
-“Yo creo que debería apostarlo todo a la tercera opción”, – mantiene el que mira el concurso.
– “Este disco es infinitamente mejor que el anterior, pero debería haber más canciones en español”, – lamenta el tercero.
A las personas, por regla general, nos gusta opinar, ser escuchados; tener voz. Los debates que solían iniciarse en la sala de estar ante diferentes informaciones, siguen generándose en torno a la mesa… pero, ahora, también se dan en Internet. Las redes sociales, especialmente Twitter, han revolucionado la participación ciudadana.
Ahora, no sólo se puede discutir (en el mejor de los sentidos) con la persona que comparte sofá con nosotros cuando estamos ante un debate político, por ejemplo. Ese debate se hace extensivo a todos aquellos que están viendo el mismo canal o escuchando la misma emisora y que, además, comparten el mismo hashtag en Twitter. De hecho, los propios programas son los que difunden la ‘etiqueta’ que van a utilizar para la ocasión, invitando a la audiencia a compartir opiniones con el resto de oyentes o espectadores. No nos engañemos, también es una herramienta muy útil para el propio medio, que pulsa al instante la repercusión y el impacto que está teniendo.
El fenómeno es tal, que si el programa en cuestión no es en directo, el periodista que lo presenta suele ‘tuitear’ al mismo tiempo que los espectadores para compartir opiniones y para, por qué no decirlo, dejar ‘ganchos’. “Atentos que ahora el entrevistado va a soltar la bomba”…. sería un buen ejemplo.
Las redes participativas, bien empleadas, pueden ser una herramienta muy útil que, eso sí, han llegado al panorama comunicativo para quedarse.