Internet ha irrumpido en nuestras vidas y, sin duda, lo ha hecho para quedarse. Hace apenas unos días leía que la publicidad online ha crecido un 14.4% en el primer semestre del presente año, situándose como el tercer soporte predilecto en nuestro país con una inversión que ya alcanza los 431.95 millones de euros. Poco después, escuché las palabras de Javier Rodríguez Zapatero, director general de Google España, Portugal y Turquía, quien remarcaba cómo la Red había cambiado el modelo de negocio de numerosas empresas y llegó a vaticinar que la desaparición de este medio supondría la pérdida del 76% del PIB del país.
Estudio Periodismo. Confío en ser licenciada en ello por la Universidad de Valencia el próximo mes de junio. Y cada vez que llegan a mí datos semejantes me pregunto cómo hay quien todavía se pregunta si hay futuro para los profesionales de la información. Y mi asombro es máximo cuando otros achacan la actual situación de éstos a los soportes de tipo digital. ¿Qué les pasa? Transmisión inmediata de información, interacción continuada con los lectores, conexión global, acceso multitudinario… Estas son algunas de las ventajas que Internet ha aportado a la comunicación. ¿No deberíamos, por tanto, acusar más bien un problema de formas que de medios? ¿No será que el único problema existente es que aún no se ha dado con la fórmula para hacer de un medio digital un medio rentable?
Los textos de poca calidad, la injerencia profesional, la escasa conciencia crítica, la baja estima de los trabajadores o la excesiva dependencia de la publicidad que tanto se denuncian últimamente no son más que vicios heredados de la que llaman ‘la última época dorada del periodismo’, ésa que tuvo lugar en los medios tradicionales. Pero ahora toca un cambio de paradigma. Comenzaba el artículo ejemplificando cómo otras doctrinas ya están en ello: publicidad, negocios… ¿Por qué no empezar nosotros también? Nadie dijo que la adaptación a un nuevo savoir faire fuera fácil, pero las situaciones de cambio son siempre idóneas para innovar, arriesgarse y probar otras recetas de éxito. El pasado mes de marzo, un valiente, The New York Times, decidió empezar a cobrar por el acceso a su edición digital. Ahora presume como paradigma del contenido de pago. Mientras, otros medios nos aleccionan acerca de calidad y éxito informativo en la Red, como es el caso de The Huffington Post o ProPublica.
Quizá sea porque estoy iniciándome en la que espero que sea mi profesión y me niego a ver el futuro tan negro como algunos lo pintan. Quiero pensar que la supervivencia del periodismo dependerá de la capacidad y del talento de quienes lo practican –o lo estamos intentando–. “Será un inmenso quiosco”, leí hace tiempo en un artículo de Maruja Torres. Me quedo con esa definición.
posted by @LaBellver