Con una tradición trágica tan ancestral, no era de extrañar que fuese Grecia la que pusiese a Europa al borde del colapso. La actual tragedia griega, que por extensión es la tragedia europea, tiene todos los ingredientes que allá por el siglo V a.C. hubiese exigido Sófocles a una de sus obras. Un escenario teatral (la Unión Europea, sus organismos y representantes) y la caída en desgracia de un personaje importante (que en el caso que nos ocupa es más de uno. Y de dos).
Eurípides y Esquilo se frotarían las manos ante el escenario. No habría problemas para respetar la estructura clásica de la tragedia. En el prólogo, algún representante griego nos contaría como falsearon las cuentas para acceder a la Unión Europea y nos explicaría cómo eran capaces de mantener en el país heleno gastos tan lógicos (entiéndase la ironía) como 45 jardineros para el cuidado de las plantas de un hospital, sueldos de 66.000 euros anuales para todos los empleados de la empresa de ferrocarriles o jubilaciones anticipadas a los 50 años para más de 600 profesiones.
Algún alto mandatario europeo podría darle la réplica explicando al público como pasaron por alto tales tropelías y permitieron la entrada de Grecia en la Unión Europea. Momento en que pasado y presente se unirían para entender las causas de la situación actual y explicar el porqué del castigo que están a punto de recibir los supuestos héroes políticos y sus inocentes/desinformados ciudadanos.
La obra continuaría con la párodos, que incluiría cantos de un coro formado por ciudadanos indignados a modo de orquesta, para posteriormente dar paso a los episodios y el imposible diálogo entre los protagonistas y el coro de la obra. Ambos expresarían sus ideas políticas. Tan distantes unas de otras que parecerían pertenecer a dos realidades totalmente diferentes.
Y sin darnos cuenta, atrapados por la tragedia, llegaríamos al éxodo o parte final de la obra. En este caso, para desgracia de Eurípides y Esquilo, los protagonistas no reconocerían su error. Ellos nunca se equivocan. No obstante, los dioses, que aún están por encima de ellos, los castigarán. A unos con la bancarrota de su país, incapaz de afrontar sus deudas. A otros con un sueño de Europa hecho pedazos al primer contratiempo. Llegados a este punto, muchos deberían extraer una enseñanza moral. La gran mayoría, sin embargo, no habrá comprendido nada y en unos años seguirá actuando como si la tragedia no hubiese existido. Hasta que ésta, con otro nombre y otras caras, vuelva para derrumbar lo poco que consiguió quedar en pie.
Posted by @acordellat