Responder a la llamada de la actualidad es, sin duda, una obligación de los profesionales de la información. Sin embargo, esta máxima puede presentar ciertas fisuras en su puesta en práctica. Por ejemplo, que la cobertura de un mismo tema se convierta en una mera carrera por no ser el último y, sobre todo, por no dejar de publicar aquello que ya ha aparecido en el resto de medios. Os invito a reflexionar sobre hasta qué punto se puede ofrecer con dicha actitud un contenido de valor con una historia basada en hechos reales:
“No puedo más. Siento que estés pagando el pato, pero no puedo más”. Estas palabras me golpearon hace pocos días al otro lado de la línea telefónica nada más presentarme a la que era mi entrevistada. Un reciente episodio noticioso la había situado en el foco de atención y éramos muchos los ‘plumillas’ que habíamos llamado a su puerta. Evidentemente, yo no había sido la primera y por un momento temí no disfrutar de mi turno. Las llamadas continuas y las preguntas idénticas fueron las principales quejas de mi interlocutora. ¿Cómo actuar ante una situación semejante?
Perdonadme, pero ahí va un spoiler: afortunadamente, salvé la entrevista. Sólo tuve que posponerla un par de jornadas para que esta persona pudiese sobreponerse del agobio. Y he decir que, pasada esa crisis puntual, me atendió de lujo. Al principio no entendí por qué me había dado luz verde vía mail para que contactase con ella cuando se sentía así. Luego, pensé que un mal día lo tiene cualquiera. Y, más tarde, me asaltó una duda existencial. La insistencia en esta profesión no es, ni mucho menos, un defecto – de hecho, en la mayoría de ocasiones es un requisito necesario para completar la gestión de artículos –. Pero, ¿nos esforzamos realmente para diferenciarnos unos periodistas de otros con vistas a ofrecer calidad?
Que un mismo sujeto o acontecimiento nos inspire preguntas similares es inevitable – sí, aunque nuestro ego dicte lo contrario, los periodistas somos tan humanos como los que más –. Sin embargo, una vez que un compañero ha dado el paso de publicar algo al respecto, deberíamos plantearnos qué extra podemos aportar a la cuestión cuando ésta es (re)abordada, evitando convertirnos en un narrador más de la realidad para pasar a ser esa voz que el público escoge porque quiere que le cuenten algo nuevo. En este sentido, la documentación mediante hemeroteca se plantea fundamental. Y diría que algo de ingenio tampoco está de más.
En definitiva, si para algo me ha servido esta experiencia, ha sido para reafirmarme en el que considero un buen hábito. No puedo garantizar que el resultado sea siempre único y genuino – ¡ojalá! –, pero mi conciencia descansa tranquila. Al menos, en lo que a asuntos periodísticos se refiere.