Si vais algún día a casa de Roser Amills (@roseramills), tal vez la encontréis sentada delante de su escritorio, pensando historias a conciencia y con un cajón con tierra mallorquina a sus pies para recordar de dónde viene. La escritora y periodista sigue este romántico ritual para crear a través de la escritura y verter en el papel lo mejor de ella. Su último retoño es La bachillera (Ifeelbook, 2016), un libro que cuenta la historia de una mujer del siglo XIX avanzada a su tiempo que se rebela ante el orden establecido entre las trifulcas con franceses refugiados, crueldad, pasiones y celos en los albores de las guerras carlistas.
De formación filológica, ¿cómo te iniciaste en el mundo del periodismo?
Cuando estaba en segundo de carrera (Filología Románica) me ofrecieron un puesto en Grupo Zeta como de correctora ortotipográfica para la revista Woman. Era una sustitución por maternidad, y cuando terminé me ofrecí para escribir yo artículos y entrevistas. La directora me dijo que sí, y ya no paré: fui redactora, jefa de redacción y, posteriormente, directora de muchas revistas.
¿Qué te atrajo de esta profesión?
Me di cuenta de que, si te gusta contar cosas, el periodismo ofrece la posibilidad de escribir a diario. Y, además, con el aliciente de aprender a sintetizar, a escribir con la máxima claridad y a perder el miedo a la página en blanco: ¡el mundo está repleto de historias!
Has tocado principalmente radio y, como comentabas, revistas de toda índole. ¿Con qué te quedas?
Me gusta comunicar y, por eso, me es indiferente la vía de acceso a las personas. He hecho radio con mucho placer, porque es un medio mágico y lleno de excelentes profesionales (ahora estoy en Cadena Ser con Toni Marín en un programa nocturno), pero la prensa escrita y la televisión también me encantan. Y las redes sociales (mi canal de YouTube, mis podcasts o los tuits que comparto a diario) también me aportan muchas satisfacciones.
¿Qué te da y qué te quita la escritura literaria?
La escritura literaria me permite concentrarme mucho más, pues es un trabajo de muchos meses. No me quita nada, al contrario: suma a mi vida nuevas formas de ver y comprender el mundo: cuando investigo un personaje nuevo es como si sumara su vida a la mía.
¿Cómo te planteas la escritura de un libro?
Tengo un cajón con tierra mallorquina a mis pies que me ayuda a recordar de dónde vengo, mis raíces. Escribo concentradísima y, por eso, durante los meses de más trabajo apenas salgo de casa y me convierto en una ermitaña: es necesario para sumergirme en cada historia de verdad. El arranque de cada novela es diferente, pero influyen mucho las situaciones que vivo para inspirarme. Las historias, como ya dije antes, están en todas partes.
En tu bibliografía destacan dos temas muy conectados: el amor y el sexo. ¿Cómo te gusta abordarlas como escritora?
El amor es el elemento que aglutina todas las partículas del universo, ¡nada menos! Y el sexo es la chispa que nos ha traído al mundo a cada uno de nosotros (nuestros padres lo practicaron para fabricarnos). Por tanto, son las dos fuerzas más sagradas, primigenias y valiosas, y así las contemplo en cuanto escribo.
¿Qué nos puedes contar acerca de La bachillera?
Tendemos a pensar que los modernos somos nosotros. En esta novela, basada en personajes y sucesos reales, desvelo un poquito, hasta donde puedo, lo modernísimos que fueron nuestros antepasados y, sobre todo, las circunstancias de las mujeres (tomo a una como protagonista, mallorquina como yo, porque echo de menos mi isla casi a diario) que se atrevieron a hacer lo que les vino en gana cuando las circunstancias eran mucho peores a las actuales. Para que nos digamos que, si ellas pudieron, nosotros también. Para que se nos bajen los humos hípster y recordemos de dónde venimos. Siempre viene bien.
¿Qué tienes tú de ‘bachillera’? ¿Está la lectura entre tus grandes aficiones?
Siempre me identifico con los protagonistas que elijo para mis novelas y todo lo que llame la atención de La bachillera forma parte de mí, para bien y para mal. Tiene mis defectos, mis pasiones, mis virtudes. ¿O era al revés y en realidad yo ya era La bachillera antes de escribir esta novela y simplemente lo he confesado con esta novela? Espero que le suceda lo mismo a quien lea esta novela. Todos tenemos mucho de los grandes personajes de la literatura. De eso se trata, de re-conocernos en ellos y aumentar nuestra vida. Leyendo.