atentados barcelona

Cómo han informado los medios sobre los atentados de Cataluña

Desde que el pasado 17 de agosto se produjeron los terribles atentados en Barcelona y Cambrils, mucho se ha hablado del tratamiento llevado a cabo por los medios de comunicación españoles. En una situación de emergencia y de crisis como la que tuvo lugar la desorientación de los medios fue evidente en un primer momento, ya que la confusión reinaba mientras se trataba de esclarecer qué había sucedido.

Por ejemplo, prácticamente todos los medios de comunicación, tanto locales como nacionales, informaban en sus redes sociales y en su apartado digital que el terrorista que conducía la furgoneta se encontraba atrincherado en un kebab turco con varios rehenes. Nada más lejos de lo que realmente sucedió y que no fue mucho más alentador.

Los medios, en lugar de haber hecho caso a estos primeros bulos, tendrían que haberse cerciorado de lo que sucedía a través de las fuentes oficiales, como los Mossos de Escuadra, a los hay que reconocer una encomiable labor de información tanto off como online.

Al caos surgido de las primeras informaciones hay que añadir la proliferación de vídeos e imágenes que vulneraban los derechos de las víctimas, tendidas en el suelo, muertas y heridas. Y muchos medios de comunicación no dudaron en publicarlas en sus canales. En torno a esta cuestión se ha abierto un debate ético muy interesante que se podrá abordar en otro post: ¿son información o amarillismo?

En las siguientes horas del atentado y conforme las Fuerzas y y Cuerpos de Seguridad de Cataluña y del Estado iban esclareciendo los hechos, las informaciones fueron cobrando sentido. De hecho, se iniciaron las comparecencias públicas de rueda de prensa a través de las cuales se pudieron obtener datos más fiables sobre los sucedido.

Durante los días posteriores, en los que se conoció más sobre la explosión en Alcanar o sobre la identidad de los terroristas y la célula que conformaban, la prensa comenzó a dividirse. Y eso no solo se ve en los propios artículos de opinión y editoriales, sino también en los titulares de las noticias. De hecho, una parte de los medios de comunicación a nivel nacional trataba de mezclar el ataque terrorista con el proceso de referéndum en el que vive inmiscuida Cataluña.

La coyuntura política ha sido uno de los puntos destacado en el tratamiento del atentado en Barcelona y Cambrils, una situación que no se ha visto en otros ataques de similares características como los de Niza o Londres, por ejemplo. Ello, unido a la sensación de desinformación y amarillismo que mucha gente ha sentido por parte de los medios, ha hecho que una buena parte de la ciudadanía haya perdido su credibilidad en los periodistas.

Habría que estudiar concienzudamente y entonando el ‘mea culpa’ cómo se ha tratado el atentado en los medios de comunicación, ya que, al margen de que muchos lo han hecho con total profesionalidad, otros lo han contado de manera nefasta.

Claves periodísticas para la verificación del contenido en Twitter

verificacion twitterUna de las cuestiones a las que el periodista ha de saber enfrentarse en el ejercicio de la profesión en el contexto actual, de inmediatez y de información ruidosa compartida a golpe de tuit, pasa por aplicar un proceso de verificación y de filtrado de la información que recibe antes de compartirla con su audiencia o comunidad.

Por ejemplo, Bárbara Yuste y Marga Cabrera recomiendan en su libro ‘Emprender en periodismo’ detenerse en tres aspectos fundamentales: el tiempo en que algo fue compartido o publicado, las fotografías y la geolocalización. En este sentido, para verificar la fiabilidad de un tuit, la verosimilitud del hecho acontecido y la sincronización entre el espacio y el tiempo de lo publicado, las dos autoras recomiendan evaluar la fiabilidad de la fuente a partir de indicadores como la fecha en que se subió a la red, su comunidad y su TL; evaluar el contexto y la relación entre lo acontecido y el momento de su publicación; intentar establecer un contacto con la fuente fuera de la plataforma de microblogging; y recurrir a aplicaciones de verificación como Tungstene (que rastrea si una foto ha sido retocada o manipulada) antes de publicar en otro soporte falsas imágenes de un hecho.

Buscar la fuente en otras plataformas, preguntar al entorno de firmas que trabajan en la zona, tratar de contactar con otros testigos presenciales y pensárselo, con todo, siempre dos veces antes de hacer RT o de convertir en titular el tuit en discordia, son otros elementos a tener en cuenta por el periodista antes de ser cómplice o de alimentar un ruido sin verificar.

 Posted by @os_delgado

Las burbujas periodísticas

MEDIOS BN2La candidatura de Madrid, eliminada en la primera ronda de votaciones. El titular sorprendió a muchos, tanto a deportistas profesionales, como a aficionados del deporte en general, como a desentendidos. ¿Pero acaso no veníamos escarmentados de “Madrid 2012” y de “Madrid 2016”? ¿Por qué chocó, pues, la decisión del Comité Olímpico Internacional?

Cuando en cada telediario, en cada boletín radiofónico, en cada periódico y en cada medio digital se está machacando con el tema de los Juegos Olímpicos, éste se coloca en la primera línea de la atención mediática. No hubiese sorprendido tanto la noticia del pasado sábado 7 de septiembre si el tratamiento que se le dio hubiese sido imparcial. Pero los medios habían creado expectativas infladas e inyectado hinchadas dosis de optimismo. Los ciudadanos habían asimilado el reiterativo mensaje proyectado por los diferentes canales de comunicación y confiaban en que (a la tercera va la vencida) esta vez sí, Madrid acogiese unos JJOO. Pero no. No fue así. Varapalo al canto.

En cualquier caso, no es un drama: es deporte. Borrón y cuenta nueva. Ahora bien, ¿qué sucede cuando donde los medios crean falsas expectativas no es en el deporte sino en otros ámbitos, como por ejemplo el de la salud? No son pocas las veces que, víctimas de querer tener visibilidad o de querer dar a conocer avances esperanzadores, los medios de comunicación caen en un lugar muy peligroso y difunden avances médicos, por ejemplo, en la cura de determinadas enfermedades como el cáncer, el alzheimer o el sida.

Imaginemos a alguien con alguna de estas enfermedades y a sus familiares. En situaciones críticas lo normal es aferrarse a clavos ardiendo, y si casualmente en el informativo de la tarde anuncian avances en la investigación para la cura de la enfermedad, la familia se agarra a esa noticia.

Esto es peligrosísimo, y los periodistas debemos tenerlo siempre presente. Las investigaciones en estos campos se desarrollan muy lentamente. Desde que se anuncian hasta que puedan estar al alcance de los pacientes puede pasar mucho tiempo; tanto, como para que -valga la redundancia- no lleguen a tiempo.

Nuestra responsabilidad social no es sólo la de ser cuarto poder o la de informar. También debemos ser conscientes de la fuerza que nuestro ejercicio de la profesión puede efectuar sobre la sociedad y, en consecuencia, ser rigurosos en el tratamiento periodístico. Cualquier noticia amplificada por cualquier medio de comunicación puede tener un alcance inesperado, y cualquier desliz o error puede salir muy caro. Y más aún hoy en día, cuando la información corre como la pólvora por las diferentes redes sociales y por Internet.

Otro debate es el de si lanzar mensajes optimistas y proyectar motivos para la felicidad colectiva es bueno o inapropiado para la salud social de un país en crisis como el nuestro. Desde luego el fomento de la felicidad debe partir de hechos contrastados o contrastables, y no a raíz de hipótesis o intangibles.

En cualquier caso, tener presente el poder y la influencia potencial que tienen los medios de comunicación es necesario. La deontología periodística también pasa por ahí, y por no caer en la creación de burbujas de falsas expectativas. Unas burbujas que cuando pinchan y se revelan falsas (o cuanto menos exageradas) llevan al desencanto que siguió a la decisión del COI. Menos mal que el sentido del humor es algo que no se pierde y que Ana Botella regaló unos cuantos motivos para sonreír y para desdramatizar que España seguirá sin abrazar unos JJOO. Eso sí, en temas delicados poca broma.

Posted by @PauFiR

Publicidad, información y opinión en Twitter

¿Publicidad encubierta en un tuit? ¿Opinión mezclada con información? ¿Cómo separar en 140 caracteres la publicidad, la opinión y la información? Éste es un debate heredado del acontecer y de los soportes tradicionales que hoy llega a los medios sociales tras la publicación sobre el particular de un artículo en El País y de una entrevista a José Luis Orihuela en eCuaderno.

¿Acaso El País no hace publicidad de la propia cabecera cuando comparte un tuit con su logo? ¿No se publicita una empresa que conversa con usuarios y les recomienda un producto de su almacén? ¿No es algo institucionalizado por lo que nadie debería rasgarse las vestiduras? ¿Es menos publicidad cuando un artista habla durante una entrevista en la radio del bar de su amigo en el barrio donde nació? ¿Por qué tendemos a sacar de contexto lo que ocurre en las redes sociales como si éstas fueran una representación ajena o paralela a la realidad? ¿No somos los mismos bajo un soporte que otro? ¿Aplicamos termómetros de credibilidad en función de los soportes? ¿Por qué los medios de comunicación tradicionales no informan de los sucesos internos que acontecen en El Corte Inglés y sí llenan páginas publicitarias con las mejores ofertas de los grandes almacenes?

Se podría continuar planteando más y más preguntas acerca de la idoneidad de publicar tuits de un signo publicitario, informativo o interpretativo. Si alguien quiere ofrecer un camino distinto en estos soportes al que se ha seguido en el ámbito tradicional tendrá que disponer de respuestas para cada pregunta planteada y proceder con variantes sociales al autocontrol del publicista y a la deontología profesional del periodista.

En el caso de los medios de comunicación, habrán de encontrar las fórmulas en sus guías de estilo para que los destinatarios de las informaciones que comparten vía Twitter sepan distinguir entre una intencionalidad y otra.  Para ello pueden limitar el volumen de tuits que publican sus periodistas, no dejarles opinar ni tuitear mensajes que se salgan de la línea editorial (no poniendo a parir a El Corte Inglés, por ejemplo) y, ni mucho menos, publicar un enlace de un medio de comunicación ajeno…

En todo caso, los medios de comunicación antes tendrían que poner en práctica en su representación tradicional lo que promulgan que debería hacerse en los 140 caracteres. Porque queda discordante abrir un periódico y encontrarse numerosos ejemplos de abuso por parte de las cabeceras a la hora de mezclar publicidad, opinión e información como para que cuestionen las dinámicas de intercambio de mensajes y el cariz de los mismos que se comparten en Twitter.

Paradojas…

Posted by @os_delgado Soma Comunicación

 

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