Un periodista nunca sabe los caminos por los que le va a llevar su carrera profesional con el paso de los años. Y si no que se lo digan a Raúl Alonso (@raulalonsoenlared), que se ha especializado en management, emprendedores y distribución comercial para su trabajo en publicaciones como Emprendedores, Forbes o Tapas, entre otras. También es bloguero de Movistar en el proyecto Con Tu Negocio y de Anida BBVA y genera contenidos online para otras empresas como Santander, Amadeus o Crédito y Caución.
¿Cómo defines el periodismo?
Gabriel García Márquez lo definía como “el mejor oficio del mundo” y el maestro Ryszard Kapuściński como “dar la luz para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse”. Dos visiones muy diferenciadas, pero no excluyentes en las que seguramente nos gustaría vernos identificados a muchos profesionales. Sin embargo, obligan a llevar una camiseta muy exigente que, además, debes vestir las 24 horas del día. Desde mi visión, muchos periodistas, como yo mismo, nos conformamos con cumplir lo más dignamente posible con otras misiones como la de divulgación. Y me gusta pensar que también aporta ese granito de arena que a todos nos corresponde para trabajar por un mundo mejor y más justo: no todo van a ser grandes titulares.
¿Qué te llevó a dedicarte a esta profesión y a especializarte en gestión de empresas?
Al periodismo me llevaron dos pasiones: la de entender qué está pasando y la de contar historias. A la especialización en gestión de empresas, los vaivenes en el ejercicio de una profesión dura y exigente. Para mi fortuna, más tarde descubrí que la empresa y la forma en que se gestiona reproducen el mundo en toda su complejidad, lo articula, condiciona, manipula y enriquece. Con la empresa se puede hacer lo mejor y lo peor.
¿Cuáles son las claves para realizar periodismo de empresas y de emprendedores de manera eficaz y con calidad?
Sin veracidad y honestidad no hay nada que hacer, pero creo que son las capacidades de observación, escucha y análisis las que marcan la diferencia en el resultado final. Y aún añadiría una más: una medida dosis de empatía con la fuente. Sé que muchos compañeros no estarán conformes, pero creo que ese esfuerzo por entender el punto de vista del entrevistado –incluso cuando te repugna– permite hacer mejor tu trabajo.
¿Cuál es el panorama actual de la empresa española? ¿Cómo consigue salir adelante?
El empresario tiene mucho de héroe: es una persona que se ha esforzado por ver cumplidos sus sueños y que se pelea a diario por seguir haciéndolo, ya sople el viento de contra o de cara. Yo los admiro, de modo especial al pequeño empresario, pero tengo la sensación de que España no es capaz de identificar en ellos un motor y un modelo de progreso. Puede que haya algo de eso que decía Borges, cuando los españoles quieren señalar que algo es bueno dicen ‘es envidiable’. También es cierto que pocos empresarios se esfuerzan por acercarse a la sociedad. Hay mucho que aprender en transparencia, quizá porque durante muchas décadas funcionó mejor el tejemaneje que el esfuerzo y la innovación. Hoy quiero pensar que esa cultura desaparece.
¿Qué percibes de los jóvenes que se lanzan a emprender con startups innovadoras y de valor? ¿Se valora igual que en otros países como Estados Unidos? ¿Para las más jóvenes e innovadoras están sirviendo de ayuda las aceleradoras?
Sobre todo, percibo una gran energía. El movimiento startup es lo mejor que le ha pasado al tejido empresarial español en décadas. Hay preparación, innovación, creatividad, esfuerzo y ambición. Espero que algunos de esos proyectos puedan convertirse en grandes empresas y otros muchos más en medianas: para ganar estabilidad y competitividad, la economía española, sobre todo, necesita de medianas empresas. A mí me duele cuando algunos de ellos me explican que para triunfar deben abandonar España. Yo no lo creo, pero sí que es verdad que echo de menos una colaboración más efectiva y organizada de ese talento emprendedor y la gran empresa. Sobre las aceleradoras, unas pocas están cumpliendo bien con sus objetivos y otras tantas se han apuntado a una moda sin recursos ni método. Supongo que es inevitable.
¿Cómo valoras las tendencias actuales en materia de redes comerciales en nuestro país?
El momento es fascinante. La tienda está en un proceso de cambio y todo parece que nos lleva hacia un formato donde se venda menos producto y más servicio y experiencia, y con una fuerte presencia del componente tecnológico. Yo soy optimista sobre el futuro de la tienda física, pero es cierto que hay que trabajar en el encaje entre el online y el offline, que a todas luces son complementarios. Me preocupa más la supervivencia del pequeño comercio independiente, irrenunciable para enriquecer y personalizar nuestras calles. En mi opinión si ofrecen calidad y diferencia contarán siempre con el apoyo del consumidor, que es quien tiene la última palabra. Un consumidor al que cada vez le interesa más el producto local, producido y distribuido con criterios de sostenibilidad y justicia, y es ahí donde el pequeño comercio tiene su gran baza.