Después de pasar por televisiones autonómicas y nacionales como reportero y redactor, el periodista Joan López (@joan_lopez) vive en la actualidad un buen momento como presentador del magazine de las tardes de la valenciana À Punt, À Punt Directe, junto a Carolina Ferre, a la que considera su maestra televisiva. Esfuerzo y dedicación de años por su parte que han dado sus frutos, sin perder de vista, como él mismo aconseja a los jóvenes estudiantes, que la pequeña pantalla es solo un medio y que el periodismo tiene otras muchas ventanas que puede y debe abrir.
¿Cuándo comenzaste a interesarte por el mundo del periodismo y de la televisión? ¿Hubo algún momento antes de la Universidad que hizo saltar esa chispa?
Nací el año en el que se iniciaron las emisiones regulares por las mañanas. De algún modo soy hijo de la televisión que me parió a mí y a toda una generación. Crecí los viernes con Sensación de Vivir, el Juego de la Oca, etc. Recuerdo ver a Joan Monleón y su catártica paella rusa. Los jueves tocaba Médico de familia o Farmacia de guardia. Mis padres fueron padres muy jóvenes y cuando entró la primera SONY en casa mi padre pasaba las horas grabándonos a mi hermana y a mí y editando los vídeos con rótulos y créditos. Creo que verme en la tele de casa ha sido algo muy familiar. También vengo del mundo teatral y eso allana el camino. Siempre me ha gustado contar cosas y que me escuchen. Soy un juglar perdido en el tiempo que está encontrando su espacio. En la carrera fui becario como jefe de Política en el periódico de la universidad. Hasta que un día un profesor viéndome imitar a un presidente de la Diputación me dijo: “tú tienes que hacer tele”.
¿Cuáles son las claves para realizar un directo en un magazine delante de una cámara de manera clara, cercana y veraz?
En la tele no se puede mentir y menos ahora que emitimos en HD; se ve la trampa enseguida. Por eso la clave para encontrar la cercanía es la preparación, todo el trabajo de redacción que no se ve. Escribir parte de mi propio guion me ayuda mucho. Escribo como hablo.
¿Cómo está siendo tu experiencia dentro de la autonómica À Punt? ¿Cuáles son sus puntos fuertes y qué ofrece al espectador frente a la desaparecida Canal 9?
À Punt me ha brindado un salto cualitativo en mi carrera. Es la gran oportunidad. Había sido reportero en la antigua Canal 9 y redactor en varios programas, he hecho cuatro ediciones de Supervivientes en Honduras, etc. Pero ahora, de momento, presento. Si algo he aprendido en esta profesión es que todo es circunstancial. Yo salgo todos los días a ganarme el cariño del espectador, que es lo que necesita À Punt: mucho cariño en tiempos convulsos de mucho ruido.
¿Son las redes sociales un medio relevante hoy en día para acercar la información al público o para interactuar con posibles fuentes? ¿En qué no hay que caer a través de ellas?
Las redes sociales son una herramienta fundamental para el trabajo de redacción: nos conecta fácilmente con entidades, colectivos, protagonistas anónimos y empresas. Gracias a las redes generamos contenido, pero hay que saber separar el trigo de la paja: Facebook invita a opinar de forma reflexiva, pausada y se pueden compartir piezas audiovisuales cortas como reportajes. Instagram es el gran escaparate donde se hace imagen de marca, corporativa y personal. Y después está Twitter, que solo sirve para consultar fuentes oficiales como policía o 112 en incendios, avisos y comunicados, o para generar mucho ruido a través del eructo del tuit con pseudónimo, que me interesa muy poco.
¿Qué mensaje le darías a los jóvenes estudiantes de Periodismo que sueñan con vivir de nuestra profesión y trabajar en televisión?
Para vivir del periodismo hay que ser el mejor y para ser un buen periodista primero hay que ser una gran persona. No se puede separar una cosa de la otra. He tenido una gran maestra de la naturalidad a mi lado, Carolina Ferre, y la humanidad ha sido la asignatura de la que jamás me examinaron y, sin embargo, todos los medios en los que he estado me la han exigido. Hay que tener una curiosidad insaciable, una educación exquisita, sentido del humor, formación actoral, disciplina deportiva, constancia, mucha paciencia y perseverancia. Y nunca jamás olvidar que la tele no es más que un medio. Y que el periodismo tiene otras muchas ventanas que puede y debe abrir.