El envoltorio del contenido

Soma ComunicaciónCambia un diseño, la forma de presentarlo, el modelo en que se comparte, el perfil de letra que lo muestra, la interfaz que lo acoge, el estilo que lo define, la marca que lo ampara, la empresa que lo acaricia, los protagonistas que lo alimentan, las plataformas de prescriptores que lo avalan, la forma de vestir de quien lo concibe, los hábitos sociales en que se accede a él, los enfoques que lo colocan en la tertulia…

Cambian los envoltorios pero el sabor sigue siendo el mismo. Mientras existan apuestas por el contenido especializado de calidad, las plataformas en que se comparte tendrán sentido. Ya sean vestidas de Twitter, de Google+, de Facebook o de todas ellas imitándose cada vez más.

No es un problema de agrado o desagrado, al menos las redes sociales consiguen que se siga hablando de ellas, de sus vestidos largos, de sus nuevas ventajas o de cómo lo deben de estar pasando de bien o de mal al pasear por la alfombra roja del ruido vestidas de un diseño que ya lució la otra en la pasada gala de los comentarios.

El contenido de calidad, contrastado, dinamizado con criterio, arropado por fuentes especializadas, con vocación periodística y de servicio siempre estará por encima de las plataformas en que se comparta.

Con todo, cuanto más y mejor se asimilen las funcionalidades de dichos canales, mucho mejor exprimida será la esencia del contenido, mayor visibilidad obtendrá y más rentabilidad para quienes apuestan decididamente por esta forma de posicionarse en relación al resto.

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Google+ y el pique del dato

Google-Plus-LogoParece que Google ha dado con la clave para incentivar la participación de sus usuarios. El nuevo diseño de las cuentas de Google+ permite conocer a la persona o a la empresa el número de páginas vistas de su perfil o de su contenido (aunque deja en un segundo plano el número de +1 recibidos por las compañías).

Independientemente del sentido que cada cual encuentre al particular, lo que proyecta a priori es un paso más de la red social del todopoderoso buscador hacia la universalización de su uso. A la alta implementación conseguida por la integración de los servicios suma ahora la del pique del dato.

¿Quién no mira sus cifras de seguidores en Twitter al menos una vez al día? ¿Qué página de fans en Facebook y su contenido no están supeditados a la voracidad de la cifra? ¿Conseguirá Google+ el mismo efecto con la incorporación de ese dato en los perfiles?

Anécdotas y estadísticas aparte, lo que sí parece demostrar este paso es capacidad de anticipación respecto a las redes sociales más populares (especialmente respecto a Twitter) que le precedían en el tiempo y muchas ganas de condicionar una mayor implicación de los numerosos perfiles que Google percibe como inactivos.

El debate en torno al periodismo de datos

#18JorCom periodismo de datosEl periodismo de datos es una de las tendencias que marcan la profesión del plumilla en tiempos de Big Data, si bien siempre ha sido afán del profesional compilar la esencia, el dato, el número, la cifra, el porcentaje, el gráfico… de una realidad más o menos mostrenca o ante la sobrecarga de información que afronta.

Precisamente, de las claves de esta forma de plasmar la información de lo que acontece y de la que circula por internet se centrará la XVIII edición de la Jornada de Comunicación Siglo XXI (#18JorCom), que organiza el Colegio de Periodistas de Andalucía el próximo 5 de abril en el Colegio Mayor Albayzín de Granada.

Bajo el título «Big Data, comunicación inteligente de los datos», la cita abordará dicha realidad desde la sociología de la comunicación y la «bondad de los números en la opinión pública» (Alejandro Navas); desde el periodismo de análisis y el enfoque «piensa en visual, escribe con datos» (Inés García Paine); desde la comunicación corporativa, para confirmar si los «públicos son personas antes que números» (Juantxo Cruz); y desde la comunicación persuasiva, para entender «las grandes cifras de los productos y servicios» (Joaquín Fernández).

Fuente: Asociación de la Prensa de Almería

¿El (des)crédito de las agencias?

pelotas de tenisNo sé si será a consecuencia de la crisis, que a muchos ha obligado a reinventarse y a lanzarse al emprendimiento empujados por la irresponsabilidad de quienes lo recomiendan desde la cosa pública, pero uno se topa últimamente con una agencia (de comunicación, de publicidad, de marketing…) debajo de cada piedra. Y esto no es una noticia alentadora. Ni mucho menos positiva. Más bien todo lo contrario. Un boom (como todo boom empresarial que se tercie en este país) cuya ruta parece encaminarse hacia el descrédito de las agencias.

Y es que, si el boom inmobiliario, por poner un ejemplo, trajo consigo pisos cada vez peores y más caros, el boom de las agencias lleva aparejado un descenso vertiginoso en la calidad de los servicios prestados. Por cada agencia de confianza encontramos diez agencias creadas al abrigo del emprendimiento y del “a ver qué pasa” o “a ver si engañamos a alguien antes de que se nos vea el plumero”.

Las hay que se venden como especialistas en SEO y son incapaces de posicionarse ellas mismas. Agencias de publicidad muy aparentes (de oficinas de lujo y trajes de raya diplomática) incapaces de prestar con un mínimo de rigor los servicios que anuncian y venden. Como si se quedasen desnudas en cuanto uno deja de estar obnubilado por la fachada. Como si debajo de la americana y la corbata no hubiese más que un maniquí sin alma.

Agencias de comunicación, supuestamente ricas en contactos y especializadas en redes sociales, que venden sus servicios a precios de auténtica ganga a cambio de no actualizar luego durante días las redes de sus clientes. O a cambio de tener a becarios a coste cero, trabajando día, tarde y fin de semana si es menester. Y llevando su ordenador, por supuesto, porque en sus teóricas oficinas sólo hay uno y es para el jefe.

¿Pueden acabar con el crédito de las agencias estas pseudoagencias sin preparación, profesionalidad y conocimientos mínimos para ofrecer servicios a empresas?

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Y los ganadores en reputación online son…

IX Horchata and Twitts 62528Cada vez se le concede más importancia al prestigio cosechado en el plano 2.0, de manera que las herramientas para medirlo han proliferado considerablemente de un tiempo a esta parte. Por ejemplo, una de las metodologías empleadas con dicho fin comprende la suma de seis factores: los diez primeros resultados encontrados en la página inicial de búsqueda de Google (65%), así como los obtenidos en la segunda (5%) y en la opción de imágenes (10%), además de los vídeos existentes al respecto en Youtube (10%) y de la presencia en Facebook (5%) y en Twitter (5%). En definitiva, se trata de una operación que puede dar como resultado hasta 100 puntos negativos o positivos, los cuales permiten establecer no sólo una clasificación, sino también una comparativa. Recientemente, hemos tenido acceso a un estudio basado en dicha fórmula, el cual ofrece algunos datos a destacar:

  • Los roles en el sector de la telefonía no sólo están cambiando en el consumo, sino también en la presencia online. Así, una compañía local como Euskaltel y un operador móvil virtual (OMV) como Pepephone se sitúan a la cabeza de la lista – primero y segundo, respectivamente –, mientras que los considerados tradicionalmente grandes, como Movistar o Vodafone, ocupan el quinto y el sexto puesto. Es más, la tercera y la cuarta posición corresponden a otros dos OMV – Simyo y Eroski Móvil –. ¿Sintomático?
  • En lo que a aerolíneas se refiere, llama la atención que Ryanair, la compañía líder en España, se encuentre en la última posición de su grupo con una nota en positivo, pero que no supera los 40 puntos. Bueno, quizá no sorprenda tanto teniendo en cuenta el volumen de incidencias que registra – una media de 50 por semana según el expediente de 2012 de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (Aesa) – o que es la segunda que más quejas de pasajeros recibe en el ámbito nacional. ¿Podría decirse que la reputación offline se traduce en online?
  • Los directivos de empresa también han sido tomados en consideración por este estudio. En este caso, María Garaña, la presidenta de Microsoft España, mantiene la primera posición que ya obtuvo el pasado mes de octubre, lo cual fue considerado como noticia al tratarse de una mujer. De hecho, sólo constan dos nombres femeninos entre los veinte clasificados: el suyo y el de María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter. Por otra parte, en este apartado hay otros destacados, aunque no precisamente para bien: Marcos de Quinto, presidente de Coca-Cola España, Juan Roig, homólogo en Mercadona, e Ignacio Sánchez Galán, consejero delegado de Iberdrola, están en posición de descenso, literal y figuradamente: ocupan los últimos puestos y todos ellos presentan valores negativos. Desde luego, nadie dijo que el éxito económico fuese directamente proporcional al social. ¿Más bien al contrario, quizá?
  • Por último, la paradoja del panorama político: mientras que el PSOE (7º) gana en posición al PP (10ª) como formación, Mariano Rajoy (22º) está por encima de Alfredo Pérez Rubalcaba (24º) como líder. Pero dejando las anécdotas a un lado, tres partidos de corte nacionalista – por orden: BNG, PNV y Coalición Canaria – encabezan el correspondiente ranking de entidades políticas, mientras que Luisa Fernanda Rudi, la presidenta de Aragón, puede presumir de primer puesto en reputación online ante sus camaradas de profesión. En este caso, la nota máxima es de 62 puntos y se cuentan 11 suspendidos entre los 39 valorados. Pedro Morenés, ministro de Defensa, Alberto Ruiz Gallardón, ministro de Justicia, Albert Fabra, presidente de la Generalitat Valenciana, y Artur Mas, su homólogo en Cataluña, han sufrido las caídas más estrepitosas. En fin, que cada cual saque sus conclusiones…

Pero, en líneas generales, ¿os han parecido interesantes los resultados del estudio? Podéis consultar su versión completa aquí.

Fuente: Índice Trei

Posted by @LaBellver

El revés de una entrevista

Soma ComunicaciónSeré breve: atender a los periodistas no es una obligación, pero si se hace, que sea bien. Por supuesto, no estoy hablando de personas que ostentan un cargo público, pues en ese caso considero que responder ante los medios de comunicación forma parte del empleo. Me refiero, más bien, a personalidades de otros ámbitos – cultura, deporte, ciencia… –, los cuales despiertan interés entre la sociedad y suelen barajarse como protagonistas de artículos.

Lo sentimos, pero no concede entrevistas” me ha dicho en más de una ocasión algún representante o miembro del correspondiente departamento de prensa cuando he tratado de abordar a varios perfiles. Por el contario, hace poco presencié cómo una célebre actriz nacional comentaba que prefería atender a los periodistas antes que dar lugar a interpretaciones. Obviamente, nosotros preferimos esta segunda actitud, pero ambas son igual de respetables.

Lo que no tiene sentido es aceptar a regañadientes la concesión de unos minutos a un profesional de la información para contestarle a base de monosílabos o sucedáneos. Y sí, me baso en una experiencia reciente: tras una comparecencia celebrada con motivo del estreno de una obra de teatro, los plumillas presentes contábamos con un turno para entrevistas individuales. Aunque a todos nos gusta extendernos, en esta tesitura tenemos unos diez minutos para proceder con el cuestionario. Y, a diferencia de otras, en esta ocasión apenas éramos cuatro – literalmente – quienes estábamos a la espera.

Desconozco si los organizadores de esta cita con los medios no habían puesto al corriente de la dinámica al entrevistado en cuestión, pero – por lo menos, en mi opinión – la profesionalidad se mide más allá de las tablas del escenario en determinados casos. Le pilló por sorpresa, sí, pero un mínimo de cortesía hubiese sido suficiente. Preguntas como “¿Pero vosotros de qué medio sois?” en según qué tono o hacer saber cada dos minutos que se tiene prisa no puede decir mucho a favor de nadie en este sentido.

Lo sé: todos tenemos días. Sin embargo, puesto que una entrevista supone un tiempo de preparación, me gustaría recibir el trato educado necesario para, sencillamente, no comprometer mi trabajo. Supongo que esto son gajes del oficio que hay que aprender a gestionar. Gracias, lectores de este blog, por ser ese hombro sobre el que llorar.

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Claves para la eficacia de las oficinas de prensa

Pelaez 222¿Qué habilidades técnicas han de tener las agencias que ofrecen de forma externa servicios periodísticos a empresas? ¿Cuáles son las necesidades habituales que han de cubrir para satisfacer las expectativas de dichas entidades?

Hay muchas preguntas sin respuesta en el ámbito de los servicios periodísticos que muchas empresas externalizan de manera recurrente o puntual, ya sea por la celebración de un evento o de una convocatoria extraordinaria. Si salvamos el refranero y el ‘cada maestrillo tiene su librillo’ y nos centramos en las claves que han de tener en cuenta quienes se plantean externalizar su oficina de prensa o quienes pretenden ofrecer dichos servicios, es importante tener en consideración las siguientes claves, todas ellas auspiciadas necesariamente por el valor añadido de la calidad:

Aceptación. No siempre hay que decir sí a una campaña. La honestidad ha de guiar en ocasiones a indicar a la empresa que determinado planteamiento que quiera comunicar no es sintonizable con las expectativas de repercusión que haya previsto. Es aquí cuando la agencia que los puede ofrecer ha de proyectar sensatez a través de planteamientos alternativos, elección de fechas más apropiadas o de conceptos distintos.

Planificación. El refranero apunta a un ‘la mejor improvisación es la que se prepara’ (y se planifica). Es importante contar con el margen de maniobra suficiente para planificar la acción con la empresa para que cuando llegue el momento de poner en práctica el dispositivo de prensa externo no haya que dudar, sólo ejecutar.

Contenido. El enfoque, el contexto, las fuentes, la oportunidad, la idoneidad, la novedad, el dato… cuanta más presencia tengan en el contenido a difundir, más entidad cobrarán, tanto para el receptor (y potencial difusor) como para el protagonista.

Contactos. Independientemente de las plataformas que se escojan para desarrollar la acción, un periodista sigue pesando lo que pesa su agenda de contactos, tanto de los preexistentes offline como de los que se haya forjado online. Éste es uno de los aspectos clave que tendría que valorar la empresa que se plantea contratar los servicios de oficina de prensa o de gabinete de comunicación. Asimismo, es lo que diferencia a las agencias buenas de las agencias no tan buenas.

Contacto. Mantener una comunicación interna fluida con la empresa que contrata los servicios, buscar un interlocutor adecuado en el seno de la misma e informar puntualmente de los avances en relación a lo planificado a priori, también enriquecen el resultado final del servicio ofrecido por la oficina de prensa externa.

Servicio. Como en otros ámbitos profesionales, la vocación de servicio también ha de ir aparejada al desarrollo de los trabajos de comunicación externa. Es la atención al cliente eficaz, directa, inmediata. Un trabajo bien hecho ha de ir acompañado por la virtud de la transparencia, de la resolución de dudas o de la demostración de los avances acometidos.

Especialización. Los contextos actuales requieren especialización de contactos y de fuentes, virtudes que alimentarán el mejor desarrollo de la campaña de comunicación externa y que evitarán generar ruido gratuito entre los colegas de medios y de blogs que no sean destinatarios potenciales de las informaciones difundidas.

Medición. La rúbrica siempre ha de llegar con el balance puntual del trabajo desarrollado por la oficina de prensa externa. Medir el impacto entre el público potencial al que se dirige la campaña, la respuesta de los medios de comunicación o de los perfiles influyentes del sector en las redes sociales son aspectos irrenunciables para quien ofrece el servicio y fundamental para quien lo contrata. Porque, ¿de qué sirve trabajar bien si después no puedes demostrar que ha sido así de facto con datos en la mano?

Contenido compartido o contenido patrocinado

algoritmo Foto Marga Ferrer Soma ComunicaciónEn las últimas fechas, coincidiendo con la nueva norma implementada por Facebook, circula precisa información acerca del sentido algorítmico aplicado por grandes fuentes de las que fluyen el contenido en tiempos de redes sociales, de inmediatez digitalizada, de mentiras retuiteadas o de verdades escritas en formatos +1.

Pero, ¿dónde queda el papel del emisor? O, mejor dicho, ¿quién es el emisor? ¿La plataforma o el usuario de la plataforma? ¿Es el usuario realmente proactivo en las plataformas donde comparte mensajes, enlaces, fotografías o es un mero agente pasivo receptor de impactos patrocinados por marcas con más presupuesto que el de una pyme, autónomo o bloguero de oficio?

La lógica de las redes sociales o de los blogs siempre había pasado por un ‘te leo, me lees’, comparto, comento, gracias por hacerlo, descubro, converso, opino, interactúo… Hasta que un señor de nombre algoritmo ha impuesto la ley de las clases. Quien paga, quien patrocina, manda.

Un regreso a la tiranía de los ‘cuatro’ que pueden influir a golpe de talonario. Gabinetes de lo que hay que decir, hacer, opinar y leer. Porque siempre ha sido así y nada cambia a la ley de los algoritmos*.

*dícese de las normas establecidas para manejar la información al antojo de quien es propietario de la plataforma en que se comparte y de los intereses comerciales que apalabra con aquellos que ostentan el poder de la influencia a golpe de talonario.

**La calidad del contenido, la exclusividad, la empatía, la buena praxis… son conceptos secundarios alejados de la lógica de dichos algoritmos.

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¿Qué soy? ¡Periodista! Permitidme que os lo explique…

Foto libreta Marga Ferrer - Blog SomaUna vez más, escribo unas cuantas líneas en este blog para poner en común una experiencia. No sé si a vosotros os pasa, pero de un tiempo a esta parte vivo un mismo déjà vu por estas fechas: en una de cada tres reuniones familiares de Navidad – sí, la estadística acabo de improvisarla – tengo que explicar a qué me dedico. Bien porque a alguno de mis allegados no le quedó del todo claro el año anterior, bien porque hay un nuevo miembro al que ilustrar. La cuestión es que la situación se repite. Y cuando digo “explicar a qué me dedico” no me refiero a decir “soy periodista” y ya está, porque la reacción a mi respuesta suele ser algo así como “¡Ah! ¿De esos que van con el micrófono detrás de los famosos?”.

Ya estamos”, suelo pensar. He perdido la cuenta de la cantidad de veces que me he topado con esta cuestión desde que tengo uso de razón como plumilla. Me pregunto por qué lo primero que le viene a mucha gente a la cabeza cuando oye el término periodista es ese perfil. Sí, la parrilla televisiva está plagada de programas que sirven de hábitat para el desarrollo de esta faceta, pero también de ediciones diarias de informativos que muestran – mejor o peor – una de las prácticas clásicas de esta profesión; informativos que, además, sirven como acompañamiento o música de fondo durante comidas y cenas en numerosos hogares. Entonces, ¿qué sentido tenido tiene que dicho pensamiento asociativo sea el primordial?

En fin, sea como sea, recuerdo que al principio sonreía cortesmente mientras trataba de explicar brevemente que mi motivación para estudiar periodismo distaba mucho de esa mal llamada crónica social a la que se refería mi interlocutor – NOTA: las diferencias entre crónica social y cultura del morbo podrían dar para otro post –. No obstante, hubo un tiempo en que la frecuencia de ese puñetero interrogante me llevó al hartazgo, de manera que ahora despliego mi mejor argumentario cada vez que me enfrento a LA pregunta.

En resumidas cuentas, intento aclarar que un periodista es quien sabe gestionar información, de manera que es capaz de diferenciar la paja del trigo y presentar datos útiles, así como correctamente contrastados y contextualizados a la ciudadanía. Añado que guarda un compromiso social respecto de sus contenidos y que tiene un olfato especialmente desarrollado para detectar historias de interés público. Matizo, asimismo, que tiene la habilidad de comunicar en cualquier medio que se precie, tanto los denominados tradicionales – radio, televisión y prensa escrita – como los digitales. Y, por supuesto, concluyo aludiendo a su importancia en democracia.

Evidentemente, soy una idealista. La carne de periodista es tan débil como la de todo mortal, por lo que también tenemos nuestros vicios. De hecho, desde hace unos años venimos pagando algunos de ellos bien caro. Además, este oficio en sí tiene sus claroscuros, entre los que destaca el dilema entre financiación e independencia o la delgada línea que le separa del poder. No es que me olvide de ello cuando abandero mi particular discurso, pero estoy convencida de que nosotros, los periodistas, somos los primeros responsables de poner en valor nuestra profesión. Y para ello debemos creer en ella, de manera que, después, podamos practicarla conforme a dicha convicción. Al menos, así es cómo pienso y actúo. Otra cosa es que esté en lo cierto y que lo consiga. Eso, camaradas y lectores, me lo tenéis que decir vosotros.

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La calidad informativa no se mide en cifras

img_15515Reflexiono. Y como reflexiono mi mente se abre como un abanico en el que las posibilidades, opciones en las que se barajan como subgrupos pros y contras y las dudas brotan de sus paisajes y varillas. La idea de periodismo no iba a ser menos. Se habla de crisis de los medios de comunicación, pero no se trata solo de un problema a nivel económico, que también. La época de las grandes estrellas del periodismo ya pasó. Los profesionales de la comunicación que se sentían tentados de formar parte del escenario estelar que presentaban – ya fuera a nivel artístico, social o político – van pasando a mejor vida.

Crisis económica, escasez de beneficios, pero también crisis de la credibilidad, de la confianza, de los valores de una profesión que debe trabajar por y para la sociedad y no sólo para esa minoría política que les daba de beber desde sus propias manos sumas astronómicas a cambio de una prostitución de palabras y de lados buenos para la foto. A los lectores, radioyentes y telespectadores les cuenta confiar en sus mensajeros. Ya saben bastante como para no ser conscientes de que los filtros de información son muy fuertes y que las fuentes interesadas pueden llegar a tener más influencia que el mítico cuarto poder.

Es momento de olvidarse de idealizar el periodismo a través de grandes cifras – aunque sin mendigar un artículo a 50 céntimos, no vayamos a defender la ficción utópica, que el periodista también come y mantiene a su familia – . Es el momento de trabajar, de desperezarse, engrasar la máquina de la creatividad y sacar a la luz la verdad – subjetiva, la objetividad es un mito ridículo – . Poco a poco hay que tratar de separarse de las faldas de la madre (línea) editorial y escribir lo que realmente uno siente, desde la máxima racionalidad y carácter de servicio social. En mi abanico de opciones surge Internet. Porque la red se está convirtiendo en la panacea de este nuevo periodismo que muchos desean alcanzar.

Pero todo mesías puede ser sobornable. La Red también está llena – más que ningún otro soporte – de mentiras, chismorreos insustanciales y sumisión al poder. Por ello, la cuestión no es el soporte. Nos podemos llenar los dedos de tinta, combinar la tostada y el zumo con las ondas hertzianas o llenar la pantalla de la tableta o del móvil de huellas dactilares para pasar de noticia. Pero lo principal es que ese contenido que revisamos y que ofrecemos a la sociedad sea de calidad, que nutra, que sirva para algo o para alguien. Noticias, reportajes, artículos de opinión… todo vale. Toda información puede ser interesante cuando contiene verdad y se acerca a la realidad vivida o por vivir.

Posted by @casas_castro / Photo by @Marga_Ferrer