La periodista y escritora Celia Blanco (@Latanace) todavía sonríe con picardía cuando le confunden con la conocida ex actriz pornográfica. De hecho, en alguna ocasión ha afirmado que se siente muy halagada por la homonimia. En lo que sí coinciden es en haber centrado gran parte de sus carreras profesionales en una temática sobre la que todavía recaen unos cuantos tabúes: el sexo. Desde Cadena SER y el diario El País trata de desmontarlos y da voz a personas (en la radio) y a sus experiencias. También ha tocado casi todos los canales de televisión nacionales como reportera, aunque hoy se siente bastante desligada a este medio.
¿Eres más de informarte a través de la prensa, la radio o la televisión?
Apenas veo la televisión. No la veía mucho cuando trabajaba en ella; ahora mucho menos. Me informo, sobre todo, por la radio; estoy todo el día con ella encendida, y por prensa online. Soy fija de El País y de ElDiario.es. Y desayuno en un bar en el que tienen dos periódicos, El País y El Mundo. Hay mañanas que puedo ojear ambos.
¿Qué te gusta de la televisión a nivel profesional para haberte colado en todas las cadenas y ser ‘la vecina del descansillo’ durante tanto tiempo?
A mí me gustaba hacer reportajes y tuve la suerte de que durante mucho tiempo eso me diera de comer. Hay muchas cosas que detesto de la televisión. La esclavitud de la belleza y la juventud o el morbo al que se llega sin límites, por ejemplo. Fui muy feliz durante la época que ejercí de reportera, pero reconozco que en parte fue porque tuve a mi lado jefes que me respetaron y de los pude aprender.
¿Cuáles son las claves para enfrentarte a una cámara de televisión para informar y no morir en el intento?
Ser rigurosa y honesta. En televisión todo se nota, se transmite y se muestra. A mí especialmente porque gesticulo y levanto la ceja. Si miento, se me nota. Si estoy triste, se ve. Si no me creo lo que estoy contando no puedo conseguir que me crean. Esa es la parte buena de la televisión.
¿Cómo defines en pocas palabras lo que es periodismo de calidad?
Eso mismo: el que es riguroso y honesto. No hay otro periodismo. Si no es riguroso y honesto no lo llamen periodismo; es otra cosa.
¿Qué te llevó a enfocarte en una temática tan controvertida a nivel público todavía como es la del sexo?
Me gusta mucho, me interesa y creo que tenemos una educación sexual pésima. Si supiéramos más de sexualidad seríamos mucho más felices. Y, sobre todo, me niego a juzgar sexualidades ajenas y jamás permito que juzguen la mía.
¿Sigue habiendo tabúes para informar o aconsejar sobre ello en medios de comunicación?
Yo no he tenido tabúes. Tanto la SER como El País dejan a mi libre elección todos los temas que quiera tratar. Imagino que tiene que ver con la intención de los medios sobre educar o no en una sexualidad libre y diversa. El sexo solo es ilegal en las condiciones que recoge el Código Penal. Sin embargo, hay medios de comunicación (sobre todo, la televisión) que siguen recurriendo al morbo más absoluto, a contar las sexualidades no convencionales juzgándolas (vomitivos reportajes sobre BDSM, por ejemplo) y que quieren seguir aleccionando sobre con quién debemos meternos en la cama a tener el sexo que no sé quién decide. Es cuestión de tiempo que fracasen en el intento.
¿Cómo te definirías a la hora de informar sobre sexo?
Informo y no juzgo. Trato de opinar lo justo, pero no puedo evitar que me broten reproches cuando alguien se permite el lujo de opinar sobre la vida sexual de otros. Imagino que entonces también estaré opinando yo. Informo porque de eso se trata, de aprender, y es necesario que haya mucha más información sexual de la que hay.
¿Los tabúes con el sexo siguen en la sociedad o la situación está cambiando?
Creo que cada vez hay menos porque cada vez sabemos más. Esto es imparable.
¿Crees que la gente es ‘sosa’ en la cama o que detrás de los tabúes hay muchas ‘fieras’ con deseos (e, incluso, filias) escondidos?
Uy, ni idea. Yo solo sé cómo son mis amantes. Lo que sí sé es que hay mucha desinformación y eso hace que las camas no estallen todo lo que podrían. Ahora cada uno es libre de elegir si quiere ser fiera o soso en la cama. Quiero creer que cada uno folla como quiere; de eso se trata.
¿Qué es lo mejor y lo peor de hablar sobre sexo a través de las ondas a la 1.30 de la madrugada?
No creo que haya nada malo. No me importa que sea nocturno y creo que favorece la comunicación con los oyentes. Por la noche estamos a solas, en la cama, escuchando la radio mucho más tranquilos que durante el día. Me permite que haya más complicidad. Me encanta.