Una conversación mantenida en la propia agencia Soma Comunicación el pasado miércoles día 16 de enero ha inspirado esta entrada. Que me haya decidido a publicarla no es cuestión de autobombo, sino de casualidad, pues justo este fin de semana presencié un exponente esclarecedor de lo comentado. Pero vayamos por partes:
Iniciábamos el turno vespertino cuando se terció hablar de los informativos de televisión. Acababa de estallar el dato de los 22 millones que el extesorero del PP, Luís Bárcenas, tuvo en cuentas suizas y todos los presentes apuntamos un mismo hecho: la cadena pública no abordó esta información hasta transcurridos unos 20 minutos de la primera edición de sus informativos. Obviamente, fue nostalgia y no sorpresa lo que se respiró en el ambiente, ya que tuvimos la certeza de que esto no hubiese ocurrido así no hace mucho tiempo.
En cualquier caso, ahora las cosas son como son. Bien es cierto que a partir del día siguiente la apertura de los informativos de TVE vino de la mano de las reacciones y nuevas informaciones al respecto de este tema, pero también es verdad que la importancia de una cuestión no viene dada únicamente – aunque sea un aspecto fundamental – por su emplazamiento en la escaleta, sino que factores como la duración y el tratamiento influyen en ello. Pues bien, haciendo una media de todos ellos, la gestión de las basuras – sí, tal cual – gozó de mayor relevancia en la edición dominical. Tanto fue así, que la pieza del día de los corresponsales de Alemania, Estados Unidos y China no trató de recabar impresiones internacionales acerca de la presente situación política de España, sino de cómo se recicla en las respectivas vecindades de estos rincones del mundo.
Con esto no quiero decir que la cuestión de los residuos sea nimia, pues creo firmemente en lo fundamental de la concienciación ciudadana en este sentido con vistas a preservar nuestro entorno – los más desconfiados podríais inspeccionar las bolsas que tiro a los correspondientes contenedores para comprobar que no estoy haciendo uso de hipocresía –. No cuestiono siquiera su aparición en el telediario, pero… ¿Realmente merece semejante cobertura en comparación con otros temas que nos conciernen actualmente? Si me permitís caer en un juego de palabras fácil, diría que hay otras “basuras” – por emplear un término fino – a las que prestar mayor atención.
El caso es que la sensación al ver esta información me teletransportó a las pasadas Navidades, cuando los míticos reportajes acerca de las compras previas a citas como Nochebuena y los precios de los alimentos en el mercado se sucedieron en bucle durante días. Tampoco quiero significar que deban desaparecer estas noticias de la programación, pero una vez más me pregunto: ¿es necesario reiterarlas hasta la saciedad a pesar de que es más de lo mismo todos los años y de que hay otros asuntos de actualidad en danza?
Muy a mi pesar, e indiferentemente al calendario, esta dinámica informativa se repite una y otra vez. ¡Ojo! No sólo en la pública, ya que las banalidades inundan los informativos de todas las cadenas de televisión. Generalmente, a modo de pieza anecdótica al final de la dosis informativa, por eso de no dejar un pésimo sabor de boca. Quizá, estigmatizo más al ente público porque nos tenía “malacostumbrados” a algo mejor. Sea como sea, tengo la esperanza puesta en venideras coberturas. Porque para descafeinado ya tenemos el café, ¿no creéis?