El perejil imprescindible en todo currículum periodístico

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Elaborar un currículum como profesional de la comunicación con garantías de sacar el máximo rendimiento a la vida y obra desarrollada en los medios no es nada sencillo. No es tan complicado como comer tres veces al día del periodismo pero desde luego que no es fácil. Qué experiencia incluir y cuál obviar es el gran dilema, en el caso de quienes disponen de una trayectoria. Por ello, la primera X que deberemos despejar es la de determinar qué perfil profesional se desea proyectar para referenciarte como persona cualificada en ese ámbito.  Cómo quiere uno ser percibido para posicionarse en las mejores condiciones para ser contratado. De entrada, en el perfil de Linkedin, en el escaparate laboral, habrá que transmitir al mundo que se está en condiciones de poder atender las necesidades del nuevo periodismo, que ya no tiene nada que ver com Tom Wolfe, sino con el llamado periodista polivalente, que podría traducirse como hombre orquesta del periodismo.

Si se tienen las habilidades para poder sumergirse en la multimedialidad (contextualizar y documentar a través de hipervínculos, producir y agregar vídeos o enlaces a redes sociales), es clave hacer constar la experiencia en medios digitales que acrediten esta competencia. De igual modo, no está de más hacer constar que llegado el momento también se está preparado para ejercer de Community Manager. Más que nada para no ser considerado un disruptivo integrante del 1% de periodistas no reciclados a CM.

Un buen currículum no es una relación eterna de nombres y fechas que abruman, sino una referencia a los aspectos claves de formación y experiencia que anclen el perfil profesional. De forma escueta y sin adornos.

A la hora de detallar la formación no es imprescindible hacer constar aquel curso de macramé al que asististe ni aquellas jornadas de colombicultura de los sábados por la mañana. Basta con aludir a los estudios de grado, cursos o másters que aporten valor añadido a la cualificación profesional como periodista. También es recomendable abstenerse de incluir la fórmula “estudios de …” en un intento de dotar de músculo al currículum, cuando en realidad es grasa. Lo que cuenta en los estudios no es cómo empiezan sino como acaban. Así que, casi mejor olvidarse de la media asignatura cursada o aquella en la que uno se matriculó y nunca más se supo. Es una estrategia trilera, genera desconfianza y falta de credibilidad, un pecado mortal en el caso del periodismo.

Aunque esté cada día más en desuso, es muy recomendable, por no decir imprescindible, aportar alguna prueba de la experiencia que se acredita. Es el perejil imprescindible para condimentar el currículum. Para dar sabor. Ese toque que distingue a un plato singular de uno insípido. La mejor pieza periodística para ser incorporada al currículum ha de ser algo más que un tuit. Porque un tuit nunca es una noticia. Es, eso sí, una buena herramienta para divulgarlas. ¿Y qué texto o información audiovisual elegir? Es recomendable alguna que defina nuestro estilo, que subraye los ángulos periodísticos que nos ponen en valor. Y siempre mejor un reportaje o crónica, un género interpretativo y creativo, antes que una noticia pura y dura. Hablará más de nosotros, de nuestra mirada periodística sobre la actualidad y de nuestra capacidad de interpretarla. A fin de cuentas, nuestros ojos como cámara subjetiva es lo que nos distingue del resto.

                             Por Abril Antara

                            Foto: @Marga_Ferrer

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