La periodista Reis Juan (@reisjuan) fue de las primeras profesionales en estar al pie del cañón para interponerse al cierre de la ya desaparecida Ràdio Televisió Valenciana (RTVV) en 2013. Una lucha reforzada por la unión de trabajadores que, en cierto modo, dio pie al nacimiento en 2017 de la actual autonómica À Punt Media.
¿Cuáles son las claves para comunicar delante de una cámara de manera clara, cercana y veraz?
En realidad, yo comunico delante de un micrófono desde hace más de 30 años, exceptuando el “lapsus” del cierre de RTVV. Mi gran pasión es la radio y en ella he trabajado todo este tiempo. Aun así, he estado delante de la cámara en programas como “La Vella Memòria” i “L’Esfera de la cultura”. He de reconocer que jamás me planteé hacer nada especial por el hecho de estar delante de la cámara. Siempre pensé que debía ser yo misma (todo lo “yo” que se puede ser delante de una cámara). Al principio del programa mis compañeros me “reñían” porque me movía mucho (este suele ser un problema típico de gente que venimos de la radio). Recuerdo un día grabando un reportaje para MildeNou cómo se reían de mi porque enrollaba el cable del micro delante de la cámara: en radio lo hacemos para proteger la conexión del micrófono, cosa que los compañeros de televisión no hacían jamás. En cuanto a la veracidad, es cuestión de no querer engañar al espectador, de poner verdad en aquello que haces. La gente del teatro lo tiene muy claro: después de saberte el papel y de tener claros los movimientos, hay que ponerle al personaje verdad, víscera. Algo similar pasa con la cámara: debes poner verdad en aquello que haces, ser honesta con quien mira el programa. Y la cercanía la suele dar la ausencia de artificio, cosa complicada hoy en día. Echo de menos gente que sea “normal” delante de la cámara. Parece que solo aquellos personajes graciosos, alocados y pueden comunicar. Creo que nos estamos alejando mucho de la cercanía, que es un elemento fundamental para conectar con la audiencia. Me gustan compañeras como Carolina Ferré o Enric Navarro, en À Punt, o Pere Estupinyà, el “cazador de cerebros”, por ejemplo.
¿Cómo viviste el cierre de RTVV?
El cierre lo viví muy mal, como todo el mundo en el Pais Valencià, supongo. Aquella noche, cuando vi el decreto de cierre que acababa de firmar el ocupante de la Generalitat, Alberto Fabra, y leí que se ejecutaría en 24 horas me monté en el coche camino a la radio. La radio ya no sonaba. Envié a casi toda mi lista de contactos un mensaje que decía “La ràdio ja no sona, van per la tele. Tots a Burjassot” (“la radio ya no suena, van a por la tele. Todos a Burjassot”). Me fui a Burjassot pensando que podíamos evitar el cierre. No me querían dejar entrar porque, a pesar de estar en plantilla, no tenía permiso de la dirección para entrar. Salté el torno de entrada con un compañero y corrí mientras nos seguían los de seguridad. Una vez dentro intenté ayudar pasando teléfonos a la gente que llevaba el programa, haciendo tuits contando lo que pasaba. Lo peor de aquella noche fue ver la entrada militar de la policía y, enfrente, al compañero Vicent Mifsud, en aquel momento presidente del Comité, sin perder los papeles en ningún momento. Las siguientes 24 horas posteriores las recuerdo como si estuviera drogada. De hecho, llevaba algún Valium en el cuerpo. Y una mezcla de sentimientos difíciles de describir cuando vi a tanta gente que salía a la manifestación. Recuerdo que pensaba “¿dónde estabais cuando luchábamos hace años, cuando recogíamos firmas contra la privatización, etc.”. Aquella tarde quería desaparecer del mapa.
¿Fue la unión de compañeros esencial para tratar de hacer justicia y para la ‘construcción’ de À Punt?
Está claro que cada uno por nuestra cuenta hubiéramos conseguido menos, aunque me costaría definir “menos” en este caso. Visto en perspectiva todo tiene menos épica de la que parece que tuvo. Quienes realmente se batieron el cobre, con todas sus desavenencias lícitas, fueron los compañeros del Comité de Empresa. Sin ellos nos hubiéramos ido a casa con una mano delante y otra detrás, tal como pretendía la derecha y muchos “enfants terribles” de la izquierda. Y seguramente hoy no tendríamos À Punt en marcha, un medio que, a pesar de la pésima ley promulgada por el Botànic, que la obliga a ser privada, excepto los informativos, vuelve a vertebrar el país. De lo que sí nos protegió aquella “unión” fue de las calumnias de compañeras y compañeros de profesión y de la clase política que en teoría iba a defendernos y a rescatarnos. Hubo quien pagó un precio muy elevado a nivel de salud, pero como colectivo pudimos sobrevivir, con todos los matices que tiene. Algún día me gustaría hablar de todo aquello serenamente, pero tendrá que pasar mucho tiempo. Aquella unión, aquel colectivo, por ejemplo, impulsó la creación de la MESAV, la Mesa de l’Audiovisual Valencià, impulsora de la nueva À Punt. En cierto modo, allanamos el camino para que no se perdiera todo, a pesar de que aún hoy hay gente a la que le parece que tenemos trato de favor. En fin…
¿Crees que espacios de medio ambiente o de cultura tienen suficiente presencia en las televisiones nacionales? ¿Son importantes para aportar algo más que entretenimiento e información al espectador?
Parece que el medio ambiente es un valor al alza. La clase política habla de medio ambiente (pocas veces con acierto) y los medios reflejan ese interés creciente. Sin ir más lejos À Punt tiene los programas Samarucdigital i Terra Viva, por ejemplo, e imagino que irán en aumento. A la cultura le pasa todo lo contrario, cada día interesa menos. Me parece muy interesante que la radio de À Punt ponga en antena el programa cultural Gravetat zero con Maria Josep Poquet. Es imprescindible que los medios dediquen horas a la cultura. Siempre he dicho que el Pais Valencià da para hacer un programa diario de cultura y divulgación científica. Pero ni la cultura ni la ciencia interesa a la gente porque no interesa a sus dirigentes. Buena prueba de ello son las políticas culturales y científicas. Es increíble que en un país con tanto creador y tanto equipo investigador de calidad no se puedan llevar a cabo políticas que premien el talento. Los medios de comunicación juegan un papel fundamental en la divulgación de la cultura y la ciencia, por eso soy tan crítica cuando leo crónicas que hablan de la baja audiencia de À Punt. A un medio público no se le debe juzgar por la audiencia sino por el nivel de servicio público que desempeña y, en nuestro caso, la ley lo pone difícil.
¿Qué importancia tienen los medios locales y autonómicos para el ciudadano? ¿Qué le aportan en su día a día a nivel informativo?
Tienen mucha importancia, aunque no lo queramos. Vertebran para bien o para mal. Los programas “top” como Assumptes interns crean lenguaje y fomentan gustos y comportamientos. Personajes como Eugeni Alemany hacen tanto por la lengua y la vertebración como la asignatura de Valencià en el instituto.
¿Qué mensaje le transmitirías a los estudiantes de Periodismo? ¿Hay futuro en la profesión para ellos?
Depende de lo que se entienda por futuro. Siempre hay futuro. Siempre existirá la necesidad de tener información y entretenimiento. Pueden cambiar los medios, los soportes, pero el hecho informativo y comunicativo siempre será el mismo. Tenemos necesidad de saber y los medios, sean los que sean, nos ofrecen esa posibilidad. Es un error querer descubrir la pólvora en este sentido porque ya está descubierta. El camino no está en inventar nuevos formatos, nuevas apps, nuevos soportes. Probablemente el secreto esté en ir al origen, es decir, ofrecer verdad. Que la gente se pueda identificar con aquello que le ofrece el medio y con la persona que le acerca el producto audiovisual. Esto, aunque parezca sencillo, es difícil de encontrar. Aquellos jóvenes que ven el futuro como la carrera al éxito supongo que tendrán menos futuro. Sobre todo, porque el éxito es efímero, poco consistente. A la gente joven que conozco siempre le digo que debe elegir entre éxito o fama y prestigio. Son carreras muy diferentes: el éxito es relativamente fácil de conseguir, depende de qué estés dispuesta a hacer. El prestigio es una carrera de fondo y de la que nadie habla. Si me dieran a elegir yo elegiría la segunda sin duda.
Por @casas_castro