El atentado del 11-M, la presidencia de Zapatero, la crisis del estado catalán, el reinado de Felipe y el auge de la política de Podemos y de Ciudadanos son los hitos acaecidos en nuestro país que el periodista Iñaki Ellakuria subraya como imprescindibles en su trabajo como redactor de La Vanguardia. En la carrera de este profesional de la información también destaca el Premio Internacional de Periodismo Rey de España 2006 que recibió por su investigación junto al periodista Eduardo Martín de Pozuelo sobre los ‘documentos desclasificados de Estados Unidos’.
¿Cómo define la buena labor periodística?
Informar desde el rigor y la honestidad, ya sea de un partido de fútbol, un escándalo político o un incendio devastador. Esa es la esencia, pero también intentar llevar al ciudadano todos aquellos datos y hechos que los poderes fácticos tratan de ocultar o disimular.
¿Qué balance rápido haces de tu trayectoria como periodista desde tus comienzos?
Por un lado, he vivido en primera persona la transformación tecnológica de las redacciones. Lo bueno (la rapidez y la inmediatez de las nuevas herramientas) y lo malo (una tendencia a la vulgarización de los trabajos periodísticos, la deshumanización de las redacciones, etc.). Empecé de becario en la redacción de ABC en Barcelona. Era el año 2001, un momento en el que Internet era una anécdota en el trabajo periodístico. Casi ni el correo electrónico se utilizaba, con, por ejemplo, crónicas enviadas todavía por fax. El cambio en ese sentido ha sido abismal. Por otro lado, he cubierto como redactor de política en La Vanguardia un periodo muy intenso, con el atentado del 11-M, la presidencia de Zapatero, la crisis del estatuto catalán, los gobiernos tripartitos en Catalunya, el fin de ETA, el inicio del proceso independentista, el reinado de Felipe, el auge de la “nueva política” con Podemos y Ciudadanos. Da cierto vértigo recordarlo.
¿Cuáles son las claves para la elaboración de una pieza periodística sobre política de manera eficaz y de calidad?
Primero, una buena estructura y un redactado claro, ágil y conciso. Muchas veces tendemos a olvidar que el lector no tiene por qué estar informado sobre aquello que estamos explicando. Otro error es confundir los géneros, olvidando por ejemplo que previamente a la opinión es esencial que el lector tenga todas las claves informativas. La interpretación de los hechos y su contextualización, imprescindibles en una pieza de política, no deben confundirse con la opinión. Segundo, conocimiento de primera mano, es decir, saber y conocer bien de lo que se va a escribir y utilizar buenas fuentes y, a poder ser, propias.
¿Cuál es el panorama actual de la política en nuestro país y su tratamiento periodístico?
Como sucede con la cuestión catalana o en Estados Unidos con Trump, se tiende al espectáculo. Y no es responsabilidad solo de los medios. El flujo de información permanente que generan las redes sociales empuja a los medios y a los políticos a generar contenido a todas horas, lo que reduce a la fuerza la calidad del debate político y de los productos periodísticos.
¿Crees que Puigdemont está copando demasiadas páginas de política en los medios digitales y en papel?
Sin duda, la estrategia de Puigdemont es seguir en el centro mediático. Necesita estar en el centro del debate para no convertirse en una anécdota y, hábilmente, lo está consiguiendo. Como periodista que es y experto en nuevas tecnologías y redes sociales, está con sus tuits, mensajes, reuniones y ocurrencias nutriendo a los medios.
¿Qué opinión te merece el tratamiento que se está haciendo de la política catalana en los medios nacionales?
Hay de todo. No me gusta que se trate un problema tan grave como una suerte de espectáculo deportivo, pero la tendencia de cubrir todo desde la hipérbole sensacionalista es un vicio muy extendido. Hay mucho ruido, poca reflexión. Pero en general, y al margen de las posiciones editoriales de cada medio, las informaciones sobre Cataluña que salen en medios de Madrid están hechas por grandes profesionales que son catalanes o que viven en Catalunya y, por lo tanto, conocen bien lo que pasa.
10 años después de la publicación de La guerra ignorada, ¿cómo definirías el papel que tuvieron los espías españoles que ayudaron a los aliados en la II Guerra Mundial?
Fueron en muchos casos héroes anónimos. Es muy conocido el caso de Joan Pujol, alias “Garbo”, pero, como explicamos en el libro, hubo muchos otros que participaron activamente, incluso pagando con su vida por ello, en esa guerra soterrada. Tanto con las agencias de inteligencia aliada, como la alemana y la italiana. España fue pese a su neutralidad uno de los escenarios de la II Guerra Mundial.
¿Hay futuro para los jóvenes que estudian Periodismo actualmente en las facultades españolas?
Si bien es cierto que los principales medios, tanto de prensa escrita como de televisión, están en plena crisis por la revolución tecnológica, al no encontrar la manera de conseguir los suficientes ingresos para mantener una estructura profesional que garantice sus estándares de calidad, podemos estar ante un periodo dorado para el periodismo. Las nuevas tecnologías ponen al alcance de muchos periodistas herramientas impensables hasta hace pocos años.
Por @casas_castro