Internet empezó siendo un monopolio de gatitos adorables y ha terminado convirtiéndose en el coto de unos cuantos perros con influencia. Proclamemos todos juntos: ¡nuestras mascotas dominan la red… y pronto someterán a los humanos! Obviamente no: esta hipérbole sirve para ilustrar el influjo que ejercen los animales domésticos en plataformas como Instagram y Youtube, donde la celebrities más seguidas –elRubius, Dulceida, etc.– comparten protagonismo y likes con bulldogs, gatos persas e incluso cerditos.
Pero el influencer de cuatro patas, ¿nace o se hace? A falta de capacidad motriz e intelectual suficiente, de momento se hace. Estas estrellas peludas son en realidad una lección de marketing llevada a cabo por sus dueños, que logran generar engagement en torno a sus animales combinando titulares clickbait, memes divertidos y conocimientos de marca –muchas mascotas famosos terminan siendo el escaparate en el que se anuncian diferentes patrocinios–.
Así, en Internet encontramos diferentes rangos de celebrity canina, por hablar de un animal en concreto. Primero está la estrella que no necesita tener un dueño famoso para obtener fama y rentabilidad, caso de Doug the Pug, un perro pug de Ohio cuyo valor neto estimados es de 500.000 dólares. Doug ha llegado a salir en varios vídeos de Katy Perry. Luego están los canes cuya fama es una extensión de la de su dueño/a, caso de Miss Asia, la bulldog de Lady Gaga. Y luego están las estrellas locales, un poco más humildes, pero también ilustres dentro de su ámbito. Un buen ejemplo sería Pipper, el conocido como “primer perro influencer de España”.
Al final, sean de la especie que sean, todas las mascotas influencers tienen algo en común: una voz propia. Es la voz que les asigna su dueño y a partir de la cual desarrollan una personalidad concreta, un discurso. La mascota puede ser activista o fashionista, foodie o hipster, puede ser cultureta o snob. Da igual, lo verdaderamente importante es que tenga una historia que contar y que ésta consiga enganchar.
Después, esa voz tiene que tener una línea estética y discursiva bien marcada. Un poco lo mismo que ocurre con los influencers humanos. Cuando un seguidor de elRubius pincha en uno de sus vídeos, sabe más o menos lo que se va a encontrar a nivel estético y en lo relativo al tipo de discurso. Va a degustar un contenido reconocible, muy familiar. Lo mismo sucede con las mascota influencer, ésta tiene un hilo conductor elaborado a partir del tono de las publicaciones que ayuda a no perderse en la historia que nos quiere contar.
Asimismo, otra de las mejores elecciones que puede hacer la mascota influencer –su dueño– es la nube de hashtag bajo la que se quiere colgar. Antes de empezar a publicar contenido relevante, atractivo, conviene identificar aquellas conversaciones en las que se esté hablando de mascotas o, en su defecto, de la temática que se quiere explorar animal mediante. Consejo al master of the puppet que se esconde detrás de una estrella peluda: detecta los hashtags que marcan la tendencia y engánchate a ellos como el perro al hueso.
Así, grosso modo, es como se construye una mascota influencer. ¿Quieres hacerte rico a costa de tu perro? Trabaja duro, creale una historia legendaria y prepárate: al final será tu perro quien te saque al parque a pasear.