Las aficiones de la infancia llevan a muchas personas en la edad adulta a desempeñar profesionales que les apasionan. Como los periodistas que, en su mayoría, fueron de niños grandes lectores. Es el caso de Irene Rodrigo, comunicadora y divulgadora de libros que, sin haber llegado todavía a la treintena, ha conseguido levantar dos pequeñas empresas digitales conectados al mundo literario: Tecomunicas y Léeme.
¿Cuál fue la primera lectura que recuerdas de pequeña?
Las tiras de Mafalda de mi tía, que leía en su casa con cuatro años. También leía libros de niños que me compraban mis padres. Siempre ha habido libros por todas partes en mi casa.
¿Qué han supuesto lis libros en tu vida?
Siempre me han encantado los libros, pero era un anhelo de futuro que tenía, ya que pensaba que no me daría de comer. Al igual que la lectura en sí. Pero he podido montar Léeme, poco a poco a ha ido creciendo el proyecto y se ha convertido en mi profesión. Todo es posible con esfuerzo y trabajo.
¿Qué has aprendido gracia a ellos?
La lectura me ha aportado mucho. Todos los libros hablan de ti, ya que te enseñan algo que te va a valer en algún momento de tu vida, dependiendo de las experiencias de cada momento. Te ayudan a vivir una vida mejor.
¿Te llevaron los libros al mundo del periodismo?
Escribir y leer va muy unido y mi afición por ambas cosas me llevó a estudiar Periodismo. Allí pensaba que mejoraría mi escritura, pero no fue así, ya que los profesores daban por hecho que sabías hacerlo bien. De todos modos, estoy contenta de hacer hecho esa carrera. Aunque hoy tal vez no la hubiera estudiado. También he tratado de nutrirme de otras disciplinas para ampliar mi perfil como el teatro, que me ha dado muchos recursos para ponerme delante de una cámara o para dar una clase.
¿Tienen los libros cabida en los medios generalistas españoles?
Poca y, como mucho, en algún espacio especializado de lectura de La 2. Están muy relegados a espacios para personas a las que ya les gusta leer, pero no para incitar a la lectura. Falta mucho en televisión y radio.
¿Cuáles son las claves para un buen trabajo de divulgación literaria?
Principalmente hablar en un lenguaje coloquial para que cualquier persona se sienta atraída por la lectura y ponerse en el lugar de la otra persona: qué necesita saber, etc. También hay que desmitificar la lectura como una afición de eruditos, ya que cualquier persona puede amarlos. Y si no te gusta leer, no pasa nada, no hay que convencer a nadie, aunque con ellos creces.
¿De qué manera haces uso del copywriting y del storytelling para reactivar negocios literarios?
Existe mucho atraso en el mundo del marketing y de la comunicación aplicados al mundo literario y editorial. Los negocios literarios tienen que ponerse las pilas en ese sentido y nosotros tratamos de ayudarles a destacar lo que les hace diferentes y su valor, a través de estas técnicas, ya que no lo saben comunicar. Sobre todo, les decimos lo importante que es para su sector.
Conduces Tecomunicas y Léeme. ¿El emprendimiento es la clave para los periodistas jóvenes de hoy?
Aunque no montes nada, es importante tener una actitud emprendedora. Actualmente si trabajas en un periódico puedes acabar en la calle porque te echen o porque el medio cierre. Por lo tanto, emprender siempre puede ser una opción más. Emprender es aprendizaje, nunca algo malo y se puede hacer de manera económica. Te aporta habilidades, crecimiento personal y capacidad para buscarte la vida sin tener que pasar por la cola del INEM. También es importante seguir formándote, aunque tengas trabajo, ya que, si no, el cerebro se aletarga y si te quedas en la calle, te puedes sentir perdido, sin saber qué hacer.
¿Qué libro tienes actualmente en tu mesita de noche?
Matar a un ruiseñor de Harper Lee. Me está gustando mucho la relación tan cercana y cariñosa que existe entre el padre y los hijos a mediados de los años 30 del pasado siglo.