La palabra no la recoge el DRAE, pero es un vocablo muy empleado en tiempos de reinvención profesional, de networking y de RRPP adaptadas a las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, en general, y las redes sociales, en particular.
Desvirtualizar / desvirtualización. Dícese de la acción / del momento en que dos o más personas que han mantenido durante un periodo de tiempo más o menos largo conversaciones habituales en clave profesional o personal a través de las redes sociales (principalmente vía Twitter) coinciden en carne y hueso con motivo de la celebración de algún evento, acto o encuentro que congrega en un espacio físico a usuarios de los Social Media.
Podría ser más o menos inexacta esta definición, pero no se trata de abordar en este post un tratado de precisión lingüística o un análisis semiótico del concepto, sino más bien de poner en valor la magia que suele acompañar a dichas desvirtualizaciones. El momento en que dos personas se ven cara a cara después de haber conversado durante mucho tiempo a golpe de mensajes o de, incluso, haber cerrado sinergias o negocios vía Twitter, es un instante digno de colocar entre los principales logros comunicativos del tiempo que nos toca vivir, el de los comunicadores permanentes, el de la movilidad compartida, el de la sobrecarga de infomación filtrada o asimilada como el ruido que acompaña el devenir de esta segunda década del siglo XXI.