‘Radiofílica’ y devoradora de libros. Así se define la periodista Lara Hermoso, que recuerda haber querido dedicarse a la comunicación desde que de pequeña recorría su casa, radiocasete en mano, entrevistando a toda su familia y a ella misma (al estilo Capote). Trabaja en el informativo 24Horas de RNE y previamente en Cadena SER con Carles Francino. También ha colaborado en la revista Rolling Stones y actualmente lo hace en Jot Down. Antes reflexionaba sobre sus lecturas favoritas en su blog; ahora se las guarda para ella y para sus allegados.
¿Cómo definirías el periodismo en pocas líneas?
Un oficio que se aprende con los años y en el que, por mucho que nos empeñemos, no existe la objetividad, pero sí la honestidad.
¿Qué te condujo al mundo del periodismo? ¿Dónde te veías a nivel profesional 15 años después cuando empezaste la carrera?
No recuerdo haber querido ser otra cosa. Debía de tener siete u ocho años cuando me regalaron un radiocasete con micrófono y a partir de entonces me dediqué a entrevistar a toda mi familia e incluso a auto entrevistarme. Conste que entonces no sabía que eso ya lo había inventado Truman Capote.
¿Qué ‘placeres’ le encuentras a la radio como usuaria y como profesional de la comunicación?
Siempre ha sido y será mi medio favorito por su inmediatez y su calidez. El otro día leía un artículo de Elvira Lindo en El País en el que decía que “nada supera el lazo íntimo que establece una voz con sus oyentes” y no puedo estar más de acuerdo. Mi padre es un gran oyente de radio y en casa siempre ha sonado. Nosotros también terminábamos contestándole al transistor.
¿Por qué crees no hemos desterrado el papel para centrarnos en los ebooks a la hora de leer libros?
No lo sé. Personalmente como lectora me encantan los libros como objeto físico y a la hora de leer necesito subrayar y doblar las páginas. También persigo ediciones antiguas y/o raras. Conste que tengo un ebook y, a pesar de que las torres de libros empiezan a campar por el suelo de casa, soy incapaz de usarlo.
¿Qué te aporta la lectura en las noches de frío?
En las noches de frío y en las de verano también. Los libros son un refugio, una forma de viajar, de evadirse, de contestar preguntas. A menudo los libros me sirven para expresar sentimientos que yo soy incapaz de poner en mis propias palabras. Lo escribió Milena Busquets: “donde no llegan mis amigos amados llegan mis libros amados”.
¿Cuáles son tus cinco libros favoritos?
Me niego a señalar solo cinco libros favoritos, amén de que ellos van cambiando conforme uno crece y cambia como lector. Sí puedo decir que tengo debilidad por la Generación Granta a la que pertenecen algunos de mis autores favoritos: Julian Barnes, Martin Amis o Ian McEwan. Le recomendaría a todo el mundo El sentido de un final de Barnes y Amsterdam y Expiación de McEwan. Pastoral americana, de Philip Roth, es otro libro que ha sido fundamental en mi vida. Últimamente he leído a autoras que me han fascinado como Renata Adler, Vivian Gornick, Natalia Ginzburg o Lucia Berlin. Me interesan mucho autores españoles como Luis Landero, que ha escrito libros maravillosos como El balcón en invierno o La vida negociable, y voces jóvenes como la de Laura Ferrero, que ha escrito una primera novela espléndida, Qué vas a hacer con el resto de tu vida. Me encantan los libros de memorias y ahí no puedo dejar de señalar la biografía de Isaiah Berlin, que escribió Michael Ignatieff, o el libro de memorias de Katharine Graham (Una historia personal), que fue editora del Washington Post en un momento en el que en el periodismo solo mandaban los hombres. En las facultades pondría como lectura obligatoria las memorias de Christopher Hitchens, Hitch-22. Y, ante el fenómeno Patria, recomiendo mucho leer los dos libros que ha publicado Edurne Portela: el ensayo El eco de los disparos y la novela Mejor la ausencia. Me temo que al final han salido más de cinco…
¿Cuál tienes sobre la mesita de noche actualmente?
Acabo de terminar El club de los mentirosos, un libro de memorias de Mary Karr que me ha fascinado por su falta de autocomplacencia y su abrumadora sinceridad. Y ahora estoy empezando Yo misma, supongo, de Natalia Carrero, un artefacto curioso del que apenas llevo 60 páginas leídas.