La comunicación digital se ha abierto paso en un panorama 3.0, en el que hemos tenido que adaptarnos a la velocidad de la luz porque continuamente está evolucionando. La hipertextualidad, las imágenes, los audios e infográficos han ido ganando terreno en las rutinas periodísticas, siendo cada vez más implementados por los periodistas y los medios de comunicación.
Por esa razón, es importante que los profesionales de la comunicación controlen estos lenguajes como cualquier otra técnica de la profesión, pues el público va en busca, cada vez más, de una mayor participación en los escenarios donde la comunicación 3.0 irrumpe. Pero para poder dominar esta disciplina, es necesario conocer en qué principios se fundamenta y estos son los siguientes: hipertextualidad, interactividad y multimedialidad.
La hipertextualidad consiste en vincular un texto con otro para aportar una información completementaria, a la que el lector tiene la potestad de acceder por distintas vías siguiendo un camino no secuencial. Se trata de un recurso utilizado sobre todo para contextualizar o explicar el tema abordado, una forma de hacer partícipe al público de contenidos relacionados de forma amigable, que se utiliza actualmente en todos los textos publicados en la red. En este sentido, la hipertextualidad es una variable que permite analizar la madurez y la calidad de la práctica de periodismo digital.
Otro parámetro fundamental por la, cada vez, mayor participación por parte de los usuarios en cuanto a la selección de contenidos, es la interactividad. Con este recurso se permite que el usuario escoja qué desea ver, qué rol quiere tomar para realizar su lectura de una historia. La interactividad como proceso comunicativo entre las personas pretende crear un diálogo de doble dirección, donde los mensajes fluyen de forma bilateral. Una práctica que se consigue a través de herramientas como las plataformas sociales Twitter, Facebook, Instagram o chats, foros, correos electrónicos, entre otros.
El último lenguaje más empleado por los periodistas digitales y que reina en las redes sociales es la multimedialidad, por su carácter amigable e interactivo que atrapa a los usuarios. De hecho, según CISCO, en 2017 el tráfico de vídeos online se triplicará y 1 minuto de video vale igual que 18 millones de palabras, según el Dr. James McQuivey de Forrester Research.
De estos datos se desprende la necesidad innata de saber cocinar, preparar y servir elementos multimedia de interés para la audiencia, que permitan ilustrar mejor las historias. Lo mismo ocurre con las imágenes banales, los novedosos infográficos y los curiosos Gifs, que desde hace años tienen acaparada la atención de quienes leen, escuchan e interactúan con los medios de comunicación. Por ello, el periodista del siglo XXI tiene una nueva misión, la de aportar sentido al contenido, construyendo el acontecimiento como se ha hecho siempre, pero con la premisa de incorporar elementos que faciliten una mayor comprensión del mismo.