Muchas mujeres periodistas nos acompañan como presentadoras de informativos y de programas de entretenimiento en la televisión española mientras desayunamos, comemos o cenamos para proporcionarnos información de actualidad que requerimos como espectadores.
Pero esta presencia ha cambiado (y mucho) desde que la pionera Blanca Álvarez apareciera por primera vez en TVE en 1957 (pocas lo hicieron hasta 1974 y la llegada de Rosa María Mateo) hasta hoy, cuando el sector femenino de la profesión que trabaja en este medio representa el 64%, sobre el total, un crecimiento de 6 puntos (58%) desde 2010, según el informe anual del Proyecto de Monitoreo Global de Medios (GMMP), y un 16% por encima de la media europea.
En concreto, las periodistas que trabajan delante de la cámara en informativos representan un 55% (presentadoras) y un 70% (reporteras). Un panorama muy equitativo e, incluso, favorable para las comunicadoras que parece resquebrajarse ligeramente cuando entramos en detalles. Uno de ellos, las temáticas en las que tienen más incidencia laboralmente: el 73% de ellas cubre sociedad y legalidad (existe una minoría pronunciada en deportes), mientras que los hombres bajan al 58%, lo que significa que ellos se reparten bastante más las secciones, desde las más ‘blandas’ (cultura, entretenimiento, etc.) hasta las más ‘duras’ (política, economía, etc.), y todo ello sin tocar otros medios tradicionales o digitales.
Otro, también significativo, es el relacionado con la edad de los periodistas que presentan noticias en televisión. El 100% de las mujeres analizadas por el GMMP se encuentra en la franja de 35 a 49 años, mientras que el 97% de ellos tiene entre 50 y 64 años, por lo que a los hombres ‘se les permite’ envejecer hasta la jubilación delante la pequeña pantalla y a ellas ‘se les retira’ sin ni siquiera llegar al medio siglo.
¿Reflejan estos datos que las periodistas de televisión siguen combatiendo laboralmente entre demostrar su profesionalidad y la necesidad de ser caras bonitas el mayor tiempo posible? “A las mujeres se les exige un aspecto relacionado con la juventud y la belleza, que incluye la importancia del peinado y del maquillaje como factores de atracción; de hecho, no he encontrado profesionales obesas o poco agraciadas en la parrilla televisiva”, valora Dolors Comas D’Argemir, antropóloga social y catedrática de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona.
A pesar de ello, Comas D’Argemir cree que ha habido un cambio importante hacia la profesionalización, pero en puestos secundarios y con la imagen como carta de presentación necesaria (la mayoría de presentadoras son blancas y atractivas, según el GMMP), situación que “se debe denunciar”. Eso sí, también asegura que, frente a las de otros países, las televisiones españolas ofrecen platós menos sexuados desde sus inicios, en los que el género del periodista no determina la temática a tratar (por ejemplo, mujeres solo para espacios sobre cocina).
La antropóloga también considera que, gracias a la figura de mujeres comprometidas y vocacionales como Pepa Bueno o María Escario, en las últimas décadas se ha hecho hueco (y cada vez más) a periodistas que demuestran cada día lo que valen como profesionales por encima de su aspecto y que no necesitan hacerse ver más que sus compañeros para reafirmar su validez.
Foto: Universidad Europea de Madrid