Detrás de las ondas, están los profesionales que hacen la radio, una superviviente por definición, que ha sabido adaptarse a todas las revoluciones de soportes que hasta la fecha han condicionado la historia de los medios de comunicación. También a la revolución digital que hoy sacude los cimientos de la prensa en papel pero que no ha podido con la radio, ni podrá, quizás por las historias que encierran las ondas, testigos mudos del paso del tiempo y de otras rutinas periodísticas propias de los meses de verano que recogemos en esta colección de entradas estivales.

“Tienes que ir a la rueda de prensa que ofrece el teniente alcalde en el Ayuntamiento. Lo más seguro es que entres en directo en el informativo local”. Una frase arquetípica para el contexto radiofónico pero que sus oídos recogían por primera vez. En la carrera no le habían enseñado que la inmediatez formaba parte del juego del directo. Un becario sabe lo que hasta la fecha en que llega al medio ha aprendido y se foguea con rutinas como las que se viven cada verano en las redacciones de las emisoras de radio, y cuanto más locales y con menos recursos, de forma más manifiesta.

Al llegar a la sala de prensa del consistorio tenía que montar (era su segundo día de trabajo como becario y su primera salida a la calle) el micrófono en la mesa del compareciente, conectarlo a la grabadora y aparentar la normalidad de quien hace eso cada día para que nadie le señalara como lo que era: un becario. Consiguió dar los pasos con aparente éxito, hasta que mediada la rueda de prensa, la alcachofa, tras desafiar la ley de la gravedad, evaluó el efecto dominó al empujar y hacer caer uno detrás de otro los micros de la competencia. El compareciente interrumpió su discurso justo en el momento en que pronunciaba las palabras que tanto se había empeñado su jefe de prensa para que lo reprodujeran después los medios en sus titulares. De fondo, un ruido ensordecedor provocó entre los asistentes el gesto institivo de cerrar los ojos y taparse los oídos. Los micrófonos se habían acoplado. Cosas del directo…

Eran las 13:45 y a las 13:47 tenía que entrar en directo con la crónica que no había escrito. Sin termninar de disculparse por el suceso anterior, y apenas un minuto después de haberse reestablecido la normalidad en la sala, se levantó de su silla y tropezó con el cable de otro micrófono antes de recoger de la mesa la grabadora con la que rescataría el corte de voz que le catapultaría al éxito en su entrada en directo durante el informativo local.

Un compañero solidario de la radio de la competencia le indicó de forma apresurada dónde estaba la cabina desde la cual podría llamar a la redacción para entrar en directo dentro de 30 segundos… El tiempo del que dispuso para sentarse, elegir un punto de forma aleatoria de la grabación y marcar el número de teléfono del técnico de la radio, quien le indicó que entraba después de la pieza que escuchaba en ese momento por el auricular con el corazón a mil pulsaciones.

“El pleno del Ayuntamiento ha aprobado hoy los presupuestos [fusion_builder_container hundred_percent=”yes” overflow=”visible”][fusion_builder_row][fusion_builder_column type=”1_1″ background_position=”left top” background_color=”” border_size=”” border_color=”” border_style=”solid” spacing=”yes” background_image=”” background_repeat=”no-repeat” padding=”” margin_top=”0px” margin_bottom=”0px” class=”” id=”” animation_type=”” animation_speed=”0.3″ animation_direction=”left” hide_on_mobile=”no” center_content=”no” min_height=”none”][…] Nos amplía la información desde el consistorio…”. Estaba en el aire. Y en el aire se quedó. Mudo. “Parece que hemos perdido la conexión con […]”. Del amarillo pasó al rojo y del rojo al calor sostenido que desembocó en el frío que bajó por su espalda cuando el aire acondicionado le avisó que la primera lección de aprendizaje de su período de formación había concluido.

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