La pitiusa mayor esconde otra gran fortaleza sumada a las ya de por sí conocidas por los turistas que cada año la visitan. Se trata de su cocina autóctona y de la riqueza que esconde al combinar tierra con Mediterráneo. Materia prima con tradición. Sabores propios apoyados en la cocina mediterránea y en la transmisión generacional de recetas. La fotografía gastronómica en Ibiza es, por tanto, un recurso necesario para hacer justicia a los platos que la definen. ¿Qué encuadre ponemos?

Platos principales como el arroz de matanzas, bullit o el guisat de peix; y dulces y postres como las orelletes, la salsa de Nadal, los bunyols o el flaó pagès son solo algunas de las sugerencias que abarca la singularidad culinaria de la isla. Propuestas que requieren ser retratadas con la justicia del ingrediente que utilizan. En este sentido, “es importante tener en cuenta que son platos poco estéticos para la foto y que requieren un maquillaje para realzar la materia prima”, explica Marga Ferrer, jefa de fotografía de Soma Comunicación especializada en fotografía gastronómica. Así, un arroz de matanzas, por ejemplo, tendrá un maquillaje específico para que el protagonista no sea el tono amarillo; “es necesario separar el ingrediente para proyectar todo el esplendor de esta receta única”, subraya.

Lo mismo ocurre con el bullit de peix. “Este plato suele incorporar la rotja, un pescado de color rojizo que si no lo maquillamos, en términos fotográficos, aparecerá deslucido en la fotografía. Es por ello muy importante tener la base cocinada pero que los pescados que protagonizan la receta lo estén mínimamente para hacer justicia al plato”. La disposición de los elementos del plato para la foto y la presentación de los mismos, forman una de las claves a tener en cuenta en la fotografía gastronómica. Porque, como subraya Ferrer, “la instantánea tiene que recoger mucho más que el plato cocinado en su totalidad; más bien representar la esencia del mismo, sus tonalidades, la armonía de la conjunción de los ingredientes y la presentación en la mesa”.

Un menú ibicenco exquisito, pues, pero a priori poco estético para la foto que no atienda las pautas aquí esbozadas. Y, como el mejor testigo siempre es la imagen, la exquisitez y singularidad de los platos ibicencos las conseguiremos explicar a través de la imagen siempre que apliquemos la técnica, el contexto, la luz y el tiempo necesarios para hacer una composición justa que, en definitiva, comunique su buen sabor y su fortaleza gastronómica.

*La ibicenca Marga Ferrer es fotoperiodista, fotógrafa editorial y gastronómica.