A 48 horas de una nueva jornada electoral, la cuarta cita con las urnas en cuatro años, parece buen momento para analizar el papel de los medios en la preparación de estos comicios. Como garante de la democracia, el periodismo debería ser lo más ecuánime posible –ya no objetivo, el concepto de objetividad está perdiendo peso en su condición de cuasi-utópico–, pero, una vez más, es fácil comprobar que la ecuanimidad aparece quebrada en casi todas las cabeceras del país.