El periodista tinerfeño Juan Cruz (@cosmejuan) vivió el nacimiento de una de las cabeceras más influyentes de las décadas de Democracia que vivimos, El País, como cofundador, y para el que trabajó, primero, como corresponsal en Londres y, después, como jefe de las secciones de Cultura y de Opinión. Actualmente es adjunto en la dirección del periódico, labor que compagina con su otra gran pasión, la que le lleva a crear ficción, en lugar de contar la realidad: las escrituras literaria y poética.
¿Cómo define la buena labor periodística?
Dice Eugenio Scalfari, fundador de La Repubblica de Roma, que periodista es gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente. Para llegar a esa propuesta, a mi juicio, hay que saber todos los elementos de una noticia, contarla sin suficiencia, de manera exhaustiva, comprensible y adecuada a la importancia que tenga. La escritura es muy importante, pero los hechos lo son más aún.
¿Qué balance hace de su trayectoria como periodista desde que comenzó a los 13 años?
No sé hacer balance. He escrito muchos libros sobre aspectos de esa experiencia. Y también escribo mucho sobre periodismo. Y escribo crónicas, entrevistas, noticias, artículos, y siempre tengo la sensación de que solo tengo trece años cada vez que empiezo a escribir. No es humildad; es la realidad, así me siento.
¿Se respiraban aire de esperanza y ansias de contar verdades cuando colocaban la primera piedra del diario El País? ¿Cómo valora la evolución que ha tenido el periódico hasta la actualidad?
Hacer periodismo es mucho más sencillo que todo eso: nosotros no nos sentamos a la máquina a contar verdades, sino a contar. Si dices que cuentas verdades y eres periodista estás cayendo en un pleonasmo. El País sigue siendo el periódico El País. Otra cosa es la época: esta es mala para un periódico como este porque se le exige que se parezca a los medios que no necesitan verificar la información para imprimirla. Cuando esa no sea la realidad, El País será también el que fue.
¿Qué debe tener claro un adjunto a la dirección a la hora de enfocar la publicación de una cabecera como la de El País?
Un adjunto al director tiene poco que ver con lo más ejecutivo de la labor de un director. Yo asesoro, doy mi opinión, ofrezco ayuda en lo que está a mi alcance. Si cada una de esas actividades cuenta con el interés del director entonces habré influido.
¿Cómo valora la calidad del periodismo que se realiza en las Islas Canarias?
Es un periodismo hecho por muy buenos periodistas en medio de enromes dificultades empresariales, como las que se padecen en este país y en la mayor parte del mundo. El periodismo de calidad depende de las condiciones de trabajo que tengan quienes lo hacen. La proliferación de medios digitales, hechos por pocos periodistas, muchos de ellos, pésimamente pagados, ayuda a que decrezca la exigencia profesional de las empresas y de los propios periodistas.
¿Qué sobra y qué no puede faltar en un artículo/reportaje cultural de calidad? ¿Tiene suficiente presencia el periodismo de cultura en las grandes cabeceras españolas?
El periodismo exige lo mismo siempre: buena escritura para contar hechos relevantes comprobados. En Cultura, en Política, en Deportes. Ningún reportaje o artículo es de calidad si no cumple estos requisitos: la comprobación, la verificación y la valoración de relevancia. Contar lo que no sabes contar es pecado mortal en periodismo.
¿Qué hay del periodismo que corre por sus venas en sus novelas? ¿Qué impregna sobre ellas?
La curiosidad es el material que siempre ha estado ahí. Yo pregunto durmiendo. Siempre pregunto. Aunque ya sepa. El lector me exige eso. Además, siempre he querido leer más. Sin lectura no hay preguntas, y sin preguntas no hay crónica, ni entrevista, ni reportaje ni nada.
¿Cuáles son las claves para enfrentarse a la hoja en blanco a la hora de arrancar una novela?
Tener una sensación, una imagen. En mi caso, también, un gesto en falso, una melancolía.