“A las mujeres afrodescendientes se nos lee de una única forma y eso nos limita”

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Lucía-Asué Mbomío (@luciambomio) es una de esas periodistas todoterreno que ha hecho de su profesión su mayor herramienta para presentar al telespectador a través de la pequeña pantalla la cara social y verdadera de los países y de sus habitantes, que ha cubierto para programas como Españoles por el mundo (La 1). Una de las estancias que más le apasionó vino después de finalizar su emisión: Guinea Ecuatorial, tierra a la que se siente conectada de manera identitaria como mujer afrodescendiente de allí. La comunicadora ha publicado el libro Las que se atrevieron, que recoge relatos de mujeres blancas que se casaron con hombres procedentes de este país durante los últimos años de la colonización española.

En la actualidad, trabaja como reportera en el programa Aquí la tierra (La 1), imparte clases de reporterismo en escuelas de máster y talleres sobre medios de comunicación y afrodescendencia en diversos foros y colabora en la revista digital Afroféminas.

¿Cuándo comenzaste a interesarte por el mundo del periodismo y de la comunicación?

Yo quería ser periodista desde que era muy pequeña, porque tenía un primo que era periodista, que estudiaba en Francia y que hacía sus ‘experimentos’ periodísticos conmigo cuando venía a Madrid. A mí me resultaba apasionante, como un juego. Además, yo empecé a leer con tres años, porque mi padre era maestro, me enseñó muy pronto y me encantaba leer y también escribir. Lo que yo no me hubiera esperado nunca es trabajar en televisión, porque siempre me atrajo la radio y el periódico. Aunque en mi Instagram tengo un vídeo de cuando era pequeña y ya salía dándolo todo haciendo las veces de reportera de televisión.

¿Qué salud tiene el periodismo en un momento político complicado como el actual a nivel nacional?

El periodismo depende de grupos editoriales y está ligado a partidos políticos. En la televisión, aunque los profesionales y las profesionales luchen contra ello, también se ve afectada por ello.  Sin embargo, es muy positivo el crecimiento de las plataformas online en las que hay cierta independencia y funcionan por suscriptores. Ello convierte el panorama en algo muchísimo más interesante y permite leer la actualidad desde más puntos de vista.

¿Cuáles son las claves para realizar reporterismo cercano, claro y de calidad para televisión?

Los periodistas deberíamos conocer un poco más. En demasiadas ocasiones perpetuamos los estereotipos que existen en lugar de contrastarlos y acabar con ellos, porque los profesionales también los tenemos y continuamos hablando desde esa atalaya, en lugar de pisar la calle y conocerla a todos los niveles. Yo estoy un poco fuera de eso porque, como me dijeron, soy más de barrio que El Fary, y porque soy negra. Algo cambia. Así que no basta con preguntar las 5 WH, sino que además hay que ver desde dónde preguntas.

¿En qué te ayudó como persona y como profesional tu paso por Guinea Ecuatorial tras finalizar tu paso por Españoles por el mundo?

Ir a Guinea Ecuatorial fue una experiencia brutal. Como persona, era necesario, porque me he considerado guineana y negra toda la vida y solo había estado de vacaciones. Así que me faltaba una parte de mí para entenderme a mi misma, a mi padre, dónde estoy y lo que soy. A nivel profesional también fue muy rico, ya que me encantó poder reflejar al país en la televisión: en los países colonizados, los contenidos siguen siendo ‘colonizantes’ y ves dibujos, películas y rostros que vienen de fuera, pero nunca te ves en la pequeña pantalla. Por lo tanto, sentir que estaba haciendo, de manera humilde, una recopilación y una puesta en valor de las historias propias fue muy importante para mi y súper enriquecedor. Y suponía contar con otras fuentes que no fueran las habituales (hombres con traje en plató hablando de política) y contar con personas mayores, discapacitadas, niñas y niños, etc. Resulta súper transformador. Y Españoles por el mundo fue increíble por la edad que tenía (de los 28 a los 32 años), recorriéndome el planeta, dándome cuenta de lo mucho que nos parecemos entre sí, por más que nos empeñemos en diferenciarnos, y de lo diferentes que, a la vez, somos, incluso, de una comarca a otra.

¿Cómo resumirías la experiencia de documentación y de escritura de tu libro Las que se atrevieron?

Es una especie de ejercicio de reconciliación y de reconocimiento de una parte de mí, que existe y que no puedo negar, que es mi parte blanca y española, porque mi madre lo es. Y yo siempre me he reconocido en una de mis partes (la negra) porque no me han dejado en la otra y, según Amin Maalouf en su libro Identidades asesinas, siempre tendemos a asirnos a esa parte de nuestra identidad que sentimos que está más atacada. Y así es como yo me he sentido. Poder contar esas historias, darles valor y reconocer cómo aquellas mujeres, para hacer lo que hicieron, tuvieron que ser valientes, por la lectura que se hacía de estar con un hombre negro en aquella época (incluso todavía ahora), fue genial.

Como mujer afrodescendiente y periodista, ¿cuál crees que es la situación actual para mujeres profesionales y formadas como tú en nuestro país a nivel vital y laboral frente a la de hace un par de décadas?

Da igual lo que seamos o si estamos formadas o no, ya que hay grandes mujeres dignas de elogiar por sus historias de vida, por su conocimiento debido a la experiencia migratoria y por haber tirado hacia adelante, en muchos casos, solas. Pero sí que es cierto que a todas se nos lee de una única forma y eso nos limita, así como a la gente que nos mira. A veces en lugar de partir de cero, como el resto, partimos de menos cinco: tenemos que explicar, darnos valor y, a partir de ahí, esperar a que nos reconozcan. Y eso a veces es súper tedioso.

¿Alguna vez has sentido algún tipo de discriminación?

Claro, desde que era pequeña. Me insultaron muchas veces en el colegio, aunque yo no me quedaba callada. Soy antiracista desde la primera vez que sufrí racismo, me hicieron sentir como una persona diferente y me llamaron ‘negra’ como si eso fuera un insulto. En la España de los 80 era común esta situación. Y ahora no creo que difiera demasiado, por desgracia.

¿Cuál es la vía para mejorar esta realidad?

En el periodismo, la mejor vía de transformación es la no ‘marcialización’: la visibilización de los diferentes perfiles que existen en esta sociedad. Es decir, ¿podemos hacer secciones y especiales sobre mujeres negras, solo para ellas, que no son el paradigma de la normalidad, y nos vamos a sentir muy bien porque ‘mujeres’ sin apellido son blancas indefectiblemente? O también podemos hacer un reportaje en el que incluyamos ese estado español que tiene muchas voces, muchas lenguas, muchas teces y que, precisamente por eso, es tan rico. Sin dar más explicaciones.

Por @casas_castro

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