Aferrarse a un modelo heredado del pasado, en el que la empresa informativa ha dependido de grandes grupos de comunicación y publicidad, en holdings del hecho informativo convertido en variable de negocio, es incongruente y descorazonador. Y lo es porque la crisis ha afectado de lleno a ese patrón, con los periodistas como principales damnificados.
Con todo, florecen nuevas formas de ejercer la profesión que necesitan de la cualificación del profesional de la comunicación, que debe saber huir de los clichés heredados para ponerse manos a la obra cuanto antes.
Hoy la nueva empresa informativa pasa por el periodista con capacidad para organizar un equipo que le acompañe en la aventura emprendedora, por una planificación diversificada de objetivos realistas, por la necesaria búsqueda de ingresos (publicitarios, patrocinados,…) sin que ello signifique renunciar a la independencia y a las virtudes deontológicas del profesional; por un conocimiento exhaustivo de los nuevos canales de comunicación; por la actualización de la agenda personal y la de coberturas informativas prioritarias; por el tiempo dedicado cariñosamente al proyecto sin relacionarlo al concepto tradicional de ‘horas de trabajo’ o de ‘horas extra’ regaladas a una empresa gigante, sino por la dedicación/apuesta empleada para sacar adelante la satisfacción de un proyecto que florezca; por la humildad, la vocación de aprender a diario de los demás y de proyectar en el entorno profesional periodístico los conocimientos que se vayan adquiriendo para que otros puedan probar el mismo camino.
Frente a la crisis, praxis; frente al cambio de modelo periodístico, periodistas; frente a los despidos, ilusión por comenzar una nueva etapa; contra los abusos, humildad y compañerismo. El periodismo ya no es lo que era, pero los periodistas siguen siendo necesarios en una sociedad cambiante, confundida y desinformada que reclama seguir contando con referentes informativos.