De 2011 el periodismo sale ganando, si bien las cifras indican lo contrario, a tenor de que los despidos y los cierres de cabeceras han sido una constante a lo largo del año, la esperanza llega del lado de la especialización que los periodistas han acaparado gracias al auge de las nuevas tecnologías, de las nuevas vías para informar, de los nuevos soportes para ejercer la profesión y, sobre todo, de la asimilación de todo ello por parte del profesional.
No es que 2011 haya sido el año tecnológico para la profesión, pero sí el del punto de inflexión para los periodistas que, por fin, con nombres y apellidos, han dado el salto generalizado hacia los nuevos lenguajes que condicionan su quehacer. Caminos de especialización poco viables en años anteriores al circunscribir inexcusablemente su tarea informadora a cabeceras y medios de comunicación alejados de ese nuevo acontecer y que forzosamente los plumillas han tenido que asimilar en 2011. Buenas noticias para la profesión, pues, que tendrá mejores armas para luchar contra el intrusismo de quienes han ejercido de periodistas en los nuevos soportes simplemente porque sabían utilizarlos con más habilidad que el comunicador que ha tardado en acceder a ellos.
No fue periodista quien escribió en su día con una máquina de escribir, ni quien habló por un micrófono, ni quien imprimió un documento. Antes y después, el periodista ha ejercido su profesión gracias a una cualificación vocacional o adquirida para comunicar, para informar, para aplicar una ética profesional al hecho informativo… Un papel que desempeña con el resto de actores de la sociedad, con los que habla, comparte y a los que informa después de ordenar todas esas interacciones y las informaciones que recibe.
Finaliza el año con un titular esperanzador para la profesión: “El periodista reacciona en 2011 para mantener la cualificación de su necesario papel informativo en 2012”.