La prensa de papel agoniza. Fallece de manera irremediable. Una realidad de la que se nos está avisando desde hace varios años, pero que actualmente cuenta ya con datos cada vez más desalentadores. El diario digital Bez contó recientemente que la difusión de los periódicos ‘físicos’ ha caído en 2015 a su nivel más bajo de los últimos 30 años, con una tasa de penetración en los hogares que se ha reducido al 28% frente al 42% del 2008, al inicio de la crisis económica.
Así, la divulgación de las grandes cabeceras (El País, El Mundo, ABC, La Vanguardia, El Periódico y La Razón) fue de 700.000 ejemplares, lo que suponen descensos comprendidos entre el 41,3% y el 46,6% que se traducen, en algunos de ellos, en cercanos despidos de periodistas, mientras que 15 millones han sido las personas que han leído en la Red.
Un dato que tira la piedra del éxito y de la redirección hacia la prensa digital, siempre y cuando se consiga encontrar el sistema de negocio que permita a estos medios mantenerse en el mercado de manera sostenible y sin la única fórmula publicitaria (que, además, predomina todavía en el medio tradicional).
Aunque puede que el formato de prensa que encontramos en Internet muy ligado a la estructura de las versiones tradicionales no sea el más recomendable de cara al futuro. “Los jóvenes no leen mucho los periódicos, ni de papel ni electrónicos, por lo que la prensa digital tiene que nutrirse de las generaciones pre-digitales; la ventaja de la Red es la accesibilidad, siempre que no sea de pago, ya que ese modelo no funciona bien para la prensa, dada la gratuidad de la mayoría de los contenidos en Internet”, valora David Caldevilla, profesor de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Este público pre-digital sigue tomándose el café en el bar junto a sus páginas de información, pero, al tiempo que este envejece, los nuevos lectores que llegan están creciendo en la comodidad de la búsqueda en Google de la noticia o de la información que necesita o desea leer de forma rápida y selectiva, por lo que el hábito, ya sea en papel o en digital, de ir leyendo contenidos y titulares (casi) de principio a fin, pasando por cada sección, no existe en ellos y los medios deben saberlo.
“El papel ha muerto en manos de la inmediatez de Internet. De hecho, un estudio de Estados Unidos ya fecha este hecho como definitivo para 2032; somos una sociedad cada vez más audiovisual y ahí puede radicar la solución”, concluye Caldevilla.