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El imaginario colectivo es uno de los símbolos a los que apela el lenguaje radiofónico para prolongar el reinado del medio que ha sabido sobrevivir a la prensa, a la televisión, a internet y a las redes sociales.
Una suerte de supervivencia marcada por cómo la mayoría de personas inconscientemente tiene asimilada la manifestación de los hechos que escucha a través del transistor, como un rumor envolvente de imágenes construidas a partir del poder evocador de las ondas, de contextos aprehendidos o de sonidos universales.
Hasta tal punto se mantiene la magia que cuando un presentador franquicia de una cadena se toma vacaciones en fechas como las actuales de Semana Santa, la emisión de su programa lo asume habitualmente una voz con un timbre y un tono similares a los que marca la pauta de estilo ante los oídos de ese imaginario colectivo que está permanentemente asimilando sonidos, voces y música al otro lado.
Las voces, pues, en cuanto que forman parte del ecosistema radiofónico y son los transmisores del poder evocador de las ondas en relación a dicho imaginario colectivo, no pueden más que adaptarse a las características de la audiencia.
¿Quién se atreve poner voz a esta entrada?
Foto: Soma Comunicación (Museo de Historia de Luxemburgo)[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]