democracia

(In)comunicación institucional

Ya no nos llamamos corruptos. Al menos no como en los 2000. España lleva años depurando a los responsables de institucionalizar políticas cimentadas en la corrupción –legal y moral–, y se diría que nuestra autopercepción empieza a sincronizar con la de países más ejemplares. Hoy, en ese pensarnos mejores, logramos espantar prácticas censurables aún cuando todavía asoman vestigios de un pasado gris que cuesta enterrar.

Sobran ejemplos de estos vestigios. Por centrarlo en el ámbito de la comunicación, rescataremos la noticia aparecida en prensa hace varias semanas con el siguiente titular: “El Ayuntamiento de Guadix encarga la comunicación a un familiar sin ser periodista”. Los regidores del municipio granadino prescindieron primero de un gabinete de comunicación profesionalizado poniendo al frente a un nutricionista, para finalmente darle el puesto de comunicación al hermano de la primera teniente de alcalde, Encarnación Pérez Rodríguez.

Resulta tan reprochable el dedazo en beneficio de un familiar como el intrusismo en una profesión tremendamente deteriorada. Tal y como critican al unísono la Asociación de la Prensa de Almería (AP-APAL), el Colegio de Periodistas de Andalucía (CPPA) y la Federación de Asociaciones de Periodistas de España(FAPE), echar mano de «personal de confianza» sin ninguna preparación ni titulación para asumir funciones de comunicación institucional «no es de recibo»: «Y, si además, se aprovechan para colocar eventualmente a familiares directos, pues flaco favor se hace a la democracia».

«El gobierno municipal de Guadix, de esta forma tan ruin, ha fulminado dos décadas de un trabajo profesional concienzudo, desarrollado y desempeñado por periodistas de forma eficaz», critican las asociaciones y piden al PP y Ciudadanos que apuesten por la igualdad de oportunidades, ya que el hecho de que la comunicación corra a cargo de «un inexperto» supone negar «a la ciudadanía el acceso a una información profesional, transparente e imparcial».

Supone, en definitiva, levantar un muro de incomunicación entre gobierno y gobernados. Buena parte de las tareas contenidas en el puesto usurpado están encaminadas a facilitar la conversación de doble sentido: por un lado abre canales para que los vecinos transmitan sus necesidades e inquietudes a un consistorio ávido de información, y por otro proporciona un altavoz institucional para que ese consistorio comunique sus iniciativas y se someta, consiguientemente, al escrutinio de la ciudadanía. 

Al segar esos canales con el negligente acto de la colocación familiar se entorpece la comunicación y se deprime la calidad de la convivencia municipal. Un ayuntamiento sordo, aislado en su burbuja de metacrilato, corre el riesgo de gobernar contra sus ciudadanos, lo cual, atendiendo a su función esencial de representatividad, no es más que una suerte de masoquismo.

Pero no solo en la falta de comunicación directa entre ciudadanos y ayuntamiento se resiente la democracia. El cargo arrebatado comprende también la relación institucional con los medios municipales y provinciales, medios cuyas funciones son las de poner coto a los excesos del poder y, en paralelo, servir de correa de transmisión entre un discurso político marketinizado y un ciudadano huérfano de certezas. La concordia entre gobierno y medios de distinto signo es necesaria en la medida en que ésta garantiza el respeto a la pluralidad del pensamiento ciudadano, ¿ayuda a la concordia la designación de la que hablamos?

Para no caer en predicciones gratuitas, veamos una hipótesis semejable: el alcalde de determinado pueblo salda una deuda personal colocando a un amigo en el cargo de comunicador oficial. Éste no es periodista, de modo que reúne los títulos de enchufado e intruso. Asumiendo que la profesión de periodista sufre una sangrante escasez de puestos de trabajos, ¿cómo leerán los medios esa designación? ¿Qué trato profesarán los periodistas a un arribista de méritos consanguíneos? La relación portavoz-medios nacerá herida, prácticamente irreparable, y serán los ciudadanos quienes paguen la factura del conflicto.

Más preguntas a la otra parte: el recién investido comunicador municipal, ascendido por la gracia de su sesgo ideológico, ¿qué valor concederá a la neutralidad? En el reparto de publicidad institucional –muchos medios sobreviven gracias a este caudal público–, ¿evitará ahogar a la disidencia? ¿Aplaudirá el rigor de quienes informan sobre el dedazo que le paga la nómina? A nivel estructural, ¿conocerá acaso cuáles son los mandatos de la deontología profesional?

Decíamos que ya no nos llamamos corruptos. Al menos no tanto. En ese sentido, aunque solo sea por la cuestión aspiracional, el Ayuntamiento de Guadix y todos los ayuntamientos con la tentación de maltratar a los periodistas harían bien en dejarse asesorar por las asociaciones del ramo y facilitar la igualdad de oportunidades. Acudir a las bolsas de periodistas. Lo contrario conduce al aislamiento y a la confrontación. Parece mentira que en pleno 2019 se siga ignorando el impacto de la comunicación profesional en el éxito de cualquier institución.

Claudio Moreno

Tics del periodismo tradicional en gabinetes institucionales

Gabinete de prensa Soma Comunicación“Queremos hacer una entrevista a…”. En ese momento, el periodista que se encuentra al otro lado del teléfono deja de escuchar a su colega y, como un teleoperador de compañía telefónica con la chuleta de respuestas a preguntas frecuentes en la mano, responde: “Mándame la petición por correo electrónico –hasta hace unos días incluso por fax-, la descripción del medio de comunicación, la radiografía de la primera comunión del compañero que la va a hacer y las preguntas que le quiere plantear a nuestro ilustrísimo y honorable protagonista. Muchas gracias y estamos en contacto”.

Con el grado de hipérbole, sorna e ironía necesarios para asimilar sin ponernos demasiado serios este modus operandi heredado del pleistoceno periodístico, del ansia de control institucional por todo lo que se publica, de la ignorancia de ese flanco tradicional de la profesión en relación a la apertura de enfoques, fuentes y recursos cualificados que se obtienen a través del ámbito digital, planteamos una rutina que, muy a pesar de los que desde esos ámbitos gritan por la supervivencia del periodismo en formato de comunicado institucional que reza sobre lo que es políticamente correcto para los profesionales de la comunicación,  es habitual encontrar todavía cuando un periodista solicita una entrevista a otro periodista.

A veces se escucha el sonido del eco del búnker o el del rodillo oficial con el que todo lo quieren impregnar los gabinetes institucionales, incluso con su desembarco como elefantes en cacharrería en la fluidez e inmediatez informativas de los canales sociales. Cuando realmente se olvidan de que el cambio de mentalidad tradicional que ha salpicado los medios tradicionales también ha de comenzar a implementarse en su funcionamiento ordinario. No es tanto estar también con el mismo tic ahora en estas plataformas, sino cambiar la mentalidad y adaptarla, por el bien de sus representados e instituciones, a la frescura de los nuevos tiempos.

De lo contrario, comunicarán formatos de relación con los medios de comunicación ajenos a las rutinas que abren las nuevas plataformas periodísticas, las nuevas fuentes, los nuevos enfoques, las nuevas realidades alejadas de los tambores oficiales y con mayor carga informativa y con más calidad que la que pueden seguir ofreciendo desde ese comportamiento retrógado los gabinetes institucionales mal adaptados a la segunda década del siglo XXI.

Foto: Instagram 360gradospress