Multitud de plataformas, rápido acceso a las fuentes, instantaneidad a la hora de publicar la información, interactividad con las audiencias y océanos de datos a golpe de click. Muchas son las cosas que han cambiado en el ejercicio del periodismo con respecto a la época previa a la revolución tecnológica iniciada con la democratización de Internet. Algo que, a primera vista, ha modificado totalmente la forma de ejercer la profesión.

Sería ingenuo negar que en gran medida lo ha hecho. Especialmente en lo que se refiere a la reducción de los tiempos y al aumento de las tareas asumibles por el periodista, que se ve abocado a la hiperactividad. Si bien la brecha comunicativa se ha reducido, permitiendo una mayor conexión de las audiencias a lo que está ocurriendo casi en el momento exacto por lejos que sea, el exceso de celo por la puntualidad provoca en muchas ocasiones la pérdida de reflexión y rigor adecuados. Pilares estos últimos en los que se fundamenta la práctica informativa y que siempre debe conservar sólidamente el periodista, aunque su ejercicio se circunscriba exclusivamente al escenario digital.

Por este motivo, y debido a la confusión que puede provocar el ruido de un escenario donde se mezclan multitud de plataformas, se hace más necesario que nunca establecer una serie de preceptos que contribuyan a mantener los rasgos diferenciales de la profesión con respecto a otras prácticas.

  • Consultar la fuente original. Redes sociales, blogs y webs. La información circula a una velocidad que se acelera exponencialmente a golpe de comentario y retuit, de tal forma que a menudo es difícil perder la pista a su origen. Si “el alguien dijo algo que” ya provocaba fracturas importantes en el mensaje, con Internet ha terminado por complicarse del todo. El periodista digital intenta tener a mano siempre fuentes originales, compartiendo o difundiendo la información de sus canales oficiales, evitando dar pábulo a noticias llegadas por canales de dudosas intenciones o, simplemente, también contaminados por las mismas causas.
  • Reposar antes de publicar. La cadena de supervisión a la que antes se sometía una información se ha visto reducida prácticamente a la nada. Las nuevas tecnologías ponen a golpe de click la difusión de una noticia sin que haya nadie entre emisor y receptor. Algo que se ha agravado todavía más con la reducción de medios humanos disponibles en las redacciones. Nunca hubo nadie infalible y hasta el más experto de los escribanos siempre ha echado un borrón. La diferencia es que antes era más probable detectarlo en algún momento del proceso: redactor, redactor jefe, director e incluso talleres como último filtro. Dar un tiempo al contenido antes de su publicación para que lo vean otros ojos o dejar que los propios descansen para un posterior repaso está entre las buenas prácticas del periodista digital.
  • Mantener el contacto con la realidad. Cierto es que el trabajo de despacho y la hiperactividad absorben tiempo y recursos. Datos, declaraciones y comentarios en redes sociales han originado un género periodístico en sí mismo, en el que se puede dar valor de noticia a unos simples caracteres. Sin embargo, la contextualización y trasfondo siguen siendo un rasgo diferencial que distinguen en calidad e interés a las buenas informaciones. En un mar de tuits, fan pages y posts, una buena conversación telefónica o a la mesa siguen marcando la pauta.
  • Respetar la autoría. Nadie mejor que un periodista sabe lo que cuesta crear buen contenido original. Horas de reflexión, planteamiento, producción e inversión de recursos económicos y materiales. Que algo se distribuya por Internet no ha de significar que esté a libre disposición de todo el mundo, por lo que el buen profesional nunca roba material ajeno o lo usa sin citar o mencionar. Así él recibe su cuota de notoriedad y repercusión.
  • Interactuar. El nuevo panorama rompe con el muro que existía antes entre periodista y receptor. La unidireccionalidad del mensaje es algo que pasó a la historia y que contribuye al enriquecimiento del mensaje. Sin caer en las provocaciones o en debates eternos, el periodista digital atiende a los comentarios que recibe de sus audiencias
Posted by @ivan_munoz
Foto: @Marga_Ferrer