El último, el penúltimo, el antepenúltimo y el anterior. La secuencia de informes anuales sobre la profesión periodística, elaborados por la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), ofrecen la radiografía de una profesión afectada por los males propios de otros sectores, derivados de la precarización, y alguno más. El estudio correspondiente a 2018, dirigido por Luis Palacio y recientemente presentado, aporta datos demoledores sobre la situación de los periodistas que perfilan un “sin novedad en el frente” respecto a años anteriores. Y el frente está en retroceso. En cuanto a derechos y salarios. “La situación económica del país ha empezado a enderezarse, pero no ha ocurrido lo mismo con la profesión, que sigue padeciendo un deterioro evidente, tanto en términos de empleo como de niveles salariales”. Es una de las conclusiones del estudio realizado a partir de encuestas a 1.694 profesionales de toda España.
El chequeo realizado por la asociación que preside Victoria Prego retrata un incremento de imparable de la figura del trabajador autónomo. La mayoría declara que está en esa condición porque “no puede aspirar a ser contratado de una manera estable por una empresa de comunicación”. La mitad de esos autónomos trabaja para varias empresas, “una prueba más de que los precios que se pagan por las colaboraciones, lo mismo que los salarios, están cayendo por debajo del nivel de la proletarización”. En el caso de las mujeres y de los los jóvenes menores de 30 años, las condiciones se agravan.
Más precarización con unas plantillas muy mermadas. Porque la crisis económica que asoló España y la consiguiente siega en el mercado publicitario agravaron la debilidad de las cuentas de resultados, ya víctimas de achaques por la crisis del modelo de negocio en un escenario de reconversión digital y revolución de las tecnologías de la información. Unas incertidumbres que se saldaron con ERE y despidos. Miles de periodistas tuvieron que jubilarse o prejubilarse.
El vacío que se ha generado difícilmente será cubierto porque los medios, como constata el informe, “demandan cada vez menos periodistas y más otros perfiles y especialidades”. A las que han de atender, en parte, los profesionales de la información que han podido mantener su puesto de trabajo. Al periodista de antaño se le pedía que fuera capaz de conseguir noticias, de ofrecer información de calidad y a ser posible en exclusiva. Hoy, el periodista ha de ser “polivalente”, que es el eufemismo con el que se designa a ese hombre orquesta que ha de atender a las fuentes, pero también ser capaz de satisfacer estrategias de difusión, que van desde el odioso clickbait hasta el comercial posicionamiento SEO. El periodista ha de multiplicarse. El informe da cuenta del listado de tareas, que incluyen la “crónica en la versión digital, la segunda crónica en papel, la intervención en la radio, la presencia en cadenas de televisión..”. Es un comercial corporativo. En ese panorama, las facultades siguen fabricando periodistas a toda máquina. En el curso 2016-17 la oferta de las distintas facultades, públicas y privadas, era de 66 grados y 83 títulos de máster en Periodismo e Información. En ese curso, salieron 3.500 graduados en Periodismo y 2800 en Técnicas Audiovisuales.
El estudio tiene trazos de informe forense sobre la profesión. Es una crónica descarnada sobre la realidad del periodismo que sitúa el foco sobre las circunstancias por las que atraviesan los periodistas. Ese es el principal elemento para la esperanza: dibujar el marco sobre el que afrontar el debate sobre el presente y el futuro del periodismo. El qué, cómo, cuándo, dónde y por qué de la “profesión más hermosa del mundo”, a pesar de todo. Y, sin duda, una de las más necesarias en tanto que forma parte del ADN de las sociedades abiertas.
Por Abril Antara
Fotografía: Marga Ferrer