El periodista Rodrigo Terrasa lleva ligado al diario El Mundo desde hace 16 años, donde ha escrito sobre deporte y política, y coordina la edición digital de la Comunidad Valenciana desde 2008. Su pasión por el baloncesto le condujo en sus inicios a escribir en el diario deportivo valenciano Superdeporte y, posteriormente, en la cabecera en la que sigue trabajando. Duro crítico de la gestión política del PPCV, confiesa que en los últimos años, con la llegada al poder del tripartito PSPV-Compromís-València en Comú, “se agradece leer por fin que los políticos se pelean y debaten sobre cuestiones realmente políticas, de gestión”.
¿Qué te movió a decidir dedicarte al mundo del periodismo y a continuar hoy en día en él?
Supongo que decidí hacer periodismo porque me gustaba escribir, pero no era suficientemente bueno como para ser novelista. Y me gustaba el deporte, pero no era suficientemente alto como para jugar en la NBA. Así empecé a escribir de baloncesto hace unos 18 años y entonces me parecía que no podía ser más afortunado. Iba al baloncesto y lo contaba después y encima no es que fuera gratis, es que me pagaban. Ahora escribo de política y lo hago casi con la misma ilusión. Me interesa lo que veo y me gusta contarlo.
¿Cómo defines una buena práctica periodística?
Soy incapaz de definir qué es o no buen periodismo, pero sí sé que cada vez es más difícil encontrar del bueno. Soy muy pesimista con la deriva actual que lleva el negocio. Creo que, lejos de entender los beneficios de internet, el periodismo se está prostituyendo de forma descarada para conseguir tráfico en la red a toda costa y hace mucho que hemos confundido el negocio. Montamos una verdulería, pero ofrecemos bigmacs, porque se consumen más. Algo así está pasando en la prensa. Se supone que estamos para informar con rigor y calidad, pero ofrecemos basura a capazos porque nos da más tráfico. En el juego de ‘casi todo vale para conseguir clics’ han entrado hasta las grandes cabeceras y eso es un drama porque nos hemos cargado el rigor y la credibilidad de un golpe. No sé cuál es la solución pero estamos muy lejos de ella. Yo, a nivel individual, trato de ser honesto con mi trabajo, escribir lo mejor posible sobre temas que me gustaría leer, no engañar a nadie e intentar conseguir que cualquier lector entienda lo que estoy escribiendo.
¿Crees que tiene más calidad o valor como profesional el periodista que hace años se dedicaba ‘solo’ a investigar y a escribir sus noticias o el actual multitarea, que ocupa todas las funciones desde la redacción hasta la publicación pasando por la grabación y la edición, en el caso del audiovisual?
Si algo bueno nos ha traído la crisis del sector es que nos ha obligado a aprender de todo para sobrevivir. Yo, en Valencia, con recursos mínimos, escribía mis reportajes, grababa y editaba mis vídeos y, a veces, hasta hacía la foto. Desde luego no es el escenario ideal, pero aprendí muchísimo. Creo que hoy en día siguen siendo imprescindibles las dos tareas. Un gran periódico necesita periodistas con fuentes, capaces de obtener exclusivas y grandes temas, y periodistas multitarea, capaces de contarte una historia en vídeos, en redes o combinándolo todo. Despreciar cualquiera de las dos opciones me parece una mala solución. El periodismo multimedia no es incompatible con el periodismo de investigación. Al contrario. La solución seguramente es aprender a combinar ambas cosas. Contar con periodistas capaces de traer grandes historias y poder ofrecerlas al lector con todas las opciones que nos brindan hoy las nuevas tecnologías.
¿Qué debe contener una entrevista para que aporte información de interés al mismo tiempo que enganche al lector?
Sobre todo, respuestas. Si no consigues que el entrevistado te cuente algo, estás jodido. Y creo que, además, la entrevista debe tener contexto. Si el lector no entiende por qué es importante esa entrevista y por qué es relevante ahora, mal asunto.
¿Qué nuevas narrativas exige hoy la información política? ¿Cómo las desarrollas en El Mundo?
Creo que atravesamos una época maravillosa para hacer información política y la gente la quiere consumir. La gente necesita entender qué está pasando, sobre todo, a raíz de la crisis económica y del 15M. Es una de las claves, por ejemplo, del éxito de Salvados. Yo creo que la obligación de los periodistas es escribir (o hacer televisión o radio) para esa gente que necesita entender. Durante mucho tiempo, la prensa política ha pecado de escribir sólo para las élites, para influir en las altas esferas políticas, para que le lean ministros y secretarios de estado, y se ha olvidado de los lectores de la calle. Nos ha pasado un poco a los medios como a los partidos políticos tradicionales, que nos hemos olvidado para quién trabajamos. Yo me incorporé en 2015 a la redacción central de El Mundo, en Madrid, con el cometido de generar contenidos de política que pudieran funcionar, sobre todo, en internet, que los leyera la gente joven, que hasta fueran virales sin necesidad de incluir gatos, sexo o memes. Que se leyeran, en definitiva. Se trata al final de escribir sin asumir que el lector conoce como tú el escenario, de titular con habilidad para ser atractivo no sólo para el lector habitual de información política y de aprovechar todas las herramientas que puedan ayudarte a hacer llegar ese contenido: vídeos, redes sociales, infografías, datos. Creo que entre la información política triste y aburrida y los álbumes de los diputados más guapos del Congreso hay un término medio que se puede explotar.
¿Cómo ves el panorama político valenciano y su tratamiento en los medios de la ciudad?
En Valencia se agradece leer por fin que los políticos se pelean y debaten sobre cuestiones realmente políticas, de gestión. Ahora desde la distancia veo que las polémicas en Valencia son cuestiones como el carril bici o el debate sobre la educación concertada, el modelo lingüístico o el de sanidad pública en la Comunidad. Ya era hora de que se hablara de estas cuestiones en la Comunidad Valenciana y no de quién era el último cargo imputado, el último sumario o el nuevo caso de corrupción. Por otro lado, creo que lo que ha ocurrido en la ciudad durante las últimas décadas obliga a los medios valencianos a una profunda autocrítica. Es cierto que en los últimos años ha habido un trabajo periodístico brutal para destapar numerosísimos casos de corrupción, con especial mención al trabajo de mis compañeros de El Mundo en la Comunidad Valenciana en unas condiciones durísimas, pero también es verdad que hemos llegado todos demasiado tarde y que se han cometido todo tipo de tropelías por parte del Partido Popular con el silencio cómplice de toda la prensa durante demasiado tiempo. Deberíamos hacérnoslo mirar para que no se repita.
¿Es más fácil o más complicado acceder a las figuras políticas valencianas hoy en día o hace diez años?
Yo hace 10 años no hacía información política, pero no tengo la menor duda de que es mucho más sencillo acceder hoy en día a cualquier político, sea del partido que sea, que hace una década. Hoy es mucho más difícil esconderse, mucho más complicado no dar ruedas de prensa o no atender a los medios. La crisis ha traído también un nivel de exigencia a la clase política de la que los medios nos hemos beneficiado. Hoy es muchísimo más complicado tapar un escándalo político porque si la prensa no lo cuenta, ya lo contará alguien en Twitter o en Facebook. O saldrá en un blog o en cualquier otro sitio.
¿Cómo ha evolucionado el periodismo deportivo en España, y en Valencia en concreto, en las dos últimas décadas, desde la época en la que te iniciaste en Superdeporte hasta la actualidad?
Claramente a peor. Si la situación del periodismo en general es mala, la del deportivo me parece calamitosa. Creo que la prensa deportiva especializada ha perdido la cabeza. Tenemos tertulias estilo Sálvame en televisión, con contertulios que llegan a las manos o presuntos periodistas de bufanda haciendo el ridículo en directo, y tenemos periódicos que se pasan el día publicando titulares engañosos para atraer el pinchazo, que cuelan contenido que poco o nada tienen que ver con el deporte. Todo por la audiencia. Creo que el último reducto del periodismo deportivo está en algunos formatos de radio, en la prensa generalista, que conserva grandes firmas, y en medios más minoritarios, en revistas como Panenka o Líbero, que son una maravilla.
¿Alguna cosa más que desees añadir?
Que, pese a todo, este sigue siendo el mejor oficio del mundo. Mientras dure.